“El materialista pone al desnudo las contradicciones de clase”
(Lenin, 1895)
Todo inicio es una definición encubierta. Y algo se puede llegar a conocer si sabemos cómo ha llegado a ser lo que es. ¿El comienzo no dice acaso la Verdad del Ser? O si lo quisiéramos decir con las palabras de indudable pathos hegeliano de un socialista agrario ruso que tuvo mucha influencia en Lenin, “por su forma, la etapa superior de cualquier desarrollo es similar al inicio del que se ha partido”. ¿Podemos comprender mejor, aprehenderlo en su contexto y necesidad, la práctica y la idea de Lenin si entendemos su origen, si logramos descifrar sus raíces, si exponemos cómo llegó a ser lo que fue? Lenin continúa siendo un enigma incluso cuando eliminamos los escombros del Culto a la Personalidad. ¿Cuál es la peculiaridad del Marxismo de Lenin? Krupskaia definía a Lenin como “un erudito marxista surgido del Volga”. ¿Podemos explicar de manera materialista-crítica este surgimiento concreto desde el Volga? La tarea ya había sido planteada por el malogrado Dutschke: intentar una “reconstrucción crítico-materialista” de la comprensión de la Revolución en Lenin, que conlleva re-considerar el fundamento asiático de la Rusia zarista. O en palabras del viejo Negri: intentar una lectura marxista del Marxismo de Lenin. Una proto-historia de la Teoría revolucionaria de Lenin solo puede evocar lo que se nos ha perdido. Evoquemos el bulto de este vacío. En el mito se debe introducir la natural discontinuidad dialéctica de todo pensamiento, incluso el de Lenin. Calibremos la “otredad” del Marxismo de Lenin. O sea: se trata de explicar a Lenin no desde la perfecta geometría del éxito de Octubre de 1917 sino desde el caos original de su constitución como práctico socialista y teórico marxista. Y como veremos la primera juventud tiene su meta en sí misma, no es un “escalón”. Si el discurso de Lenin “traduce” en términos organizativos una composición de clases real, que se entiende como algo específicamente determinado, solo podemos demostrarlo explicando su formación, el inicio. “Repetir” al Lenin de 1917 es un falso paso, remachar un fantasma, una nueva “beatificación”, una parodia que se practica sobre un mito, una voluta de humo académica.
La visión no-geométrica de Lenin, el reverso materialista que nos conduce hacia el enigmático praktiki Vladimir “Volodia” Illich Ulianov de los años 1890’s, se puede reconstruir no sin cierta dificultad, en parte debido al propio Culto a la Personalidad en la URSS que comenzó ya en 1918, en parte a las propias condiciones de trabajo conspirativo que imponía el Zarismo y en parte a la propia personalidad y estilo de Lenin, muy reservado en cuanto a sus recuerdos biográficos o en practicar autointerpretaciones de su Bildung política. Lenin era un enigma incluso en vida. Durante su vida fue muy poco pródigo en recuerdos personales y, como señala Wolfe “al contrario de Stalin y Trotsky, no se preocupó en absoluto de la publicación de su futura nota necrológica”. En 1922, el jefe de la sección rusa de la revista Photo Cinema, Piotr Voievodin, bolchevique desde 1903, redacta el largo guión de una gran película abortada sobre la vida de Ulianov y a este fin, intenta compilar “lo humano de Lenin”; sólo logra establecer de manera fehaciente que “1) Le gustan los niños; 2) y los gatos; 3) ríe a menudo; 4) tiene un plan y un modo de vida modestos; 5) juega bien al ajedrez; 6) le gusta montar en bicicleta’’, y poco más. Zinoviev, muy cercano a Lenin, se dedicó desde 1932 a lograr un retrato concreto y exhaustivo; cuando en agosto de 1936 Stalin lo ejecutó no había podido anotar más que algunas ideas y preguntas: como Lenin preparabasus informes, redactaba una resolución, presidía reuniones, escuchaba a un visitante, reaccionaba ante las derrotas, las