El realismo escolastico de los universales en Peirce

1. Introducción.
Conviene distinguir dos sentidos en la palabra “realismo”: uno se da cuando se usa dentro del problema de los universales y otro distinto cuando se usa dentro del problema del alcance y límites del conocimiento.
En el primer caso tiene un sentido metafísico más bien que epistemológico, y se refiere al estatuto ontológico que se concede a los universales, ya sea como entidades reales, ya sea como entidades meramente mentales o lingüísticas. En el ámbito del problema de los universales, el realismo se contrapone al nominalismo. El nominalismo ve los universales como puros conceptos o como meras palabras; el realismo se le opone, y puede ser extremo (platónico), cuando se ven los universales como entidades subsistentes, o moderado(aristotélico), cuando se ven los universales como dependiendo de los individuos enlos que se realizan 2.
En cambio, en el ámbito del problema del conocimiento, el realismo se contrapone al idealismo y tiene un sentido de realismo cognoscitivo. Aquí lo
tomaremos solamente en su sentido ontológico de respuesta al problema de los universales, y trataremos de ver el matiz que adquiere en el pensamientode Charles Sanders Peirce.
Peirce comenzó siendo nominalista, pero pronto derivó hacia el realismo escolástico, específicamente el escotista: “Cuando a los doce años (1851) lee los Elementos de Lógica de Whately, Peirce se considera nominalista, y así se presenta en sus artículos de 1868-1869. Sin embargo, ya allí va apareciendo su nexo con el realismo escolástico de Escoto y en 1871 se declara realista”3. Ya tan tardíamente como en la tercera conferencia dictada en el Instituto Lowell (1903) mantiene esa posición. Dice él mismo: “Me declaré realista. Desde entonces he revisado cuidadosa y completamente mis opiniones filosóficas en más de seis ocasiones y sobre la mayoría de temas las he modificado más o menos, pero nunca he podido pensar distinto respecto al nominalismo y el realismo” (CP 1.20). Lo mismo dice ya en 1910, en un escrito sobre el pragmatismo (CP 5.470).

Así pues, fue una postura que se mantuvo muy firme en el pensamiento peirceano. De hecho, es muy aceptado y comentado el que Peirce fue influenciado por Escoto. Lo que más falta hace es ver en qué medida y en qué sentido se dio tal influencia. Pues también puede verse que Peirce modificó y adaptó las tesis de Escoto a sus intereses. Ya el arrojar un poco de luz sobre esta influencia será algo benéfico. Trataremos de verlo. Y, para ello, procederemos primero a sintetizar mínimamente la posición de Escoto. Después entraremos a la de Peirce; y, finalmente, señalaremos algunas de sus diferencias.
Comenzaremos, pues, tratando de ver en qué consiste el realismo escotista.

