Se ofrece un recorrido histórico y filosófico del principio antrópico a traves de las teorías y doctrinas de diferentes autores.
El principio antrópico
El principio antrópico pertenece al conjunto de cuestiones metafísicas antrópicas que tienen que ver desde mi perspectiva con la teleología y con el diseño inteligente. El principio antrópico significa o alude al puesto que el hombre ocupa en el cosmos, en el universo. La pregunta a la que trata de responder el principio antrópico podría formularse así: ¿Para qué estamos aquí? Se trata de dilucidar, al abordar la cuestión del principio antrópico, la cuestión de si el hombre ocupa en el universo un lugar singular o es, más bien, un ser como otro cualquiera y sin ninguna trascendencia para la física astronómica en las teorías cosmológicas que se formulen. El principio antrópico en el fondo trata de dotar de sentido al universo desde una perspectiva humana. El principio antrópico parte de la reflexión sobre lo delicadas que son las condiciones necesarias para que haya vida en el universo, y de la admiración ante el hecho de que la vida no habría podido aparecer si alguna de las constantes de la naturaleza tuviera un valor ligeramente distinto.
Hay que dejar claro de entrada, que ninguna ciencia natural considera relevante a la especie humana. Ni hay necesidad de Dios ni hay necesidad del hombre para estudiar científicamente al universo desde la física.
El principio copernicano, que al contrario que el principio antrópico sostiene lo contrario del principio antrópico fue formulado en 1948 por Hermann Bondi. Sostiene este principio que nuestra posición de observadores del universo no es privilegiada ni distinta de otras posiciones.
El principio antifinalista sostiene que toda interpretación finalista de los fenómenos naturales no es válida y va en contra de la objetividad de la ciencia natural.
El principio antrópico es en cambio un principio metafísico finalista y antropocéntrico. Afirma tal principio que las condiciones físicas de la Tierra han sido tales que han hecho posible la evolución de las especies y el surgimiento de la especie humana. Stephen Hawking afirma que el principio antrópico consiste en afirmar que vemos el universo en la forma que es porque nosotros existimos.
Nos podemos plantear la siguiente pregunta: ¿Por qué es tan grande el universo? La respuesta desde el principio antrópico podría ser así: Porque si fuera significativamente más pequeño no estaríamos aquí para observarlo.
Fue Brandon Carter quien en 1973 utilizó por vez primera el término «principio antrópico» y en su artículo de 1974 distinguió él mismo entre el principio antrópico débil y el principio antrópico fuerte. Brandon Carter es quien plantea todo el problema de una sola vez y lo tematiza. La posición del observador es necesariamente especial al menos en cuanto que ciertas condiciones son necesarias para su existencia. El principio antrópico tal y como lo formula Carter reza así: «Lo que podemos esperar observar tiene que estar limitado por las condiciones necesarias para nuestra presencia como observadores.»
Tiene que haber una explicación para la sorprendente debilidad de la constante de interacción gravitatoria. Si la constante fuese de un orden de magnitud mayor, la mayoría de las estrellas serían gigantes azules, un tipo de estrella de gran poder de irradiación y, consecuentemente, de corta vida.
Si, por el contrario, la constante gravitacional fuese de un orden de magnitud menor, sólo habría enanas rojas, estrellas de larga vida y de débil radiación. Ahora bien, parece ser que la aparición de la vida requiere estrellas capaces de calentar durante suficiente tiempo una región del espacio donde un planeta pueda tener una órbita estable; pero ni las gigantes azules ni las enanas rojas pueden satisfacer estas condiciones. Así pues, parece que el valor de la constante de interacción gravitatoria no es azaroso, puesto que si fuese muy distinto no estaríamos aquí para verlo.
Otro argumento de Carter consiste en afirmar que el valor de la constante de interacción asociada a la fuerza fuerte o nuclear apenas basta para mantener los protones y neutrones en los núcleos. Sólo con que fuera un poco más débil, el hidrógeno sería el único elemento existente, lo que, probablemente explicaría también la presencia de la vida.
