El mito del Estado esta vigente en el siglo XXI?

En estos días releo a Ikram Antaki (1948-2000): “El banquete de Platón” que inicialmente fue el título de su programa radiofónico semanal en Radio Red. Posteriormente transformado en un producto no perecedero, en libros que pretenden ser útiles y atemporales.
De un total de cinco volúmenes me valgo ahora del tercero, que aborda temas filosóficos (Editorial Joaquín Mortiz, 1998). Ikram se pregunta, ¿Acaso sirve de algo la filosofía? Trataré de encontrar una respuesta a la que la autora nos conduce, por “la larga aventura de la Utopía, desde la Grecia del siglo V a.C., hasta la aterradora modernidad científica contemporánea (…) Ikram Antaki pasea, sin regla precisa en medio del pensamiento, esperando compartir el placer del paseo con el lector benevolente”. Veamos:

1. Escribe Ikram Antaki que el sueño de una sociedad perfecta en la cultura occidental viene de la antigüedad griega (siglo V a.C.): “El relato de Utopía describe un ideal de organización política de la comunidad humana en un país imaginario. El primer utopista fue el arquitecto Hipodamo de Mileto, quien propuso hacer coincidir el plano de la nueva ciudad con las leyes que rigen la actividad de sus ciudadanos (…) La ciudad es la ‘polis’ y en su centro está el Ágora (…) Luego, Platón imagina el nuevo Estado ideal: En Timeo -uno de sus diálogos- evoca el mito de la Atlántida, imperio establecido por Poseidón -dios del mar de la Mitología griega- que quería conquistar a Atenas. En Atlántida vivían en virtud diez reyes, hijos de Poseidón. Finalmente, Atenas venció a los atlantes que opuso la medida del hombre a la desmedida de la Atlántida”.

2. Las utopías de la antigüedad hablan de una “Edad de Oro” que describe un estado de plenitud y de paz con frecuencia evocado por los poetas Virgilio y Ovidio… “Creen en un mundo donde todos los problemas de los hombres, están, si bien no resueltos, sí ausentes”. Esta edad de oro no conocía la represión de las leyes, “practicaba la buena fe y la virtud, ignoraba el castigo y el temor, no había soldados, sino paz y ocio. La primavera era eterna”. Le suceden la edad de plata donde los hombres entran en las castas. En la edad de bronce tenemos ya una raza entrenada para los combates.

3. Atenas mató a Sócrates, aunque su muerte no resolvió nada. La consecuencia es que sacó a los filósofos de la plaza pública y los mandó hacia una torre (de marfil). “Ahí se refugió Platón quien renunció a transformar la ciudad real e inventó la ciudad ideal”. En ella, la República de Platón, el filósofo comienza interrogándose sobre la naturaleza de la justicia e instala un marco moral. “La justicia social se alcanza por el acuerdo de los diversos elementos que la componen”. Es importante mencionar que Platón considera que la educación de los jóvenes tiene como propósito la armonía completa del alma y del cuerpo, por medio de la música y la educación física. La República de Platón como utopía es un sueño de tener una ciudad poderosa y homogénea capaz de impedir toda rebelión interior y de derrotar toda agresión exterior. La República es el antecedente del Estado Moderno. Vale que nos preguntemos: ¿El mito del Estado está vigente en el siglo XXI?

4. Dejemos las utopías de la antigüedad y trasladémonos a los primeros siglos d.C., para cuestionar con Antaki si el concepto de La Ciudad de Dios de San Agustín, a la que estima que no es una utopía ya que releva de la certidumbre religiosa… En una utopía no hay redención, ni final de los tiempos, es un mundo hecho para los hombres donde hay paz y felicidad material. No es una certidumbre, sólo es un “quizá”. Es la ciudad del hombre.

5. El Renacimiento reencuentra la antigüedad grecolatina y reinventa el ideal utópico y la racionalidad humana donde el pensamiento humanista redescubre a Platón. “Es cuando aparece el inglés Tomás Moro, un abogado, que forja la palabra ‘utopía’ a partir de ‘ou-topos’ (en ningún lugar) y ‘eu-topos’ (en el lugar de la felicidad) que nos coloca fuera del tiempo: la utopía de Moro es atemporal. A todo lo bueno que Moro aspiraba para las ciudades renacentistas era prácticamente el deseo de lo que no existe, una especie de ahistoricidad. Ikram invoca que en el lenguaje jurídico suele decirse “no ha lugar”; porque la representación imaginaria de un ideal social está determinada -en Moro- fuera de la historia: “A toda la injusticia, el desorden económico, Moro opone su ideal de justicia social y de orden moral en la isla de Utopía que recuerda la Atlántida de Platón”.

6. A raíz del descubrimiento de América, siglos XV y XVI, con los viajes de Vasco de Gama y Magallanes, la invención de la imprenta que detona el pensamiento moderno “proporcionan al hombre la imagen de una alteridad radical”. Aparecen las utopías de Tomás de Campanella “La Ciudad de Sol” y en el siglo XVII “Las aventuras de Telémaco” que escribe Fenelón.

7. Con la aceleración de la Revolución industrial, con el fin del siglo XVIII, “se habla por primera vez de progreso indefinido, continuo, homogéneo. Aparece con Rousseau, Condorcet, Jonathan Swift que opera una desacralización de la utopía. En los viajes de Guillver a Lilliput y al país de los gigantes descubre la mezquindad, las intrigas parlamentarias y el absurdo de las guerras y culpa a los sabios de ser los responsables de la ruina del país… Gulliver encuentra, por fin, la sabiduría en el país de los caballos filósofos. Fábula en la que Swift denuncia las ilusiones utópicas nacidas de una fe ciega en el hombre, la tesis antropocentrista en la que este autor ve el progreso de la razón humana como un mito.

7. La brevedad de este espacio no permite analizar las utopías de los siglos XIX y XX: Proudhon, Bakunin, Kropotkin, George Orwell, Aldous Huxley, H. G. Wells, Ray Bradbury. Entre los arquitectos utopistas, a Le Corbusier y su Bauhaus que intentó retomar el ideal comunitario propio de las utopías. Ikram Antaki dixit.

El ensayo de Antaki sobre las utopías no pretende ser perturbador en el siglo XXI, sin embargo, “… viene a mover el orden implacable que ha creado. El amor sincero que el hombre de buena fe siente por la humanidad, no sólo podría, ya sufrió un revés al transformarse en asesinatos”. El gusto por las ciudades ideales, perfectas, puede transformarse en gusto por los desiertos, por los páramos de horror, crueldad y tinieblas: “… Así pues, las ciudades transparentes engendran la antítesis de la utopía porque se generan comunidades de las tinieblas”… ¿Hay una explicación veraz, sustentable para entender a la antiutopía tan cruel e inhumana en que se vive en el siglo XXI?
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MEXICO. 6 de junio de 2011

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