2. La posición de Escoto frente a los universales.

Juan Duns Escoto tiene una postura realista en cuanto al problema de los universales. Esto significa, en primer lugar, oposición al nominalismo. El nominalismo afirmaba que los universales no tenían en sí ningún tipo de realidad exterior a la mente ni al lenguaje, ni tampoco fundamento en lo real. Desde el verbalismo de Roscelino, que decía que eran sólo soplos de la voz (flatus vocis), hasta el conceptualismo de Abelardo, Ockham, Locke y Berkeley, que decían que eran sólo conceptos fabricados por la mente, pero sin que necesariamente correspondieran a la realidad, se movía el nominalismo. En el extremo opuesto estaba el
realismo extremo o platónico. Platón sostenía que los universales eran las Ideas, entidades subsistentes de las que participaban las entidades que percibimos. Los medievales que seguían a Platón, sobre todo a través de San Agustín, como, por ejemplo, San Buenaventura, ponían esas ideas en la mente de Dios, y sostenían que desde fuera de los individuos, por participación, los hacían ser lo que son. En medio del nominalismo y el platonismo se ubicaba el realismo moderado, representado en la Edad Media por Santo Tomás y Duns Escoto. Pero eran dos realismos moderados muy diferentes, al menos en el matiz. En algunos aspectos, los más fundamentales, el realismo de Escoto era más fuerte que el de Santo Tomás. (No en todos los aspectos lo es, pues, por ejemplo, es menos realista que el Aquinate al decir que las esencias físicas son posteriores al pensamiento divino que las produce, pero es más realista que el Aquinate al decir que, una vez producidas, las esencias tienen una realidad más fuerte que la que tenían en cuanto pensadas por Dios)4.
Escoto parte del reconocimiento de que lo verdaderamente real son los individuos, los cuales tienen una forma, esencia o naturaleza, individualizada por la esteidad (haecceitas). Dicha naturaleza es común en la cosa, pero no universal. Para Escoto, la comunidad, pero no la universalidad, se da en la cosa previamente a la acción del intelecto5. Gilson interpreta esta comunidad como universalidad6. Pero Alain de Libera dice que no debe entenderse como universalidad7. Para Escoto sólo el individuo tiene unidad numérica, ya que si el universal la tuviera, los individuos pertenecientes a ese universal (género o especie) se fundirían en uno solo.
La naturaleza común tiene una unidad menor que la real o numérica, pero mayor que la de la sola razón. Para Sto. Tomás la naturaleza en la cosa tiene sólo unidad de razón. Por eso Escoto parece más realista que Santo Tomás. Ya hay una unidad, entidad o acto, aunque sea menor, en la naturaleza común en la cosa.
Para Escoto la naturaleza puede ser vista desde el ángulo metafísico, y entonces es la naturaleza en su estado puro, como quería Avicena, que no es ni individual ni universal, aunque sí es objeto del intelecto; o puede ser vista desde el ángulo físico, y entonces es la naturaleza en estado individual, particularizada en el individuo; o puede ser vista desde el ángulo lógico, y entonces es la naturaleza en estado universal, en el intelecto y por obra de la capacidad abstractiva de éste. Pues bien, esta naturaleza metafísica es la que tiene una unidad menor que la naturaleza física, la cual tiene unidad numérica en la cosa; pero tiene una unidad mayor que la naturaleza lógica, la cual tiene unidad de razón en el intelecto. Es por lo que A. de Libera dice
que Escoto no considera la naturaleza como universal en la cosa, sino sólo como común, y que sólo es universal en el intelecto, acercándose mucho a la postura de Santo Tomás. En cambio, según Gilson, “Duns Escoto ha asimilado manifiestamente, bajo la influencia de Avicena, una dosis de realismo platónico más fuerte que Aristóteles o que Santo Tomás de Aquino. No le parece imposible que una especie, digamos una “naturaleza’, goce de una unidad y de una realidad que le sean propias” 8. Nos parece más acertada la interpretación de Alain de Libera, ya que Escoto distingue entre la naturaleza común, objeto del metafísico, y el universal, objeto del lógico. Y esa naturaleza en la cosa no tiene universalidad, sino sólo comunidad, siendo propiamente universal sólo en el intelecto9. Así, el realismo de Escoto, aunque parece un poco más fuerte que el de Santo Tomás, es en realidad muy cercano al de éste, y muy alejado del platónico.