Collins y Hawking conocieron una versión inédita anterior y del artículo de Dicke de 1961. Publicaron un artículo al respecto en 1973.
Como bien dice G. Bueno, el principio antrópico considera al hombre como figura implicada en el arjé o en el telos del universo concebido como un proceso evolutivo monista. Sin embargo pudiera haber otras versiones con sentido, pero sin Dios en un multiverso de infinitos universos paralelos como sugieren Everett o Hawking o Barrow. Entonces podría prescindirse del aspecto más teleológico y concluir en un sentido al estilo del eterno retorno de Nietzsche con repeticiones infinitas.
Es una filosofía esta la del principio antrópico, que ha sido sugerida por Dicke y Carter. En esta aproximación se postula que no hay un universo, sino todo un conjunto infinito en acto de universos con todas las condiciones iniciales posibles.
Esto nos recuerda a Leibniz y su teoría de los mundos posibles. Prosiguiendo con el principio antrópico y las cuestiones y datos con él relacionados, una de las características más llamativas del universo es su isotropía o uniformidad a gran escala, a escala intergaláctica. ¿Por qué es isotrópico el universo?
Hawking y Collins en 1973 plantean un número de universos muy grande con todas las combinaciones posibles. Sobre esto la filosofía clásica ya había pensado antaño. Según Leibniz el entendimiento divino es el país de los posibles y estos posibles agotan todas las combinaciones de las esencias. Hawking habla de selección natural de universos. La respuesta a la pregunta de por qué es isotrópico el universo es sencillamente que porque estamos aquí.
«El hecho de que hemos observado que el universo es isótropo es, por tanto, sólo una consecuencia de nuestra propia existencia.»
Con esto obtenemos ya un esquema general adecuado del funcionamiento de la explicación antrópica.
Lawrence y Szamosi, 1974 afirman que la existencia de vida y conciencia humanas requiere que el principio de exclusión de W. Pauli (principio de los indiscernibles de Leibniz) actúe durante tiempos cosmológicos.
Por su parte, B.J. Carr y M. J. Rees (1979) afirman que hay unas constantes en el universo sobre las que conviene llamar la atención.1ª La constante de estructura fina electromagnética, la constante de estructura fina observacional y la razón de las masas de un electrón a un protón. Hay algunas conexiones o interconexiones entre las mismas en las estructuras menores que el átomo.
Otras relaciones diversas entre constantes macro y microatómicas dependen también en sus valores de construcciones antrópicas.
Tales consideraciones no proporcionan una explicación física real, pero pueden indicar por qué encontramos que estas razones fundamentales tienen sus valores observados.
Tenemos por ejemplo el valor de S (la razón del número de fotones al número de bariones del universo). Este valor es susceptible de determinación parcial mediante el principio antrópico. Otra coincidencia sería la conexión entre la constante de estructura fina electromagnética y la desestructura fina gravitacional. Hawking por su parte declara que el hecho notable que hay que tener en cuenta es que los valores de las cantidades de partículas en la naturaleza y de las fuerzas parecen haber sido ajustadas sutilmente para hacer posible el desarrollo de la vida. Por ejemplo, si la carga eléctrica del electrón hubiese sido solamente ligeramente diferente, las estrellas o habrían sido incapaces de quemar hidrógeno y helio, o, por el contrario, no habrían explotado.
Otra coincidencia que tiene un interés antrópico es la nucleosíntesis descubierta por Fred Hoyle.
Si la reacción 3He→C no actuara resonantemente, entonces la cantidad de carbono producida sería despreciable. La evidente presencia de carbono y de sus compuestos llevó a Hoyle a predecir que las reacciones 3He→C, 2He→Be y Be+He→C tendrían que ser resonantes. Poco tiempo d3espués esta predicción fue confirmada experimentalmente, hallándose un valor energético de resonancias muy próximo al predicho por Hoyle. Pero lo más curioso fue la coincidencia que se daba allí porque el nivel de resonancia del C12 calculado estaba justamente un poco por encima del nivel del Be8 + el He4 de modo que la energía térmica del interior de una estrella permitía que ocurriera un proceso de resonancia.