victorias y rupturas. No pudo ir mucho mas lejos. Detrás de la espesa niebla ideológica del “Santo-Apóstol-Profeta-Mártir”, se esconde un Lenin concreto, el Volodia de “carne-y-hueso” que intentamos reconstruir. Lenin qua marxista revolucionario es inteligible sin este fundamento digamos concreto-nacional, sin esa discontinuidad real. Intentar rastrear el origen, las raíces, los preciosos momentos de formación del Marxismo de Lenin es una tarea difícil, pendiente y necesaria. El Culto a Lenin, ya latente a pesar de su propia opinión contraria en vida, paso a ser después de su muerte en 1924 descomunal, una producción monstruosa digna de Gargantúa. La Leniniana alcanzó proporciones bíblicas, desde crónicas diarias de su carrera política en todos los formatos imaginables, además que sus artículos y notas fundamentaban cada paso en la línea política oficial del Estado, cada cambio en la dirección debía ser necesariamente contrastado y ligado a una palabra maestra de Lenin. Como señala Bensaïd, el Leninismo “estalinizado” no es otra cosa que una mera ortodoxia estatal. Pero incluso las fracciones y líneas de opinión internas (Trotsky, Kollontai, Kamenev, Zinoviev, Stalin, Bujarin, Miasnikov et altri) se legitimaban ante las bases a través de citas y contra-citas bizantinas de sus libros y discursos. Incluso Gorbachov en 1985 tuvo que justificar su Glasnot y Perestroika remitiéndolas al corpus de ideas inmortales de Lenin. La acumulación documental leniniana, alguna de la cual aportaba información interesante sobre la recepción histórica de Marx y la distintiva formación “oriental” del Marxismo en Rusia, fue abruptamente interrumpida en 1938 por un ukase de Stalin. Toda investigación seria y materialista sobre Lenin quedó interrumpida hasta 1956, y aquellos que se habían aventurado en rastrear las raíces “rusas” del Marxismo corrían peligro, yacían en un Gulag o habían sido ejecutados. Para el Dia-Mat y para Stalin, Lenin fue un ur-marxista ortodoxo desde su adolescencia y punto. Lenin, en cuanto a Marx, era una suerte de Minerva, que nació con casco, pica, égida y escudo. Con razón Negri afirma que el Leninismo en cuanto tal no existe.
En Occidente la Leninografía sufrió la falta de fuentes de primera mano además de la sobredeterminación ideológica de la Guerra Fría, pero las incongruencias y heterodoxia de Lenin intentaron ser explicadas de diversas maneras. Básicamente en la mayoría de los casos juegan en diferentes jerarquías tres paradigmas sobre Lenin praktiki marxista. Unos sostuvieron la versión de un Lenin marxista-primitivo, anclado en el Marx juvenil de barricada, el “blanquista” de 1847-1850, que todavía no había madurado hacia el cientificismo de Das Kapital. Otros veían a Lenin como un caso para ser analizado desde el punto de vista histórico-psicológico (al estilo del Wilson de Freud), respuesta de su psyché al conflicto con la figura zarista y noble de su padre y para resolver en lo real la ejecución vergonzosa de su hermano; finalmente la más extendida presentaba al Marxismo heterodoxo y pragmático de Lenin como el último y más ilustre representante de la larga tradición rusa jacobina (terrorista y violenta que se remonta a Pestel), de la cual se habría apropiado en cuanto a ideas y estilos organizativos, agregándole a posteriori el stock teórico de Marx y Engels. Lenin en este caso nunca puede ser considerado un “socialdemócrata ortodoxo” (o lo fue durante un corto tiempo), y al corpus ideológico jacobino ruso simplemente le sumó una fina pátina de ideas marxistas. Intentaremos aquí salir de este atolladero, esquivar los dos polos opuestas de la mala interpretación de Lenin, tanto el del mito beatificador stalinista como el del Neo-jacobino, intentando saber cómo Lenin llegó a ser lo que fue en la Práctica como en la Teoría.
