“«[…] El verdadero y propio fundamento de la filosofía es la radical aprehensión existencial [Existenziell], y la temporalización de la problematicidad […]»[1]” Martín Heidegger
La puerta de entrada al camino del pensar es la caída en cualquiera de las páginas de un libro de filosofía. Lo que, en una reflexión libre, viene a continuación, sigue el hilo de las relaciones entre la lectura y el ejercicio del filosofar, atravesando el bosque que significa el estilo del pensar [Denken] propuesto por Martín Heidegger.
La lectura filosófica toma en el tiempo de maduración su carácter más propio, ella es una de las modalidades existenciales [Existenziell][2] del filosofar. Leer es afligirse, descomponerse, preocuparse [bekümmerte] por la lectura, pero también una apropiación [Aneignung] con lo que fue pensado ya por el pensamiento; en ese sentido, es un recuerdo [Andenken] que implica repensar la historia de la filosofía al leer un texto filosófico. No solo en la lectura se hace el filosofar, sino que en la lectura se da uno de los modos en los que la preocupación fundamental [Grundbekümmerte] del filosofar, se encuentra con lo desconocido en lo conocido por la historia de la filosofía y, madura en el tiempo [Zeitingung] del leer, la potencia de la cuestionabilidad [Fragwürdigkeit-Fraglichkeit] del presente.
La filosofía es una apropiación preocupada con la historia [bekümmerteAneignung der Geschichte], porque en el filosofar la conciencia histórica es determinante; se trata de una implicación del «Yo» con aquello de lo que se ocupa, en el sentido de una molestia del existir cotidiano que inevitablemente compromete con la historia. Es a partir de una situación y por la situación que se filosofa. Ósea que el filosofar, en su carácter de cuestionabilidad [Fragwürdigkeit-Fraglichkeit], presenta el presente como aquello que debe ser interrogado [Gefragte], que nos preocupa [bekümmerte] como nuestro propio preguntar [Befragte] y es puesto en cuestión en el preguntar [Erfragte]. En ese orden, la comprensión [Verstehen] es un repetir originario [ursprünglichwiederholen] de lo que ya fue preguntado[3]. La actualidad es el modo como el pasado es preguntado en el presente[4], el carácter ya interpretado actualmente de la actualidad como su temporalidad [Temporalität]. Es en ese sentido que la maduración temporal se asocia directamente a la comprensión, en su demanda de actualización, de actualidad, que, por siempre ser a la vez, establece un vínculo originario no entre igualdades, sino entre identidades.
La colocación de la temporalidad dentro del alcance de la comprensión posee rastros históricos que ayudaron a delimitar lo que vino a ser comprendido como conciencia histórica. Esa forma occidental de entender la conciencia ofreció las condiciones de posibilidad de lo humano como un ente-en-el-tiempo frente a la continuidad del ser. Lo infinito es eterno, lo finito es cambiante. Una vez se produce la irrupción de la conciencia histórica en la modernidad todos los fenómenos son pensados a la luz de su carácter temporal, pero la temporalidad es pensada sobre el prisma de una atemporalidad «Trascendental» del sujeto entendido a partir de la neutralidad del método científico. El tiempo mismo ha sido puesto sobre esquemas y estructuras para establecer su movilidad sobre la imagen del Ser eterno y atemporal, una estructura de la temporalidad estático-horizontal. La conciencia histórica es puesta en su determinación ontológica, el carácter temporal de la realidad se concibe como central e ineludible; no obstante, la modernidad es la experiencia del tiempo presente dentro de la continuidad abstracta del ser y el movimiento de los entes en el tiempo. El pasado es puesto como lo ya terminado, lo solidificado que pesa en el presente y el futuro como lo imprevisible o lo previsible solo por medio de la objetivación de las tendencias histórico sociales. El tiempo transcurre desde la universalidad abstracta.