Por otra parte, si se añadiera otro núcleo de He4 al C12 se obtendría O16. Si esta reacción fuera resonante, entonces todo el carbono se transformaría rápidamente en oxígeno. Sin embargo y, por una coincidencia, el nivel de energía del núcleo de O16 está justamente un poco por debajo del nivel de energía total de C12+ He4. Dado que las energías del interior de una estrella son positivas, no es posible en ningún caso alcanzar el nivel de resonancia del oxígeno.
Carr y Rees han influido notablemente en Barrow y en Tipler. Por lo demás F. J. Dyson afirma: «No sería sorprendente si resultara que el origen y destino de la energía del universo no puedan ser entendidos por completo aisladamente del fenómeno de la vida y de la conciencia.»
Fue Brandon Carter quien como hemos afirmado antes, distinguió ya en 1973 entre el principio antrópico débil y el principio antrópico fuerte.
El principio antrópico débil afirma que nuestra ubicación en el universo es necesariamente privilegiada hasta el punto de que es compatible con nuestra existencia como observadores.
El principio antrópico fuerte afirma que el universo (y por lo tanto, los parámetros fundamentales de los que depende) tiene que ser de tal modo que admita la creación de observadores dentro de él en algún estadio.
El principio antrópico débil es una puntualización trivial al principio copernicano.
La justificación del Principio Antrópico Débil parece trivial: si nuestra situación espaciotemporal no fuese compatible con nuestra existencia como observadores, no estaríamos aquí para observarla.
Según Carter, el Principio antrópico débil sería una forma particular del teorema de Bayes. Este teorema distingue entre probabilidades a priori y a posteriori de una hipótesis dada antes y después de que sea tomado en cuenta un aspecto de evidencia relevante.
El principio antrópico débil está definido como un efecto de bioselección por Carter, no es más que una aplicación del teorema de Bayes, puesto que nos enseña a tener en cuenta al evaluar un determinado tipo de sucesos o teorías cosmológicas, que su probabilidad relativa está condicionada por la evidencia de que existe una forma de vida inteligente basada en el carbono.
Según S. Hawking El principio antrópico débil dice que en un universo que es grande o infinito en el espacio y/o en el tiempo, las condiciones necesarias para el desarrollo de una vida inteligente se darán solamente en ciertas regiones que están limitadas en el tiempo y en el espacio. Los seres inteligentes de estas regiones no deben por lo tanto sorprenderse si observan que su localización en el universo satisface las condiciones necesarias para su existencia.
En cambio el principio antrópico fuerte está ligado con la noción de mundos posibles o conjunto de universos. Se llega así a la afirmación de que hay una pluralidad infinita de universos diferentes separados que cubren todas las combinaciones posibles.
Sólo pueden albergar la vida aquellos universos cuyas características obedecen al principio antrópico.
Nos encontramos entonces en uno de estos últimos universos y no tenemos por qué interrogarnos sobre la probabilidad de realización de la clase a la que pertenece nuestro universo, puesto que no tenemos elección: en efecto no podríamos encontrarnos en otra parte. Esta afirmación guarda semejanzas asombrosas y sorprendentes con las ideas del filósofo alemán Leibniz. Según Leibniz, en el momento de la creación, Dios contempló todos los mundos posibles y eligió el mejor de ellos. Esto significaba el principio de lo mejor asociado al principio de razón suficiente.
El universo según Leibniz es el conjunto de todas las fuerzas que existen y actúan a causa de su fuerza o principio interno. Esto es la doctrina de los mundos posibles de Leibniz.
Stephen Hawking dice que nuestro universo es lógicamente posible desde el punto de vista de las esencias, pero altamente improbable desde el punto de vista de las existencias. Es un mundo extraordinariamente raro, inusual o improbable.
Lo que afirma el principio antrópico fuerte es trivial: a saber, que el universo –este universo– tiene que ser un universo tal que conduzca a la aparición de observadores porque si no, no estaríamos aquí para observarlo.
