El legado de Sabato

Días atrás el escritor fue víctima de un robo. Habrían sido menores los que entraron en su casa por la noche. A ellos, justamente, Ernesto Sabato dedicó hermosas páginas en su último libro.
Según trascendió, mientras el escritor de 97 años dormía en su mítico hogar de Santos Lugares, los ladrones robaron 4.800 pesos y la tapa enmarcada del libro “Antes del Fin”, un recuerdo muy preciado por el dueño de casa.

Es ese libro aparecido en 1999, precisamente, el que contiene palabras conmovedoras hacia los jóvenes, como último testamento espiritual de alguien que ve en ellos el futuro del país y la humanidad.

“Te hablo a vos, y a través de vos a los chicos que me escriben o me paran por la calle, también a los que me miran desde otras mesas en algún café, que intentan acercarse a mí y no se atreven”, dice el epílogo de la obra, bajo el sugerente encabezado “Pacto entre derrotados”.

“No quiero morirme sin decirles estas palabras. Tengo fe en ustedes”, señala el escritor luego de hacer una descripción dramática del hombre contemporáneo, extraviado en un mundo duro y enigmático.

Estamos en peligro, alerta Sabato. “El peligro en que nos encontramos todos los hombres, ricos y pobres. Esto es lo que no saben, los hombres del poder. No saben que sus hijos también están en pobre situación”, señala.

Existencialista al estilo de Karl Jaspers, de Albert Camus, o de Emile Cioran, el argentino pertenece a la pléyade de intelectuales que no avalan la concepción del ser humano del racionalismo.

Cuando este paradigma triunfó, dice Sabato, “la angustia metafísica y religiosa fue reemplazada por la eficacia, la precisión y el saber técnico”. ¿Qué nos trajo, a la larga, el mundo tecnocrático y cientificista?

Aquel irrefrenable proceso, que se incubó en el Renacimiento, y que supuso la conquista alocada del universo, “acabó en una terrible paradoja: la deshumanización de la humanidad”, diagnostica el argentino.

Pero “no podemos hundirnos en la depresión”, dice Sabato, en mensaje a los jóvenes. “Porque es de alguna manera, un lujo que no pueden darse los padres de los chicos que se mueren de hambre”.

“Y no es posible –agrega- que nos encerremos cada vez con más seguridades en nuestros hogares. Tenemos que abrirnos al mundo”.

Son muchos los motivos, reconoce, para descreer de todo. “Los jóvenes como vos, herederos de un abismo, deambulan exiliados en una tierra que no les otorga cobijo. En este desguarnecimiento existencial y metafísico, sufren huérfanos de cielo y techo”.

“Comprendo tu congoja, el desconcierto de pertenecer a un tiempo en que se han derrumbado los muros”, dice. Por otra parte, “yo también tengo muchas dudas”.

Pese a todo: “Si, muchachos, la vida del mundo hay que tomarla como la tarea propia y salir a defenderla. Es nuestra misión. No cabe pensar que los gobiernos se van a ocupar”.

“La solidaridad adquiere entonces un lugar decisivo en este mundo acéfalo que excluye a los diferentes. Cuando nos hagamos responsables del dolor del otro, nuestro compromiso nos dará un sentido que nos colocará por encima de la fatalidad de la historia”, refiere.

Sabato pide, antes, rever los supuestos de una civilización técnica que nos ha traído a esta situación existencial actual:

“Antes habremos de aceptar que hemos fracasado. De lo contrario, volveremos a ser arrastrados por los profetas de la televisión, por los que buscan la salvación en la panacea del hiperdesarrollo. El consumo no es un sustituto del paraíso”.
Fuente: http://www.eldiadegualeguaychu.com.ar/portal/index.php/Regionales/index.php?option=com_content&task=view&id=38357&Itemid=229

Gualeguaychú, Entre Ríos,Argentina 19 de noviembre de 2008

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