Fanatismo

Karl Popper (Viena, 1902-Londres, 1994), uno de los grandes pensadores del siglo XX y paladín de la sociedad abierta, resumió con gran claridad y absoluta sencillez los cambios positivos de la sociedad mundial a pesar de dos guerras mundiales, una larga y empobrecedora guerra fría y un final, que él ya no vivió, con una crisis económica que se prolonga más de lo que cabía esperar y el auge del fanatismo yihadista que algunos quieren minimizar mirando hacia otro lado. Y en uno de sus libros -que he vuelto a releer, En busca de un mundo mejor- explica con claridad y sencillez que, para él, “el conocimiento consiste en la búsqueda de la verdad, la búsqueda de teorías explicativas objetivamente verdaderas”.
La búsqueda de la verdad no garantiza la certeza, porque errar es humano, pero sí vale la pena buscar la verdad, inevitablemente con equivocaciones, pero con ánimo de corregirlas para comprender mejor la realidad en la que vivimos y nos movemos. Y en esta búsqueda, Popper diferencia los que el clasifica como tres mundos: el físico, el psicológico y el de los problemas mentales, el que los antropólogos denominan cultura.

Este último mundo y en lo que concierne a la civilización europea, que deriva de la civilización griega, determinada por un choque entre las culturas de oriente y occidente -siendo anterior la primera a la segunda-, encuentra un sentido a la condición humana. Y ésta es, precisamente, la que está dinamitando el fanatismo yihadista con la destrucción de los tesoros arqueológicos y arquitectónicos de Mosul y Nínive. Ya no se trata de acabar con vidas humanas, degollando o quemando vivos a rehenes y prisioneros, toda una visualización de la barbarie cuando se utiliza una fe religiosa para aplicar el terror, sino de destruir esa otra forma de vida que es la cultura, eliminando la tradición histórica, la que nos ha llevado con sucesivas aportaciones de la creación y del conocimiento a la que consideramos civilización occidental, “la más libre, más justa, más humanitaria y la mejor de todas las que hemos conocido a lo largo de la historia de la humanidad” y que “es la mejor porque es la que tiene más capacidad de mejorar”, en atinadas reflexiones de nuestro filósofo. Más que choque cultural positivo, aniquilación cultural negativa, para aplicar el terror en todos los ámbitos.

De la Historia podemos aprender que el terror, sea el de Robespierre en la Revolución Francesa, capaz de crímenes atroces en nombre de la libertad, la igualdad y la fraternidad; el del cristianismo cuando las Cruzadas o la Guerra de los Treinta Años; el del estalinismo cuando la represión bolchevique; o el del holocausto judío en Alemania, es incompatible con una sociedad libre. Tolerancia cero contra la intolerancia, y el fanatismo es intolerancia en grado sumo.

Y respecto a esto, el gran Karl Popper apostilla, sin dubitaciones: “Los peligros del fanatismo y nuestra obligación de oponernos a él en toda circunstancia, son dos de las lecciones más importantes que podemos aprender de la historia”.

Fuente: http://www.diariodeavisos.com/2015/03/fanatismo-por-juan-julio-fernandez/

4 de marzo de 2015. ESPAÑA

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