3. El realismo de Peirce.

Peirce hace, en su reseña de la edición de Berkeley preparada por Fraser, una exposición de la querella de los universales en la Edad Media. Y acertadamente vincula la teoría de los universales de Escoto con la teoría de las formalidades de éste, a saber, los tipos de entidades componentes que se encuentran en los entes reales. Dice: “El siglo XIII fue realista, pero la cuestión relativa a los universales no fue tan debatida como varias otras. Hasta fines del siglo el escolasticismo era algo vago, inmaduro e inconsciente de su propio poder. Su mayor gloria estuvo en la primera mitad del siglo XIV. En ese momento Duns Escoto, un británico (pues se discute si fue escocés, irlandés o inglés), enunció por primera vez de una manera coherente la posición realista, y la desarrolló con gran amplitud, aplicándola a todas las diferentes cuestiones que dependían de la misma. Su teoría de las ‘formalidades’ fue la más sutil que jamás se haya esbozado, salvo tal vez la lógica de Hegel, y Escoto sólo estaba separado del nominalismo por una fracción de milímetro. Por
consiguiente, no resulta sorprendente que pronto la posición nominalista fuera adoptada por varios escritores, en especial el famoso Guillermo de Ockham, que alcanzó la supremacía en este bando, en virtud de la forma minuciosa y magistral en que trató la teoría y la combinó con un agregado a la doctrina de los términos lógicos, que en esa época era bastante reciente, pero que ahora ha sido olvidado”10. La obra de Escoto es la que Peirce considera que salvaguarda el realismo conveniente a la ciencia. Por lo demás es evidente su aprecio por Duns Escoto, y aun por su contraparte, Ockham: “Estos dos hombres, Ockham y Escoto, son las mentes especulativas más grandes de la Edad Media y tal vez los más profundos metafísicos hasta hoy” (CP
1.29).
Curiosamente, si entre los medievales Duns Escoto nos parece más realista que Santo Tomás, a Peirce le parece menos realista de lo que sería de desear. Él pretende ser más realista que el escolástico escocés. Es por lo que nos parece que nuestro filósofo norteamericano puede ser colocado como realista extremo. En efecto, Peirce dice que el realismo de los escolásticos fue lo que le atrajo hacia ellos, pero fue también ese realismo de ellos el que le pareció insuficiente. Hablando de cierta época de sus estudios, asevera: “la inexactitud de los alemanes y su lógica vacilante me disgustaban realmente. Sólo Kant y Leibniz me parecieron grandes. Cada vez admiraba más el pensamiento británico. Su única falla, grande y terrible, de la cual me habían rescatado mis rigurosos estudios de los escolásticos -o más bien, fue porque sospeché que tenían razón al respecto que emprendí su estudio y hallé que no iban suficientemente lejos para satisfacerme- era su extremo Nominalismo. Sin duda alguna, todos los filósofos modernos fueron nominalistas, incluso Hegel. Pero yo estaba del todo convencido de que estaban absolutamente equivocados. La ciencia moderna, en especial la física, está y debe estar (a pesar de todo lo que diga el brillante lorenés cuyo nombre se me escapa) esencialmente del lado del realismo escolástico” (CP 1.149)11.
Peirce adopta una posición muy clara de negación delnominalismo. Basado en su filosofía del lenguaje, dice que una expresión puede ser prototipo (type) o instancia (token), y esto lo amplía a otras cosas, p. ej. una pieza de música es prototipo de las ejecuciones que se hacen de ella, que son sus réplicas, y un modelo de auto es prototipo de los autos individuales, que son sus instancias, etc. Así, si escribimos en la pizarra la palabra “gato”, y después la borramos, no acabamos con la palabra type, sino con uno de sus tokens. Pues bien, el type es el universal, y el token es el individuo, porque en la pizarra no usamos la palabra prototípica, ya que si borramos esa palabra “gato” que fue escrita en la pizarra no se acaba con la palabra “gato” en sí. Pues bien, también las leyes son types generales, que tienen como tokens los eventos en que se cumplen y tienen que ser reales, para que sean leyes objetivas. Peirce sigue a Escoto en su afán de evitar el nominalismo, pues también Escoto decía que, si el universal se redujera a ser un concepto o palabra, las leyes físicas no tendrían nada que ver con la realidad, y en lugar de metafísica habría lógica solamente. Por eso Escoto insistía en que el universal tenía fundamento en las cosas (in rebus). Se podría formular esto así: “Los principios universales realmente operan en la naturaleza, tal es, en síntesis, la doctrina del realismo escolástico. Estamos, en términos de Peirce, en el ámbito de la Terceridad” 12. Así, eso impulsa a Peirce a ser aún más realista y a llegar a hipostasiar a la naturaleza común fuera del individuo, es decir, al universal metafísico. Sería una idea, pero una idea ejemplar o prototípica (type). En ese sentido Peirce es más realista que Escoto, y más inclinado al platonismo.

