El temblor del héroe

El temblor del héroe (Premio Nadal 2012), de Álvaro Pombo. El autor reflexiona sobre la cobardía, la indiferencia social, la responsabilidad y las consecuencias de no sentirse comprometido con nada.


Portada de El temblor del héroe (Premio Nadal 2012), de Álvaro Pombo
¿Acaso no es la jubilación la liberación del hecho de madrugar cada día para ir a trabajar, no es la época dorada donde hemos acumulado experiencia y conocimiento que nos permiten mirar la vida con unos ojos nuevos? ¿No es tener tiempo para disfrutar de los amigos, del tiempo de ocio, de no tener prisa para nada, paciencia para todo,… de poder vivir plenamente la vida junto a los que nos quieren?

Lo ideal sería tener esta visión de esta “edad” de la vida propia y ajena, pero la realidad suele ser bastante diferente…

“El temblor del héroe” (Destino, disponible en FantasyTienda) narra la experiencia de Román, un profesor universitario de Filosofía, ya jubilado, que durante muchos años supo transmitir a sus alumnos el entusiasmo por lo divino y lo platónico, y entabló relaciones muy especiales con ellos, sobre todo con Eugenio y Elena.

Con ambos, tiene Román una relación especial que ya comenzó en sus años de docencia, los cuales él recuerda continuamente.

Le vienen a la mente sus discursos sobre la libertad, sobre la individualidad,… pero ahora, al no tener que dar clase, piensa que no tiene ya nada que decir. Sus palabras se contraen, se arrugan y se deshidratan… Se agudiza en él la sensación de estar solo y de no ser entendido, de ser censurado por quienes le oyen. Eugenio, en sus encuentros como amigos, no logra entender esta forma de Román de ver la vida, de ver su propia existencia vacía.

“La habitación tan austeramente amueblada, este despacho como de un departamento de la facultad, tan impersonal, es ahora elocuente y dice eso: no hay nada. Hay sólo lo que vemos. Y lo que vemos es nada o casi nada”. Así compara Román su interior con su propia habitación.

Elena cree que Román tras jubilarse, ha perdido la memoria de toda su experiencia, sus ilusiones, su pasado y su presente…Román está angustiado, malhumorado, falto de deseos. “Quizás a su edad todas las ilusiones se pierden” -opina Eugenio. Piensan que Román lo ha comunicado ya todo, por eso está vacío.

A pesar de que Elena y Eugenio son pareja, Elena está enamorada de Román, aunque ni ella misma lo entiende. No es una atracción física sino psicológica: pasean, hablan… todo en un idilio utópico que ninguno de los dos refiere por no hacer que se rompa como el cristal. Este idilio dura ya más de un año, a espaldas de Eugenio, y lo mantienen en secreto porque, en parte, Elena piensa que está engañando a Eugenio.

¿Por qué deberíais leer esta novela? Porque está llena de valores humanos dignos de no olvidar, y porque leyéndola caes en la cuenta de que no faltan muchos años para que nuestra sociedad sea predominantemente de personas mayores como Román, y sería una pena no saber valorarlas como pozos de sabiduría, conocimiento y crítica del mundo.
Román conoce fortuitamente a Héctor, un periodista andaluz que le propone una entrevista como “persona inactual”, es decir, como alguien que tuvo una relevancia cultural y ahora está comenzando su declive.

“A los 65 años, se empieza a sentir miedo. Miedo a no ser capaz de seguir haciendo igual, o mejor, lo que lleva uno haciendo bien toda la vida… Se teme estar, sin darse cuenta, perdiendo facultades. Uno no hila ya todo seguido… uno es impreciso.”- piensa Román.

Nuestro protagonista confiesa a Héctor que tras la jubilación, uno se enfrenta al desamor de los demás, al desprecio y a ser marginado, y es devaluado por la sociedad, aun siendo capaz aún.

Héctor se siente atraído, periodísticamente hablando, por la personalidad de Román. Aprende de él a todas horas, de su conversación fluida, cultivada, llena de citas. Tiene mucha curiosidad por la trayectoria profesional vivida por nuestro protagonista.

Y establece una relación de simbiosis con él: Héctor escucha y aprende, Román se comunica y cuenta… Elena es traumatóloga, igual que Eugenio. Le gusta su trabajo, se entrega a él y le gusta mirar a los ojos de sus pacientes, cogerles de las manos y hablarles con el corazón. La verdad es que le encanta su trabajo. El pensar que ama a la vez a Román y a Eugenio, le impide disfrutar del tiempo que pasa con Eugenio. Tiene un enorme sentimiento de culpa y no lo puede evitar.

“No hay nada peor que saberse amado y a la vez sentirse incapaz de amar a quien nos ama. Si nos constara que se nos ama sin reservas, si nos constara que somos amados de ese modo, el sentimiento de culpa sería tan intenso que no podría soportarlo nadie; yo no podría soportarlo” – dice Elena.

Román, a sus años, lleva muy mal la soledad. No está acostumbrado a estar solo. Sus amigos, Eugenio y Elena, planifican reuniones informales con él. Ellos lo tratan de forma fraternal “como si se le diera por acabado o gloriosamente realizado”.

Le gustan los encuentros a 3, la cordialidad, la complicidad, el placer de reunirse todos juntos, como cuando ellos eran alumnos y Román el profesor.