El PAD sólo alude a nuestra ubicación en el universo, en este universo que observamos.
El PAF alude al universo mismo. Afirma que hay infinitos universos posibles pero que sólo existe este. Ha tenido lugar una selección natural, darwiniana de universos. De esa selección natural ha resultado nuestro universo. No haría falta entonces un Dios creador que creara de entre una infinidad de universos posibles el mejor de los posibles.
Según afirma S. Hawking, el principio antrópico fuerte establece que «o hay muchos universos diferentes, o muchas regiones diferentes de un único universo, cada uno/a con su propia configuración inicial y, tal vez, con su propio conjunto de leyes de la ciencia. En la mayoría de estos universos, las condiciones no serían apropiadas para el desarrollo de organismos complicados; solamente en los pocos universos que son como el nuestro se desarrollarían seres inteligentes que se harían la siguiente pregunta: ¿Por qué es el universo como lo vemos? La respuesta, entonces es simple: si hubiese sido diferente, ¡nosotros no estaríamos aquí!»
Hawking afirma que las constantes de la naturaleza pueden tomarse o bien como prueba de un propósito divino en la creación y en la elección de las leyes de la ciencia, o bien como sostén del principio antrópico fuerte.
Hawking es un crítico de la mayor parte de estas especulaciones antrópicas metafísicas. Formula dos principales objeciones. 1ª Contra la propuesta de considerar la existencia de infinitos universos, Hawking apela al principio de economía según el cual hay que eliminarlos de la teoría. Por lo demás, si hay varias regiones en un solo universo, las leyes de la ciencia tienen que ser las mismas en cada región, porque de otro modo un no podría moverse con continuidad de una región a otra. En este caso las únicas diferencias entre las regiones estarían en sus configuraciones iniciales y, por lo tanto, el principio antrópico fuerte se reduciría al principio antrópico débil.
2ª La segunda objeción de Hawking afirma que el PAF va contra la historia de la ciencia por su carácter metafísico y teleológico.
El PAD señala la posición antropocéntrica privilegiada del observador humano en el único universo realmente existente.
En cambio, para el PAF este es el universo posible que realmente existe porque estamos nosotros precisamente en él. Puede haber infinitos universos, pero sólo existe éste, el único realmente existente porque si no, no podríamos hablar de él. Leibniz diría que vivimos en el mejor de los mundos posibles porque este es el único mundo posible realmente existente. Este mundo real es el mejor de todos los mundos posibles porque es el único que existe.
El PAF exige una teoría de los mundos posibles. La diferencia con Leibniz es que los partidarios del PAF hablan de que todos los infinitos universos posibles son reales, esto es, existen.
La justificación de la multiplicidad de universos reales radica en la afirmación de que un conjunto de otros diferentes universos es necesario para la existencia de nuestro mundo. Llegamos así al principio antrópico final: El procesamiento inteligente de información tiene que llegar a existir en el universo y, una vez que llegue a existir, nunca perecerá. En un número infinito de universos, basta con que exista una leve posibilidad o probabilidad de que tenga lugar algo, para que ese algo se repita infinitas veces.
Según la teoría de H. Everett, cada resultado de una medición lleva asociado un universo distinto.
Según John A. Wheeler todo universo sólo puede ser posible si produce vida, conciencia y observación. Los observadores son necesarios para que exista el universo. Así, se formula el PAP, Principio Antrópico Participatorio. El PAP es altamente especulativo y metafísico. Wheeler se pregunta si no serán los observadores unos seres necesarios para la existencia del universo.
George Ellis sostiene en 1979 que un universo inhomogéneo y caótico contendría una multiplicidad infinita de universos en miniatura, miniuniversos. El universo que observamos sería uno de ellos. Formuló así el principio antrópico cristiano según el cual Dios creó el universo para que existieran seres inteligentes, responsables y libres que fueran capaces de amar, y así hacer partícipes de sus cualidades más excelsas a algunas criaturas.