4. Realismo escotista y realismo pragmatista.

Por consiguiente, en lo que Peirce sigue a Escoto es en la intuición de que algo del universal tiene que ser real; pero difiere de él en el tipo de universal al que confiere realidad. Pues Escoto concede cierta realidad propia al universal físico, es decir, a la naturaleza común en cuanto está en el individuo, mientras que Peirce le da una realidad completa y aun parece dar realidad al universal metafísico. En efecto, podemos distinguir, como Escoto, un universal metafísico o anterior a e independiente de la cosa individual (ante rem), que es la naturaleza común en estado indiferente, ni universal ni particular13; un universal físico o en la cosa (in re), que es la naturaleza común en cuanto individuada por la “esteidad” (haecceitas) de la cosa; y un universal lógico o
posterior a la cosa (post rem), que es la naturaleza común en cuanto está en la mente. Para Escoto el universal propiamente tal es el lógico, aunque el físico tiene cierta realidad independiente del intelecto; pero sólo es universal de manera fundamental o en el sentido de ser la comunidad que sirve, desde la cosa, como base de la universalidad. En cambio, para Peirce el universal propiamente dicho no es sólo esa naturaleza que se da en la cosa, sino en cuanto se da independientemente de ella, o separada. Esa diferencia de Peirce con respecto a Escoto (sin negar su indudable dependencia de él) ha sido explicada
por muchos con base en la diferentes lógicas que mantienen. Mientras que Escoto, al igual que los demás escolásticos, tuvo más bien una lógica preponderantemente enunciativa, Peirce tuvo una lógica relacional 14.
Así, el universal separado al que él concede realidad es de la categoría de la terceridad, esto es, de tipo relación, sólo que no es sólo una relación que se da entre las cosas, sino un esquema o ley de las mismas, que las trasciende, que existe independientemente de ellas 15.
Hay que tener además reservas con el pretendido realismo ontológico escotistade Peirce, ya que puede verse que no coinciden completamente. Atendiendo al último párrafo de Peirce que acabamos de citar, Murphey escribe: “Pero esto no es verdaderamente un realismo escotista, ya que, como señala Boehner, Escoto no obtiene la forma universal del particular ignorando las determinaciones particularizantes, ya que si fuera obtenido así, la naturaleza común sería universal en sí misma. Con todo, esto es precisamente lo que Peirce asevera” 16.
Sin duda que la posición de Peirce respecto al problema de los universales es de un realismo más extremo (i.e. más cercano al platonismo) que el de Duns Escoto.
Así pues, hay que tener el cuidado de siempre para ver que no es exacto el seguimiento que hace Peirce de los escolásticos ni, en particular, de Duns Escoto. Sobre esto último observa Murphey: “Ya que todas las cosas son continuas, se sigue que en particular esas cosas que constituyen las extensiones de los universales son continuas. El sinequismo de Peirce es, así, una forma mucho más extrema de realismo que la moderada posición de Escoto, a cuya escuela él a veces proclamaba pertenecer. La posición escotista es que los universales son reales porque hay cosas reales en el mundo que corresponden a esos universales. Esas cosas reales, sin embargo, son singulares, y la naturaleza común que aparece como universal en la mente aparece en el objeto externo como singular. Mas, como Peirce recalca, ‘aun Duns Escoto es demasiado nominalista cuando dice que los universales están contraídos al modo de la individualidad en los individuos, significando, como él lo hace, por los individuos las cosas ordinarias existentes” 17. Es decir, en el fondo, Peirce fue siempre más realista que Escoto, y a veces éste le llegó a parecer cercano al nominalismo. Pero, como siempre contrastó a Escoto con Ockham, lo mantuvo como el ideal de su propia postura realista frente al problema de los universales.

