Me pide un amigo lector que explique el mito de Platón sobre la justicia y el pudor, el cual fue mencionado en el editorial de LA PRENSA del lunes 18 de octubre. Pues bien, se trata de un mito que relata el célebre filósofo Platón, en Protágoras, uno de sus célebres Diálogos, con el propósito de enseñar que la justicia y el pudor son indispensables para que los hombres puedan vivir decentemente en sociedad.
Cuenta Platón que cuando los dioses decidieron crear las especies mortales, “las modelaron en las entrañas de la Tierra, mezclando tierra, fuego y cuantas materias se combinan con fuego y tierra”. Y después le pidieron a los titanes Prometeo y Epimeteo que se encargaran de otorgar las facultades que le correspondieran a cada especie.
Epimeteo le propuso a Prometeo dividirse las funciones: uno de ellos, Epimeteo, le asignaría las facultades a cada una de las especies mortales, y el otro, Prometeo, supervisaría lo hecho. Aceptó Prometeo la propuesta de Epimeteo, quien a cada especie le fue proporcionando las facultades necesarias para procurarse el alimento, defenderse de las otras y sobrevivir en la amplia diversidad de las especies creadas. Y así todas las especies quedaron dotadas de sus correspondientes funciones y facultades, tal como habían querido los dioses.
“Pero como Epimeteo no era del todo sabio —cuenta Platón—, gastó, sin darse cuenta, todas las facultades en los brutos. Quedaba aún sin equipar la especie humana y no sabía qué hacer… Hallándose en ese trance llega Prometeo para supervisar la distribución. Ve a todos los animales armoniosamente equipados y al hombre, en cambio, desnudo, sin calzado, sin abrigo e inerme”.
Fue entonces que Prometeo decidió robarle a Atenea la sabiduría de las artes y a Hefesto el fuego sagrado que era necesario para usar aquella, y se la dio a la especie humana. “Con ella recibió el hombre la sabiduría para conservar su vida —dice Platón—, pero no recibió la sabiduría política, porque estaba en poder de Zeus y a Prometeo no le estaba permitido acceder a la mansión de Zeus, en la acrópolis, a cuya entrada había dos guardianes terribles”.
De todas maneras, por haber recibido por medio de Prometeo la inteligencia de Atenea y el fuego de Hefesto, el hombre fue el único de los animales que pudo reconocer a los dioses y comenzó a erigirles altares e imágenes. Después los hombres se reunieron y construyeron ciudades, “pero, una vez reunidos, se ultrajaban entre sí por no poseer el arte de la política —agrega Platón—, de modo que, al dispersarse de nuevo, perecían”.
Temiendo Zeus que la especie humana se exterminase ella misma por falta de capacidad para laconvivencia, “envió a Hermes (su mensajero) para que llevase a los hombres el pudor y la justicia, a fin de que rigiesen las ciudades (o sea la sociedad) la armonía y los lazos comunes de amistad”. Le ordenó Zeus a Hermes que distribuyera la justicia y el pudor entre todos los hombres, “porque si participan de ellas sólo unos pocos, como ocurre con las demás artes, jamás habrá ciudades”, es decir, no existirá la sociedad. Y le mandó también establecer en su nombre una ley: que todo aquel que fuera incapaz de participar del pudor y de la justicia, fuese eliminado como una peste.
¡Ah!, dirán muchos. ¿Y por qué será que no se cumple esa ley divina en Nicaragua donde impera la injusticia y hay tanta impudicia en el poder?.
Fuente: http://www.laprensa.com.ni/2010/10/22/opinion/41409
NICARAGUA. 22 de octubre de 2010