La doctrina de Barrow–Tipler aboca a la tesis del diseño inteligente. El principio antrópico se relaciona entonces con la tesis del diseño inteligente, con la causa final que dirige la creación del universo y su evolución.
El Principio Antrópico Fuerte afirma que existe un universo posible diseñado con el fin de generar y sustentar observadores. Esta sería la versión teleológica.
Para que un universo contenga vida inteligente con observadores humanos es necesario que inicialmente haya un conjunto de otros universos diferentes al nuestro.
El Principio Antrópico Final sostiene que el procesamiento de información tiene que llegar a existir en el universo y, una vez que llegue a existir, nunca perecerá. El Principo Antrópico Final es un Principio Antrópico finalista, teleológico. Hay sentido en el universo, o al menos en algún universo, puesto que la evolución de algún universo está abocada a la aparición de la vida humana, de la vida inteligente para que el universo pueda ser observado, al menos algún universo podrá ser observado y podrá aparecer así una teoría del universo, que en un multiverso bien podría abocar a una cantidad infinita de teorías del universo al haber una pluralidad infinita de observadores inteligentes en diversos universos y en diversos mundos.
Según John D. Barrow en «El libro de los universos», hace ya «tiempo que los cosmólogos han percibido la existencia de vínculo sorprendentemente estrecho entre las propiedades del universo a gran escala y la existencia de vida en él.» Barrow afirma que el principio antrópico no es una teoría científica cuya verdad o falsedad pueda probarse. Es «únicamente un principio metodológico que impide sacar conclusiones erróneas a partir de las pruebas. Reconoce que hay propiedades del universo que son necesarias para la evolución y persistencia de la vida en él, de modo que no es posible observar que sean distintas de lo que son.»
Es necesario tener en cuenta el principio antrópico, utilizarlo: «El singular comportamiento de los universos inflacionarios eternos y caóticos indica por qué es esencial tener en cuenta la selección antrópica.»
El principio antrópico obliga a considerar los universos posibles: «no nos queda más remedio que reconocer que los distintos «universos» generados por la inflación eterna podrían mostrar también físicas muy distintas.»
El principio antrópico manejado por Barrow nos obliga a limitar nuestra atención a los universos en los que pueda surgir vida inteligente y observadores conscientes.
Gustavo Bueno y el principio antrópico.
Gustavo Bueno desde la perspectiva del materialismo filosófico, en el ámbito epistemológico referente a la teoría del conocimiento distingue entre el idealismo (los fenómenos como proyecciones de formas del sujeto hacia el locus apparens de los objetos) y el realismo (los fenómenos como reflejos en mi cerebro de objetos).
El mundo objetivo se nos presenta como una suerte de espectro de absorción practicado por nuestra subjetividad al intervenir en una realidad envolvente. La morfología del mundo de la ciencia tiene que estar dada en segmentos suyos esenciales, a escala del cuerpo humano y este es el fundamento más profundo en el que podría asentarse el llamado principio antrópico. El objeto real es el mismo objeto conocido.
Según afirma G. Bueno en su doctrina del cierre categorial, «las categorías científicas ofrecen las bases más seguras para la posibilidad misma de la vida del hombre en el mundo (siempre que esta vida se suponga ya dada).» Nunca hay que olvidar que la ciencia es el resultado del conjunto de operaciones realizadas por los sujetos operatorios humanos y que por ello mismo el mundo, la realidad se mide a escala humana, las manipulaciones humanas son a escala del hombre lógicamente.
Por lo demás, las relaciones existentes entre los términos de un campo gnoseológico de objetos materiales y que constituyen las identidades sintéticas de las ciencias tienen lugar siempre a escala de las operaciones quirúrgicas. Esto significa que tales operaciones y tales relaciones no son independientes del propio sujeto operatorio que las ejecuta. «Esto es tanto como reconocer que las leyes de la naturaleza (que son conjuntos de esas relaciones) no son leyendas metafísicas o absolutas, sino leyes de la naturaleza «centrada en torno al hombre», es decir, leyes del mundo del hombre.» Si el mundo hubiera sido diferente, los hombres habrían formulado otras leyes físicas.