5. Motivaciones de Peirce para elegir a Escoto.

Peirce elige el realismo escotista de los universales porque ve que es el mismo espíritu realista de la ciencia. Más aún, ve en el espíritu de la ciencia un espíritu de devoción religiosa hacia el descubrimiento de la verdad universal (CP 1.32-34). Este espíritu Peirce lo encontró en los filósofos escolásticos medievales: “Piénsese en el espíritu en el que Duns Escoto ha de haber trabajado, el cual escribió sus trece volúmenes in folio, en un estilo tan condensado como las más condensadas partes de Aristóteles, antes de los treinta y cuatro” (CP 8.11).

Puede decirse que en casi todas las épocas de su labor filosófica, Peirce aceptó ese realismo escotista y escolástico: “Peirce estuvo convencido de que la ciencia moderna era exactamente tan realista y tan fundamentalmente opuesta al nominalismo como lo había sido la filosofía de los escolásticos, y se convirtió en la labor de toda su vida probar que el uno brindaba la única verdadera base del otro”18. Un texto fundamental de Peirce a este propósito es el siguiente: “…se sigue que ya que ningún conocimiento nuestro está absolutamente determinado, los géneros deben tener una existencia real. Ahora, este realismo escolástico es usualmente colocado como una creencia en ficciones metafísicas. Pero, de hecho, un realista es simplemente uno que no conoce realidad más recóndita que la que es representada en una representación verdadera. Por tanto, ya que la palabra ‘hombre’ es verdadera de algo, lo que ‘hombre’ significa es real. El nominalista debe admitir que hombre es verdaderamente aplicable a algo; pero cree que hay detrás de éste una cosa en sí, una realidad incognoscible. La suya es una ficción metafísica. Los nominalistas modernos son más bien hombres superficiales que no saben, más allá de lo que
supieron Roscelino y Ockham, que una realidad que no tiene representación es una que no tiene relación ni cualidad. El gran argumento a favor del nominalismo es que no hay hombre a menos que haya algún hombre particular. Eso, sin embargo, no afecta al realismo de Escoto; pues, aunque no hay hombre del que se pueda negar toda determinación ulterior, aún hay hombre, habiendo hecho abstracción de toda determinación
ulterior. Hay una diferencia real entre el hombre sin respecto de lo que las otras determinaciones puedan ser, y el hombre con esta o esa serie particular de determinaciones, aunque sin duda esta diferencia es sólo relativa a la mente y no in re. Tal es la posición de Escoto. La gran objeción de Ockham es que no puede haber distinción real que no sea in re, en la cosa en sí; pero esto es petición de principio, pues está basado sólo en la noción de que la realidad es algo independiente de la relación representativa” (CP 5.312)19. Aquí vemos que se juntan en Peirce el realismo ontológico de Escoto (relativo a los universales) y el realismo epistemológico (la existencia de un mundo independiente de la mente). Pero hay que ver con ciertas reservas
el fenomenismo o fenomenalismo kantiano con el que Peirce quiere combinar ese realismo escolástico. Todavía en un manuscrito de 1897, es decir, en lo más avanzado de su sistematización, Peirce confiesa: “Las obras de Duns Escoto me han influenciado fuertemente. Si su lógica y su metafísica, no servilmente adoradas, sino sacadas de su medievalismo, son adaptadas a la cultura moderna, bajo continuos recordatorios de las críticas nominalistas, estoy convencido de que avanzará mucho en suministrar la filosofía que es la mejor para armonizar con la ciencia física” (CP 1.6). Y, ya en una exposición del pragmatismo, de 1905, sigue defendiendo este realismo escolástico o escotista. Y, cuando dice que algunos objetos generales son reales,
añade: “Por supuesto, nadie ha pensado nunca que todos los géneros son reales; pero los escolásticos solieron asumir que los géneros eran reales cuando difícilmente tenían, o no tenían ninguna, evidencia empírica para apoyar su supuesto; y su falla consiste sólo en eso, y no en sostener que los géneros podían ser reales”20. Ese mismo año (1905) sostiene el realismo escolástico o escotista como parte de lo que -para diferenciar del pragmatismo- llama pragmaticismo: “Otra doctrina que está envuelta en el pragmaticismo es una consecuencia esencial suya, pero que el que escribe defendió… antes de haber formulado, aun en su propia mente, el principio del pragmaticismo, y es la doctrina escolástica del realismo. Usualmente es definido como la opinión de que hay objetos reales que son generales, estando entre ese número los modos de determinación de los singulares existentes, si, de hecho, éstos no son los únicos objetos que son tales. Pero la creencia en esto difícilmente puede escapar de ser acompañada por el reconocimiento de que hay, además, [entes] vagos reales, y especialmente posibilidades reales. Ya que, siendo la posibilidad la negación de una necesidad, que es un tipo de generalidad, es vaga como cualquier otra contradicción de un general.
