El silencio, la verdad y la vida

Muchos avisados, voceando nociones de Oriente, celebran el silencio por sobre las palabras. Es para pensarlo. La filósofa chilena Carla Cordúa (1925) incluye en “Once ensayos filosóficos” el texto “Sentidos del silencio”, e indaga en eso a partir de escritos de Wittgenstein. Éste, en su “Tractatus”, alude al tema en dos pasajes breves. Para Cordúa, que se trata de “una rareza en un libro moderno”. Todo el saber europeo-americano de nuestros tiempos (desde hace siglos, si no milenios) se estructura en un decir explícito de descubrimientos y reflexiones, resultados y experimentos. La “verdad” es modificable, expansible, a diferencia de más antiguos tiempos en que la verdad estaba dada aunque fuese incompleto su conocimiento: se la podía contemplar, también, en silencio. “Si eres parco en palabras y te prestas atención a ti mismo”, frasea Cordúa ilustrando esa actitud, “descubrirás que eres un diálogo, esto es, uno que conversa consigo sin malentendidos”. Pero en estos dos últimos siglos, ¿qué decir del silencio? Wittgenstein movió sus labios.
Un capítulo anterior versa sobre Nietzsche y “la vida”. El atormentado mostachudo expresó -señala Cordúa- tres concepciones sobre el tema: “La descripción de la vida que predomina en (…) ‘El origen de la tragedia’”, luego la posterior representación de la ‘misma’ como voluntad de poder”, y finalmente “la vida configurada por diferencias culturales que proceden de sistemas de valores hostiles entre sí”. En la primera, el arte, lo estético y la apariencia surgen como “una parcial alternativa vital” ante el fundamento del ser. “El dolor y el terror insoportable de estar vivo” pertenece al fundamento, y “la apariencia, en cambio, es la condición necesaria de que los vivientes puedan soportar la vida”. A mirar formas, que vivir da mucho miedo. Quien desee conocer cómo esta noción vital de Nietzsche se modifica en posteriores escritos, y qué conclusiones extrae la autora, devore este volumen y vaya cada tanto a las fuentes.

De Peter Sloterdijk, nuestro contemporáneo, examina Cordúa reflexiones sobre la exageración y la hipérbole. Este autor se interesa “en los lenguajes extremistas de la teología y la metafísica”. La unidad del ser y su bondad constituye riqueza en tanto se desplieguen las diferencias que la conforman, incluidas las oposiciones. Sentimos florecer nuestro cerebro en medio de estas abstracciones. Hemos mencionado apenas una ínfima parte de este libro. Léase, a ver si vale eso de que el chileno no capta ni la mitad de lo que lee.

ONCE ENSAYOS FILOSÓFICOS
Ensayo
Carla Cordúa
Ediciones UDP, 2010
267 páginas
Fuente: http://www.lanacion.cl/el-silencio-la-verdad-y-la-vida/noticias/2010-08-08/194814.html

CHILE. 9 de agosto de 2010

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