El pensamiento débil y un adiós

El más famoso de los filósofos italianos de hoy, Gianni Vattimo, dio su última clase en la Universidad de Turín. Desde el pasado 15 de octubre se pensionó después de 44 años de docencia. Vattimo, además de su carrera política, fue autor de una nueva corriente filosófica.
Las palabras de Gianni Vattimo tienen una nueva tranquilidad, casi la aceptación de un privilegio (vivir para pensar y estudiar) poco antes de su última lección en un salón de Palazzo Nuovo, que tuvo lugar el pasado 16 de octubre. No es que el intelectual capaz de generar polémicas ásperas o el filósofo presumido, como el mismo se define, se haya retirado para siempre. No, esto no. Es que el momento parece apropiado para los balances, las reflexiones, e incluso las nostalgias. “Aunque por ahora —cuenta el creador del pensiero debole (pensamiento débil)— tengo tantos compromisos en el exterior que me da la sensación de que todo esto no me hará mucha falta…”.

“Todo esto”, es decir, 44 años de docencia, desde el primer trabajo como profesor asistente encargado, y desde los primeros pasos a la sombra de Luigi Pareyson, hasta hoy que se despide, arrinconado en su cubículo en una pequeña oficina compartida, en el segundo piso de la Facultad de Filosofía, donde el único toque personal es una foto del Himalaya y el resto son libros “que no me recibirían ni los revendedores en el mercado de las pulgas”.

Profesor, ¿qué es un “maestro” en la universidad italiana actual?

Muchas cosas. En mi caso, alguien que se obstina en pensar en la filosofía como en un estudio también general, un “todólogo” y un político. Pero es también una gran oportunidad para poder enseñar una materia muy útil para cualquiera, incluso para el que, por poner un ejemplo, será agente de turismo. Y está además el “psicoanálisis de los pobres” que cada profesor ejerce en su oficina con el estudiante que viene a preguntar por la tesis, pero que en realidad viene lleno de dudas sobre el futuro. Esta última parte, con seguridad, me hará falta…”.

Usted ha tenido alumnos jóvenes brillantes, y uno que otro famoso…

Sí, me enorgullece un hombre como Alessandro Baricco, que se convirtió en un escritor importante. Hizo una bonita tesis sobre Walter Benjamin, pero yo lo incité de todas maneras a abandonar los corredores sombríos de la universidad, donde tenía la tentación de acomodarse, y creo que hice bien. Giuseppe Culicchia hoy es un narrador notable. Y Gianni Carchia, que murió prematuramente, fue un gran filósofo. ¿Todos hombres? Sí, porque soy un poco misógino y entre las filósofas salvo sólo a Franca D’Agostino. Luego están los que me traicionaron…”.

¿Qué significa “traicionar al maestro”?

Dedicarse a contestar sus tesis con extrema dureza. Yo también lo hice con Pareyson, pero por un lado hay que decir que cada cual tiende a justificarse a sí mismo cuando mata al padre, y por el otro, yo le seguí siendo obediente académicamente. No puedo decir lo mismo de uno de mis alumnos, que me manifestaba el afecto más entrañable, y que después de haber trabajado durante mucho tiempo conmigo se convirtió en un aguerrido antivattimiano, un realista empirista que se ocupa de ontología experimental. Como dije públicamente, después de su ontología sobre el teléfono celular, no espero sino que se llegue a la del inodoro” (Aquíalude al filósofo Maurizio Ferraris).

¿Qué le aconsejaría a un muchacho que viniera hoy a decirle: “Cuando sea grande quiero se filósofo”?

Soy buenísimo para disuadirlos; mis amigos me mandan a sus hijos precisamente para tal efecto… Sin embargo, hace diez años era más pesimista: en ese entonces creía que si eras ingeniero o médico tenías un trabajo asegurado; ahora hagas lo que hagas no tienes certezas. Más vale seguir tus inclinaciones, hacer lo que te gusta. Concretamente estos jóvenes filósofos podrán ser profesores de bachillerato, gracias a la oleada de jubilaciones; ganarán poco y tendrán menos prestigio, pero no estará tan mal”.

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by gore

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