Al hablar de los espectros de Marx, Jacques Derrida se pregunta el porqué del plural, si es que hay más de un espectro. El plural puede remitirse a una multitud, una horda, o bien, a una sociedad entera.
Una “población de fantasmas con o sin pueblo, alguna comunidad con o sin jefe –pero también al menos uno de la dispersión pura y simple. Sin agrupación posible”.
La otra pregunta que él se plantea es acerca de la posible animación del espectro por un espíritu y si podríamos hablar de un espíritu del marxismo. Como en Hamlet, “todo comienza con la aparición del espectro”.
El propio Marx pensó la experiencia del espectro en una especie de dramaturgia que se desplegaba en la Europa moderna. A su vez, Valéry imbuido por el mismo pensamiento, una filial del raciocinio, define al hombre y a la política en La política del espíritu, donde dice: “El hombre: una tentativa de crear lo que me atrevería a llamar el espíritu del espíritu”.
Derrida se pregunta también ante la frase de Valéry sobre el Hamlet europeo, qui genuit Marx qui genuit Valéry, ¿qué sucede entre estas generaciones?
En la obra de Valéry, Crisis del espíritu, aparece el nombre de Marx tan sólo una vez. “Se inscribe ahí el nombre de la calavera que ha de venir a las manos de Hamlet: ahora sobre una inmensa terraza de Elsinore, que va de Basilea a Colonia, que llega hasta las arenas de Nieuport, hasta las marismas del Somme, las calizas de Champaña, los granitos de Alsacia –el Hamlet europeo– observa millares de espectros. No obstante es un Hamlet intelectual. Medita sobre la vida y la muerte de las verdades. Sus fantasmas son los objetos de nuestras controversias; sus remordimientos los títulos de nuestras glorias (…) Si toma una calavera en sus manos, es una calavera ilustrada. ¿Who was it? Este fue Lionardo (…) Y este otro es el cráneo de Leibniz que soñó con la paz universal. Y aquel fue el de Kant qui geuit Hegel qui genuit Marx qui genuit… Hamblet no sabe muy bien qué hacer con esos cráneos. ¡Pero si los abandona! (…) ¿Acaso dejará de ser él mismo?”
Con posterioridad, Valéry escribe La política del espíritu y ahí retoma lo escrito sobre el Hamlet europeo. Derrida puntualiza que allí omite una frase, una sola, omite la que nombra, justamente, a Marx. El filósofo se pregunta el porqué de esta única omisión.”¿Adónde ha ido a parar?” Concluye que el nombre del que desaparece puede haber cambiado de lugar de inscripción.
Más allá del olvido selectivo, Valéry nos dice tres cosas acerca de las calaveras y las generaciones de espíritus y estas tres cosas “conciernen justamente a esa cosa que se llama el espíritu. Desde que se deja distinguir el espíritu del espectro, el espíritu toma cuerpo, se encarna, como espíritu del espectro (…) El espectro se convierte más bien en cierta cosa difícil de nombrar: ni alma, ni cuerpo y una y otra”. Ya Marx precisaba que el espectro correspondía a una incorporación paradójica, “el devenir-cuerpo, cierta forma fenoménica y carnal del espíritu”.
Eran tres cosas aludidas: 1) el duelo, 2) el hecho de no poder hablar de generaciones de calaveras o de espíritus sino “bajo la condición de la lengua”, 3) la cosa trabaja: El espíritu del espíritu es trabajo. Entendiendo por espíritu cierta potencia de transformación.
Aquí se abren ciertas preguntas cruciales al respecto. ¿Qué es un fantasma?, ¿qué es la efectividad o la presencia del espectro?
Adentrarnos en estos caminos tal vez nos conduzca hacia la verdadera vía democrática, cuando más que nunca se ha hecho evidente el fracaso del falso discurso democrático occidental basado en el logofonocentrismo derivado de la metafísica de la presencia.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2010/02/19/index.php?section=opinion&article=a04a1cul
MEXICO. 19 de febrero de 2010