De hecho, es la realidad de algunas posibilidades sobre la que el pragmaticismo está más interesado en insistir”21. Y en 1906 declara: “Yo mismo soy un realista escolástico de una estirpe un tanto extrema. Todo realista debe, en cuanto tal, admitir que una [palabra] general es un término y, por lo tanto, un signo. Si, por añadidura, sostiene que es un ejemplar absoluto, este platonismo pasa más allá de la cuestión del nominalismo y del realismo; y de hecho la doctrina de las ideas platónicas ha sido sostenida por los nominalistas más extremos. Hay cierta razón para sospechar que fue compartida por el propio Roscelino” 22.
Tal vez no se pueda saber de Roscelino, pero un nominalista que admitió las ideas ejemplares divinas fue su discípulo Abelardo23.
La importancia de los universales para Peirce es que pertenecen a la categoría de la terceridad. En concreto, son leyes de la naturaleza o del ser.
Dice: “…todo concepto general es, en referencia a sus individuos, estrictamente un continuo. Esto (aunque aseverado por Kant y otros) no apareció evidente en la medida en que la doctrina de los géneros fue restringida a los términos no-relativos. Pero a la luz de la lógica de relaciones, se ve que el género es
precisamente el continuo. Por lo tanto, la doctrina de la realidad de la continuidad es simplemente la doctrina que los escolásticos llamaron realismo…”24. Se ve también que la existencia de universales es la que garantiza la legalidad y la continuidad de la naturaleza. De ahí su importancia.
“Yo mismo -confiesa Peirce- fui muy lejos en la dirección del nominalismo cuando dije que era una mera cuestión de convención lingüística si decimos que un diamante es duro cuando no es presionado, o si decimos que es blando hasta que sea presionado. Ahora digo que el experimento probará que el diamante
es duro, como un hecho positivo. Esto es, es un hecho real el que resista la presión, lo cual equivale al realismo escolástico extremo. Niego que el pragmaticismo, como fue originalmente definido por mí, haga que el trasiego intelectual de los símbolos consista en nuestra conducta. Por el contrario, fui muy cuidadoso al decir que consiste en nuestro concepto de qué conducta nuestra se daría en ocasiones concebibles” (CP
8.208)25. Esto lo sostiene Peirce ya en la última época de su filosofar. En 1909 escribe a Lady Welby: “Es muy fácil probar en dos plumazos que el Realismo tiene razón y que el Nominalismo se equivoca. Los realistas son aquellos que dicen que algunos generales [i.e. universales], que son susceptibles de ser predicados respecto de muchos sujetos, son Reales. Los Nominalistas dijeron en varias formas que ningún general era Real. (…) Aquello cuya verdad depende de la acción de una mente es interno o, como decían los escolásticos, objetivo (los alemanes dirían subjetivo). Aquello cuya verdad depende
no sólo de la acción del pensamiento de una persona o de un grupo de personas, sino también de lo que piensan acerca de la sustancia de la proposición que es verdadera, es irreal. Aquello que es tal que algo verdadero respecto del mismo lo es o bien independientemente del pensamiento de cualquier mente o mentes definidas o por lo menos verdadero independientemente de lo que piense sobre esa verdad cualquier persona o cualquier grupo individual definido de personas, es real. Fue Duns Escoto, más que cualquier otro, quien lo puso en uso (aunque no fue el primero en inventar la palabra real). (…) De modo que si usted cree que la ciencia moderna ha hecho algún descubrimiento general, usted cree que ese general descubierto de ese modo es real, y entonces usted es una realista escolástica, se dé cuenta o no. ¡No sólo toda la ciencia depende de esa decisión, sino que también dependen de la misma la Verdad y la Rectitud! El Nominalismo y todas sus ramificaciones son inventos del Demonio, si hay Demonio.
Y en particular es la enfermedad que casi enloqueció al pobre de John Mill, la triste visión de que un mundo en que todo pueda ser amado, admirado o comprendido, es una ficción” 26. Se ve, pues, el aprecio que Peirce tiene a Juan Duns Escoto, y cómo declara que lo sigue en la cuestión de los universales.