Heidegger propone otro enfoque de la temporalidad [Temporalität], cuya motivación fundamental es anteponer una comprensión preocupada con la historia frente a esta tendencia para entender la historicidad como entes-en-el-tempo. En su lectura de Aristóteles en el Natorp-Bericht. lo fundamental es la comprensión de la vida humana en el sentido de su carácter propio de ser[5]. Se trata de superar la temporalidad estático-horizontal, con una «Temporalización de la temporalidad» sobre la base de la caída en la vida fática [FaktischeLeben]. Al leer Aristóteles, Heidegger se enfrenta con la preocupación [bekümmerte] del filosofar como acto existencial [Existenziell], donde el “comportamiento cognoscitivo hacia…” es ya un modo de ser en la vida fática.
La preocupación fundamental [Grundbekümmerte] de la filosofía hacia el pasado es cuestionador y problemático [Fragwürdigkeit], porque se trata de honrarlo al relacionarse críticamente con él y afligirse al pensar lo que el pasado ya pensó. Ese replegarse de la filosofía sobre su propia historia, como pensamiento y no como meras notas escritas y solidificadas en los documentos filosóficos, es precisamente lo que da el carácter de preocupación fundamental [Grundbekümmerte]. En la medida que lo comprende [Verstehen] históricamente, es la repetición originaria del pensamiento. La comprensión [Verstehen] no significa entonces constatar (como pensaron Dilthey y Weber), sino «Repetitio», una repetición [wiederholen] que demanda nuevamente por lo comprendido en el sentido de la situación. La repetición aparece como una demanda de la vida fática, en ese sentido, es que lo esencial de la filosofía no está en filosofemas, en los conceptos, estos son el suelo o el punto de partida, pues el filosofar es vida en movimiento y en contra movimiento, un cuidado [curare – Sorge] de la herida que causa el modo radical de la cuestionabilidad [Fragwürdigkeit-Fraglichkeit]. El filosofar es crisis permanente, siempre vuelve a cuestionar sus fundamentos, esa es su modalidad más originaria.
Lo primero filosóficamente no es una teorización de la historia, ni una conceptualización del conocimiento del acontecimiento histórico en cuanto objeto de las ciencias histórico sociales, sino la interpretación de aquel ente histórico en su historicidad propia[6] El existir como propio es la preocupación fundamental [Grundbekümmerte], pues la historia deja de colocarse como un universal abstracto entendido como «Humanidad», una continuidad universal que está por encima de la individualidad del «Yo» concreto y del instante. Para Heidegger, el tiempo deja de ser cronológico, del reloj y de las eras de la «Humanidad», por el contrario, es kairológico, una relación determinada con el tiempo donde la humanidad es propia, concreta y no abstracta, presentándose como la caída de la existencia en la vida fáctica.
Facticidad entonces, dice Heidegger[7], es el nombre que damos al ser de nuestro existir propio, lo que quiere expresar «ese existir en cada ocasión». La historia preocupa [bekümmerte] porque es apropiación [Aneignung] de la temporalidad cada vez en todo momento. El existir propio no puede ser intuido, es soportado, empuja hacia la decadencia, porque su impacto es ver la existencia, por lo que la filosofía no puede ser sino un cómo (Wie) de la vida fática, un modo y carácter de ser, y, el comprender [Verstehen], un soportar el impacto de la experiencia [Erfahrung], un mantenerse en pie. La investigación filosófica es «hermenéutica de la facticidad», ya que afronta el estado de “ya interpretado” en la actualidad tanto de la objetivación de las ciencias histórico sociales, como por la propia terminología de la tradición de la filosofía, por eso es apropiación preocupada con la historia [bekümmerte Aneignung der Geschichte].
Ahora, la existencia [Existentia-Existenz] en cuanto tal temporalidad, es configuración de una época determinada; se trata de una presión del pasado y una visión del futuro, donde el presente es la presencia de ambos como actualidad. Es por eso que Heidegger concibe la actualidad como búsqueda de la originalidad que puede ser alcanzada, porque el presente, que es donado, aparece también como tarea, como una necesidad de superarlo, así la historia no es un hacer sino un ser, un rehacer la estructura para reorganizar, una «Destruktion»[8] como desafío de la creación, un salto al primer originario [Ursprung].