Cuando a través de Héctor, Román conoce a Bernardo todo le resulta desagradable. Su relación de hace años con Héctor no es una historia comprensible hoy por hoy. Bernardo consigue inmiscuirse en su vida y entrar a formar parte de ella.

A pesar de todo y de todos, Román vive su jubilación de forma muy peculiar. “…un intenso malestar, un anhelo reactivado de continuo, ahora que cada vez oye menos, acaricia menos y le llega más amortizado el mundo exterior. Vive Román inmerso en un disparadero de emociones sensoriales y afectivas difusas, que le dejan irritado y malagusto, con un desánimo ligero y continuo, un ligero aburrimiento que parece orientar ahora su conducta hacia lo contrario del quehacer: hacia un ocio inane.”


Álvaro Pombo

Román es por naturaleza desconfiado y no se fía de la relación entre Héctor y Bernardo. Román aprecia a Héctor, le recuerda a sus antiguos alumnos, pero piensa que Bernardo es chulesco y engreído. Lo que le sucedió a Héctor cuando tenía 13 años, le ha condicionado durante toda su vida para relacionarse con el resto del mundo; su infancia falta de calor familiar, no tener una vida estable ni un domicilio fijo, lo convierten en una persona inmadura, veleta, inconstante, que no sabe a dónde va, ni con quién, ni para qué… tan sólo se deja arrastrar.

“Que lo esencial de nuestra vida tenga, por cualquier razón, que permanecer en secreto y suceder a espaldas del mundo ordinario es un hecho capaz por sí solo de modificar toda una vida… un pseudoactor que finge que siente lo que dice que siente. En estas circunstancias es natural no tener amigos íntimos…”

Todo este sinfín de historias que se entrecruzan hacen a Román sentirse “lento”: “Tiene ahora la impresión, análogo a la lluvia, de que es lento, de que tarda mucho en entenderse a sí mismo, en entender los libros, en entender a los demás, en entender el mundo.”

¿Conseguirá Román encauzar su camino a una vida más gozosa? ¿Encontrará Héctor su camino, entre tantas dudas? ¿Será capaz Elena de sincerarse con quienes ama…?

“El temblor del héroe” es una historia de reflexión sobre la indiferencia de la sociedad ante un cambio de estado de nuestro personaje, sobre el contacto con los mayores de nuestro mundo, sobre la ética y la responsabilidad. Historia narrada en tercera persona, llena de costumbrismos y simbolismo, a veces llena de humor, a veces llena de crudo realismo.

Encontramos a lo largo de sus páginas numerosas alusiones a personajes filosóficos como Nietzsche, Hartmann, Platón, Alcibíades, Oswaldo Market, Averroes, R. Barthes, Antonio Machado, Sócrates, Kierkegaard, Sartre… que nos demuestra el gusto del autor por los clásicos de la filosofía y la literatura.

La novela cuenta con muy pocos personajes, sólo 5, en 3 de los cuáles se centra la acción principal. Y todos ellos se caracterizan por enjuiciar a otras personas. Hay quien puede entender que el relato versa sobre el engaño, la mentira y la falta de interés y compromiso sobre la vida.

Aunque, en realidad, habla de un anciano que vive de vuelta de muchas cosas, sumido en cierta añoranza y melancolía, que se ve enfrentado en distintos momentos a situaciones que le desbordan. El mundo se le figura hostil y frío, falto de confianza y falto de compromiso con el prójimo.

El autor reflexiona sobre la cobardía, la indiferencia social, la responsabilidad y las consecuencias de no sentirse comprometido con nada. Álvaro Pombo nació en Santander en 1939. Se le conoce por ser uno de los escritores más importantes de las letras hispanas de los últimos años. Es considerado como uno de los renovadores del realismo subjetivo. Su pseudónimo es Jorge Bruno y el título provisional de esta novela fue “Los amigos de Román”.

Se dio a conocer como poeta con “Protocolos” en 1973 y “Variaciones” en 1974, éste último galardonado con el Premio El Bardo. También publicó “Relatos sobre la falta de sustancia” en 1977 que son un conjunto de 12 cuentos cortos. Después, se dedicó a la novela con “El parecido” en 1979 que fue su primera obra de este género. Luego vinieron “El hijo adoptivo” en 1979 y “El héroe de las mansardas de Mansard” que fue Premio Herralde de novela en 1983. Otros premios le fueron dados como el Premio Nacional de Narrativa en 1997, el Premio Fastenrath en 1999 y el Premio Planeta en 2006.

Con esta obra, “El temblor del héroe”, Álvaro Pombo gana el Premio Nadal de Novela 2012. Personalmente, pienso que tiene una mente privilegiada y una maravillosa maestría para mezclar realidad, ficción y filosofía, todo entrelazado.

¿Por qué deberíais leer esta novela? Porque está llena de valores humanos dignos de no olvidar, y porque leyéndola caes en la cuenta de que no faltan muchos años para que nuestra sociedad sea predominantemente de personas mayores como Román, y sería una pena no saber valorarlas como pozos de sabiduría, conocimiento y crítica del mundo.

Pienso que para valorar nuestras vidas, hay que saber valorar las vidas de los que nos precedieron y la vida de los que nos acompañan cada día. A veces nos olvidamos de que la vida es aquello que nos sucede mientras nosotros nos empeñamos en hacer otros planes.
Fuente: http://www.fantasymundo.com/articulos/4514/temblor_heroe_premio_nadal_2012_alvaro_pombo

6 de junio de 2012

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