Demócrito y los infinitos mundos.
Demócrito con su doctrina filosófica del universo, de los infinitos universos supone un gran paso hacia un materialismo complejo, pluralista y acosmista.
El atomismo de Demócrito postuló la existencia de infinitos mundos. Si hay un número infinito de átomos en un vacío infinito, tiene que haber un infinito número de mundos que se están formando y destruyendo continua y eternamente. «Hay infinitos mundos, que son engendrados y perecederos». Diógenes Laercio (IX).
«Dice Demócrito que existen infinitos mundos. Algunos de los cuales no solo son semejantes entre sí, sino que no hay ninguna diferencia entre ellos». Cicerón.
La tesis de los infinitos universos sostenida por Demócrito es una de las más curiosas del atomismo griego. Es una verdadera anomalía filosófica en el mundo antiguo, caracterizado por su monismo y por su cosmismo.
En la doctrina atomista está ausente la teleología en un espacio vacío infinito y con un número infinito de átomos y con infinita variedad de átomos. La consecuencia es clara: Un infinito número de mundos.
«Los mundos son infinitos, y diferentes en tamaño. En algunos no hay sol ni luna, en otros son más grandes que en el nuestro y en otros más numerosos. Los intervalos entre los mundos son desiguales, y en unas partes hay más y en otras menos: unos están creciendo, otros en su plenitud, otros decayendo; y en unas partes nacen y en otras perecen. Se destruyen al chocar unos con otros. Hay algunos mundos desprovistos de animales y de plantas y de toda humedad». Cicerón
La doctrina atomista establece que los mundos están sujetos a la generación y a la corrupción. Claro, también puede pensarse en un multiverso, un universo infinito…Infinitud y unidad parecen incompatibles. Un cosmos infinito es una expresión contradictoria.
«Demócrito supone que el universo es infinito porque no ha sido creado por un ser cualquiera, afirmando además que es inmutable y expone de un modo racional como está constituido. Las causas de los fenómenos actuales no han tenido principio, porque las cosas presentes y futuras están absolutamente predeterminadas desde la eternidad». Cicerón
No hay cosmos, porque no hay orden ni sentido del universo en el caso de que se interprete a Demócrito en el sentido de un universo único, pero infinito, como un multiverso ni de ninguno de los universos infinitos en número existentes. Como no hay causa final, no hay ni unicidad ni eternidad del cosmos. En un vacío infinito hay innumerables o infinitos mundos y tales mundos son distintos entre sí. Hay una infinita variedad de mundos y de universos.
Giordano Bruno (1548-1600).
El universo es infinito y existen infinitos mundos en su seno. No hay un mundo, sino más bien muchos. Desemboca así Bruno en un acosmismo. Los infinitos mundos se mueven todos sin excepción. Además, los infinitos mundos del universo están habitados y en ellos existen seres vivos e inteligentes. Todos los infinitos mundos existentes son similares al nuestro.
Gottfried Leibniz (1646-1716).
Según Leibniz, este mundo que existe es uno de los infinitos mundos posibles. Esta posibilidad pertenece al orden de las esencias, más no al de las existencias. Según Barrow, «Aunque el universo inflacionario no crea «todos» los mundos posibles –en el sentido metafísico de crear todas las variaciones imaginables de todos los aspectos de un universo–, sí es capaz de explorar todas las variaciones autocoherentes de la física permitidas por la teoría de cuerdas. Al parecer, el número de ellas es el colosal 10500 que vimos antes.»