6. Conclusión.

Así, pues, en cuanto al problema de los universales, Peirce dice profesar el “realismo escolástico”, más concretamente, el realismo escotista. La posición de Juan Duns Escoto ante los universales consiste básicamente en postular una naturaleza común que se halla dividida en las cosas individuales, teniendo en
ellas una unidad menor que la numérica o real, pero mayor que la de razón o pensada. Por lo tanto, además de ver como propiamente universal al universal lógico, concede cierta realidad al universal físico o en la cosa, pero no concede ningún universal metafísico o fuera de la cosa. En cambio, Peirce no sólo acepta realidad en el universal físico, sino también en el metafísico, ya que concede existencia propia a las leyes, que pertenecen a la categoría de relación o de terceridad. Por eso era conveniente precisar hasta qué punto Peirce adoptó ese realismo escolástico escotista que dice seguir. Por lo demás, parece ser que -como dijimos ya-, aun cuando asumió una postura pragmatista (o pragmaticista), no lo abandonó del todo. Ciertamente Peirce
quería compaginar ese realismo escolástico con el fenomenalismo kantiano, que después será el de su pragmatismo, y eso es imposible. Pero defendía que el realismo escotista era el mismo de la ciencia.
1.- Agradezco a John Deely y a Jaime Nubiola sus atinadas sugerencias.
2.- M. Beuchot, El problema de los universales, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1981; 2ª ed.: Universidad Autónoma del Estado de México, México, 1996.
3.- M. Restrepo, Ser-signo-interpretante. Filosofía de la representación de Charles S. Peirce, Significantes del Papel, Santafé de Bogotá, 1993, 162.
4.- E. Gilson, La filosofía en la Edad Media, Gredos, Madrid, 1956, t. II, 281.
5.- J.D. Escoto, Quaestiones in Metaphysicam, l. VII, q. 18, n. 4; Vivès, París, 1897, t. VII, 454b.
6.- E. Gilson, Jean Duns Scot. Introduction à ses positions fondamentales, Vrin, Paris, 1952 (cit. Jean Duns Scot), 451, nota 2: “Lo que se llama el universale in re no es, en realidad, sino lo común y lo indiferente… En
cuanto al error que Aristóteles carga a Platón, uno ve en qué consiste: consiste en realizar un universal bajo el nombre de Idea, es decir, en poner como una realidad exterior singular un universal cuyo ser es el de un objeto del intelecto… Se tiene, pues, razón al negar que Escoto sea un platónico, si hace falta, para serlo, admitir una doctrina de las Ideas que él mismo no está seguro de que Platón la haya admitido; pero no es imposible sostener que nuestro doctor platoniza al atribuir a la naturaleza común, etiam in rerum natura, un verum esse extra animam reale”.
7.- A. de Libera, La querelle des universaux. De Platon à la fin du Moyen Age, Seuil, Paris, 1996, 330. Añade que por eso no se puede decir que Escoto sea realista extremo o tocado de platonismo.
8.- E. Gilson, Jean Duns Scot, 112.
9.- A. de Libera, 335.
10.- C.S. Peirce, “Revisión crítica del idealismo de Berkeley” (1871), en Obra lógico-semiótica, ed. A. Sercovich, Taurus, Madrid, 1987, 93.