El viaje es de adelante hacia atrás, desde la consolidación ya sin retorno del Estado de partido único en 1922, hacia el pasado conspirativo, hacia el sofocante mundo paranoico de los círculos populistas y marxistas durante el Zarismo, pero también hacia la creatividad de un Marxismo abierto, alejado del naciente Dia-Mat. El año 1922 es el principio del fin para Lenin, pero en marzo de ese año logra escribir un ensayo revelador: “Significación del Materialismo militante”, titulo-homenaje a su maestro marxista Plekhanov, para la revista teórica mensual: Bajo la bandera del Marxismo. En él afirma que “afortunadamente las tendencias principales del pensamiento social avanzado de Rusia tienen una sólida tradición materialista. Sin mencionar a Plekhanov, bastará nombrar a Chernishevsky”. Más adelante Lenin afirmaba que “sin un sólido fundamento filosófico… ningún Materialismo puede soportar la lucha contra la ofensiva de las ideas burguesas, contra la restauración de la concepción burguesa del Mundo”, por lo que propone al comité editorial de la revista, “organizar el estudio sistemático de la Dialéctica de Hegel desde el punto de vista materialista, o sea: de la Dialéctica que Marx aplicó prácticamente en El Capital y en sus trabajos históricos y políticos.” Lenin concluye diciendo que “basándose en el modo como Marx aplicaba la Dialéctica de Hegel, concebida de manera materialista, podemos y debemos desarrollar esta Dialéctica en todos sus aspectos, publicar en la revista fragmentos de las principales obras de Hegel, interpretarlas de un ‘modo materialista’, comentándolas con ejemplos de la aplicación de la Dialéctica por Marx.” Y como colofón final sugiere al grupo de redactores y colaboradores que la revista se constituya en una suerte de “Sociedad de amigos materialistas de la Dialéctica hegeliana”. Lenin consideraba que “sin plantearse semejante tarea y sin cumplirla sistemáticamente, el Materialismo no puede ser Materialismo combativo”. Todos los conceptos materialistas para Lenin, como decía Marcuse, contienen una acusación y un imperativo. El artículo es sintomático, advierte de la posibilidad de una “restauración burguesa” en la Teoría: la exhortación de Lenin es contemporánea a su reflexión práctica sobre la exigencia de normas más severas para el ingreso al partido, además de señalar el deficiente nivel de los militantes, previa al XIº Congreso de marzo, así como su preocupación por la composición de clase del Comité Central. La praxis se desmorona, pierde su eficacia y se hace “administrativa de las cosas” sin una Teoría revolucionaria, sin el Método materialista… ¿El núcleo esencial de toda Filosofía es en última instancia la Política?
Pero además aparece la herencia revolucionaria autóctona a la que no solo no hay que renunciar sino incluso volver a re-activar. Lenin recuerda a las nuevas generaciones la sólida tradición materialista rusa (ilustrada, no-jacobina e independiente de la “Narodnaya Volya”) con la cual se formó, que se inicia, de manera sorprendente, no con Herzen, no con Plekhanov sino con un economista “socialista agrario” llamado Nikolái Gavrílovich Chernishevsky. Personaje destacado en su tiempo, que llamó la atención del Marx tardío, que lo calificaba de “gran sabio y crítico”. El Dia-Mat, en el obligado Diccionario Soviético de Filosofía (edición de 1959) lo define malamente como “gran demócrata revolucionario ruso, filósofo materialista, crítico literario y socialista utópico.”¿Utópico? Sabemos que el régimen stalinista nunca rindió homenaje a Chernishevsky, o a su discípulo Dubroliúbov, raro porque siendo predecesores reconocidos del Leninismo son predecesores ab initio, por lo tanto, de la misma URSS. El problema era que el espejo antidespótico de Chernishevsky, su lucha contra la forma autoritaria-despótica asiática de Estado y Sociedad, lo que denominaba Aziatstvo, además de su anti-Nacionalismo eslavo, lo hacía muy incómodo al régimen de Stalin. Obviamente, se sabeque la famosa obra de Lenin sobre la organización de 1903, ¿Qué hacer?, al parecer se inspiraba en su título en la novela homónima de Chernishevsky, cosa dudosa para algunos escolares, pero poco más. En sus memorias la Krupskaia reconocía que “en sus artículos y en sus libros [Lenin] no habla nunca de un modo directo, pero cada vez que se refería a Chernichevski su verbo tomaba un acento apasionado. Si dais una ojeada a las obras de Lenin veréis que los pasajes en que habla de Chernichevski están escritos de un modo particularmente caluroso.” Se puede reconstruir, a través de varias fuentes y testimonios, así como de las escasa palabras autobiográficas de Lenin, el papel teórico-práctico de Chernishevsky. Lenin comentaba que “lo había leído con un lápiz en la mano”, que había sido “una influencia esencial” o en otro testimonio oral reconoce que “Chernishevsky ha arado sobre mí una y otra vez”. Si no bastara las reminiscencias de Lenin además tenemos lo indeleble, como decía Krupskaia, la propia palabra escrita. Retrocedamos en la Historia.
Fuente: Nicolás González Varela
7 de septiembre de 2017. ESPAÑA