Barrow sin embargo añade que «En el momento en que uno se toma en serio que todos (o casi todos) los posibles universos pueden existir (o existen), una resbaladiza pendiente se abre». Es la pendiente que conduce a la metafísica del eterno retorno de lo idéntico y de la infinita repetición. «En un universo de tamaño y extensión material infinitos, cualquier cosa que tenga una posibilidad distinta de cero de ocurrir en algún lugar ocurrirá con una frecuencia infinita. Actualmente, debe haber un número infinito de copias idénticas de nosotros haciendo exactamente lo que estamos haciendo ahora.» La filosofía de Leibniz es cosmista porque vivimos en el mejor de los mundos posibles, en el único universo existente, mientras que los demás posibles no existen, pertenecen al orden de las esencias, no de las existencias. Es que la cosmología actual merced al PAF es acosmista porque afirma la coexistencia de infinitos universos. Pero esta infinitud como hemos visto tiene consecuencias que nos aproximan a la teoría del eterno retorno. Cualquier cosa que tenga una probabilidad finita de ocurrir habrá ocurrido una infinidad de veces en el pasado.
Un sistema de esencias composibles entre sí, sin contradicciones es un mundo posible. El principio de no contradicción domina la esfera de los mundos posibles, de las esencias y de los composibles.
No todos los mundos posibles son composibles. Las esencias tienen que ser compatibles entre sí….El mundo ha de ser viable. Dios calcula según el principio de lo mejor y por el principio de razón suficiente. Cum Deus calculat, fit mundus.
Dios ha creado el mejor de los mundos posibles. La finalidad aflora aquí. La preocupación por la teodicea es la que se advierte tras la teoría leibniziana de los mundos posibles. Si Deus est, unde malum? He aquí la cuestión decisiva que determina la tarea de la teodicea.
Los posibles son infinitos, pero no todos ellos llegan a la existencia. Sólo aquellos que sean composibles entre sí y responden a la totalidad de condiciones necesarias para poder existir llegan a la existencia. Hay una selección divina. Decir que el mundo que hay es el mejor es una redundancia porque si este mundo es el único que hay ello es porque es el mejor; y es el mejor, justa y precisamente porque lo hay.
En virtud de la necesidad moral el mundo actual es el mejor de los mundos posibles.
Hay una infinidad de mundos posibles y distintos con los que Dios habría podido llenar el espacio y el tiempo. Pero hay uno sólo real, que se distingue de todos y es precisamente el elegido por Dios como mejor entre todos los mundos posibles.
Hay que concebir los mundos posibles como una colección infinita de mundos en los cuales cada substancia se halla completamente ajustada a las substancias del mundo correspondiente.
Entonces, podemos concluir que el principio antrópico desde el Principio Antrópico Débil podría ser aceptable sin incurrir en la mala metafísica grosera y zafia de los que sostienen el PAF con sus delirios incontrolados y desde luego el Materialismo Filosófico también sostiene una suerte de principio antrópico al afirmar que la ciencia y nuestro mundo está hecho desde la perspectiva humana y a escala del cuerpo humano y de las operaciones realizadas por los sujetos corpóreos humanos operatorios.
Fuente: http://www.nodulo.org/ec/2015/n160p01.htm
1° julio de 2015. ESPAÑA
El Catoblepas
mi respuesta es demasiado extensa para hacerla en este sitio. Este principio antrópico que al parecer parece tan obvio y sencillo es de una profundidad extrema por la implicancias que tiene respecto a otras teorías, e hipótesis como la misma metafísica, con la teoría del tiempo, de la “existencia de la Existencia”, del espacio, de la velocidad , de la dirección y el sentido y así es una concatenación extensicima que no cabría en este espacio ni habría paciencia que leyera mi posición sobre cada uno y todos los ítems que considero en mi respuesta. Mientras no sepamos qué somos, ni de donde venimos, mientras no sepamos de los mundos sutiles extrahumnanos e INTRAHUMANOS en nosotros poco o nada sabremos de la posición del hombre en el o los universos, en todo caso el Principio antrópico puede llevarnos un poco más allá y hay que estudiarlo. ….y creo que no soy robot
El Principio Antrópico, a la vez de dar un sentido a la vida humana en el universo -o en los multiversos- es un regreso a la visión de Protágoras (pensador viajero griego, sofista: 485 ac-411 ac) que nos dice “El Hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto son, y de las que no son, en cuanto no son” (frase restituida por Diógenes Laercio”.