11.- El lorenés al que se refiere es Henri Poincaré. Una exposición muy completa del rechazo de Peirce hacia el nominalismo puede encontrarse en J.F. Boler, Charles Peirce and Scholastic Realism. A Study of Peirce’s Relation to John Duns Scotus, University of Washington Press, Seattle, 1963, 147 ss.
12.- M. Restrepo, 163-164.
13.- Esta naturaleza común, ni universal ni particular, que parece tan paradójica, es algo que Escoto recibió
de Avicena.
14.- Con todo, estudios recientes, como los de Michele Malatesta, han mostrado que no es exacto el confinamiento de los escolásticos a la lógica sólo enunciativa, y que sí tenían lógica de relaciones. M. Malatesta, “La logica delle relazioni nella Summa Theologiae di Tommaso d’Aquino”, Rassegna di scienze
filosofiche, 1973 (26), 65-83.
15.- Otra explicación de la diferencia entre Escoto y Peirce es que este último no acepta propiamente individuos -porque siempre tendrán alguna indeterminación-, sino sólo “singulares”, que son individuos imperfectos y no plenamente determinados. Tal es la explicación que da M.G. Murphey, The Development of Peirce’s Philosophy, Harvard University Press, Cambridge, Mass., 1961, 400-401.
16.- M.G. Murphey, 139-140.
17.- M.G. Murphey, 401.
18.- M.G. Murphey, 102.
19.- Pueden verse otras consideraciones sobre la elección que hace Peirce del escotismo en R. Almeder, The Philosophy of Charles S. Peirce: A Critical Introduction, Rowman and Littlefield, Totowa, N.J., 1980, 171.
20.- C.S. Peirce, “The Essentials of Pragmatism”, en Philosophical Writings of Peirce, ed. J. Buchler, Dover, New York, 1955, 264 (cit. Philosophical Writings).
21.- C.S. Peirce, “Critical Common-Sensism”, en Philosophical Writings, 300.22.- C.S. Peirce, “Pragmatism
in Retrospect: A Last Formulation”, en Philosophical Writings, 274.
23.- M. Beuchot, El problema de los universales, UNAM, México,m1981, 140ss.
24.- C.S. Peirce, “Advertisement for ‘How to Reason'”, citado por M.G. Murphey, 397.
25.- Un estudio muy interesante sobre otras motivaciones epistemológicas de Peirce a favor del escotismo se encuentran en C. Engel-Tiercelin, “Vagueness and the Unity of C. S. Peirce’s Realism”, Transactions of the Charles S. Peirce Society, 1992 (28), 56 y 65.
26.- C.S. Peirce, Carta a Lady Welby del 14 de marzo de 1909, en Obra lógico-semiótica, 150-151.

2 comentarios El realismo escolastico de los universales en Peirce

  1. Elizabeth

    *Por juan carlos

    Utilizo este medio para preguntarle lo siguiente:
    el tomismo afirma que la verdad está en el juicio, y que todo conocimiento es verdad, luego ¿todo conociento es un juicio?
    gracias y saludos

    Reply
  2. Leo Segura

    Juan Carlos en mi opinión la verdad en el tomismo está en la adecuación de la mente a la realidad. Un juicio es cuando se predica algo de un ente ya sea para afirmar o negar, pudiendo ser por accidente, lo propio y lo sustancial…: El arbol es verde; el hombre es alegre; el hombre es animal racional… Ahora bien decir que todo conocimiento es verdad, es verdad en cuanto que de verdad sea conocimiento. Y decir que todo conocimiento es un juicio, es porque antes se negó o afirmó algo de un ente, luego se conoce algo por un juicio.

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