El cuestionar por el acceso al ser de la vida fáctica es un interrogar por el carácter fáctico de la propia actividad filosófica en su relación con la historia del pensamiento en su propia configuración como «vivenciar» [Erlebnis] lo que ya fue pensado por el pensamiento. La vida [vita- xwh] así entendida, tiene que ser problematizada, aunque ella posee medios propios de expresión, estos tienen que ser desvelados [αληθεύειν] en la manera en que la vida habla consigo misma, en que ella es vivida en la experiencia histórica de su propia significación, pues, su polisemia indica su movilidad, su carácter originario en el modo como es abierto la verdad del ser. La apropiación preocupada con la historia [bekümmerte Aneignung der Geschichte] es un modo en que la vida [vita-xwh] habla consigo misma en el filosofar.
Leer en filosofía es confrontar creativamente lo que ya fue pensado en la historia del pensamiento; rehacer el Ser recorrido y trazar el propio camino. Así, para Heidegger, en el sentido que la actividad filosófica es ella misma un modo del ser de la vida fática, es la posibilidad de la co- temporalización [Mitzeitigung] de la filosofía como preocupación comprensiva con la historia, una apropiación existencial [Existenziell] en la lectura que toma en el tiempo de maduración su carácter más originario. Leer es un comportamiento en la vida práctica; es una actividad cotidiana que no implica de modo inmediato el filosofar. Pero el filosofar encuentra en el libro filosófico el estar a la mano [Zuhandenheit] del pensamiento, sin que ello implique como tal el filosofar propiamente dicho. Ahora bien, sólo en la preocupación [bekümmerte] con lo que se dice en el documento histórico-filosófico se puede dar un camino para el comportamiento cognitivo propio del filosofar. Se trata entonces de un modo existencial [Existenziell] de tener previo [Vorhabe] en la filosofía que acerca al filosofar para su condición ontológica, fundado precisamente en el carácter pre-ontológico de la vida fática. En la lectura se abre el tener previo [Vorhabe] de la vida fáctica como «phrónesis» [φρόνησις], pues estamos ahí [Da] en el carácter pre-teórico de la filosofía como una modalidad del cuidado [curare – Sorge] que abre la temporalidad [Temporalität] del ser en general y la temporalidad originaria [Zeitlichkeit] puesta en nuestra vida cotidiana.
Notas
Todas las columnas del autor en este enlace: Hander Andrés Henao
[1] GA61, p. 35
[2] Como se sabe, se debe tomar cuidado con el uso que realiza M. Heidegger de los términos alemanes «Existenziell» y el «Existenzial», pues al distinguirlos en la introducción (§3-4) de «Sein und Zeit», abarcan la «Diferencia Ontológica» entre el ámbito propio del «ser» y el del «ente». De ese modo, en la difícil tarea de traducción al castellano de estos términos, podemos caer en algunas confusiones. De las dos traducciones canónicas de José Gaos de 1951 y la de Jorge Eduardo Rivera de 1997, mantenemos la del primero, quien traduce «Existenziell» por Existencial, remarcando el carácter óntico y, «Existenzial» por Existenciario, remarcando a su vez la dimensión ontológica.
[3] Eso queda evidenciado en el modo como es organizado el §1 de “Sein und Zeit”.
[4] Puede remitirse fácilmente al §7 de la GA63.
[5] Literalmente «[…] Der Gegenstand der philosophischenForschungist das menschliche Dasein als von ihrbefragtaufseinenSeinscharakter […] » GA62, p. 348.
[6] Cf. §3 de “Sein und Zeit”.
[7] GA63, p. 7.
[8] Tema que retoma en el §6 de “SeinundZeit”.
Fuente: https://docs.google.com/document/d/1wEoqBq2GO1JWCYY179jixjF1zrGePGR1tpfSdiLCCqw/edit
2 de febrero de 2024