Con su concepción de persona, Tomás de Aquino ofrece una definición que sirve de sustento para perfilar el auténtico humanismo.
Lo anterior significa que no es auténtico ningún humanismo que no respete la dignidad de la persona humana.
La persona es substancia.
El aquinate recoge del pensamiento medieval la definición de Boecio: “persona es la substancia individual de naturaleza racional”. La persona no puede ser considerada sino como substante, con existencia en sí y no en otro.
La persona es por ello un individuo acabado, perfecto y completo en su orden. La persona, como substancia es incomunicable, en el sentido de su ser, su existencia es sólo suya.
La persona, incomunicable en el orden substancial, mantiene comunicación con las otras realidades, en el orden accidental.
La persona es espiritual.
La naturaleza racional que determina el tipo superior de substancia que es la persona, señala que está dotada de conocimiento intelectual y de apetito voluntario. Para resaltar lo anterior, Tomás utiliza asimismo la definición: substancia individual de naturaleza espiritual.
La primera consecuencia que dibuja el humanismo genuino, es que cualquier humanismo ontológicamente inmanentista, entre los que se cuentan aquellos que niegan la existencia del orden espiritual, no pueden ser sino humanismos adulterados, a saber:
a) los humanismos materialistas
b) los humanismos ateos
La segunda consecuencia es que ningún humanismo gnoseológicamente inmanentista puede calificar como auténtico.
Lo anterior sucede con;
c) los humanismos empiristas
d) los humanismos racionalistas
e) los humanismos idealistas
f) los humanismos escépticos
g) los humanismos fenomenistas
h) los humanismos agnósticos
La tercera consecuencia es que los tipos de humanismo que demeriten las funciones de las facultades espirituales no pueden llamarse auténticos.
Lo anterior se refiere a:
i) los humanismos voluntaristas
j) los humanismos intelectualistas exagerados
Si un cierto humanismo privilegia el acontecer y el optar del hombre sobre su naturaleza, hasta el punto de que esta resulte de aquellos o bien si reduce el ser de la persona a sus acciones libres, no llena el perfil del humanismo auténtico.
Lo anterior sucede con:
k) algunos humanismos existencialistas
l) algunos humanismos personalistas
Las características de los reduccionismos mencionados:
m) algunos humanismos personalistas, reducen el ser de la persona a uno de los muchos tipos de su acción, y esta es la acción libre. Al privilegiar al accidente acción-operación facultativa voluntaria, sobre la naturaleza del hombre, lógicamente deben desconocer la dignidad de persona, a aquellos hombres que no ejercen aún o no podrán ejercer nunca actos libres, tales como los niños pequeños, los retrasados mentales agudos, los dementes extremos, los comatosos, etc.
l) Algunos humanismos existencialistas
Aquellos que hacen depender la naturaleza o la esencia humana, del desenvolvimiento de su existencia, niegan la substancia en la que consiste la persona.
k) Los humanismos intelectualistas exagerados
El intelectualismo exagerado de corte socrático, al despreciar la inclinación de los apetitos y su impacto sobre el entendimiento práctico, arrebata el orden moral del campo de la voluntad libre y reduce la conducta humana a la conveniente información cognoscitiva.
j) Los humanismos voluntaristas
Los tipos de voluntarismos que llegan a hacer depender la ley natural y la ley cósmica del capricho divino, arrebatan a la realidad –y con ello al hombre- cualquier principio de orden, ya que el orden implica inteligencia.
Los tipos de voluntarismo que minimizan la importancia del intelecto, reducen la razón a la empeñosidad o a la tozudez humana y tienden a reducir la voluntad a la mera pasión sensible, ya que el apetito, si no está iluminado por el intelecto y no depende del juicio intelectual, no puede considerarse voluntad.
i) Los humanismos agnósticos
Aquellos humanismos que sin negar la realidad, objetan la capacidad humana de conocerla –es la clásica postura kantiana-, fundan el inmanentismo gnoseológico. Si en sus supuestos la persona es incognoscible como realidad substancial ¿cómo sostener un humanismo? ¿cómo sostener el conocimiento sin sustrato cognoscible? Por otra parte, en este supuesto, la realidad de un Dios personal no puede sino ser postulada desde el sentimiento moral.
h) Los humanismos fenomenistas
Reduciendo la realidad al fenómeno, niegan la existencia a los seres substanciales, y con ello, lógicamente también a la persona.
f) Los humanismos escépticos
Negando la posibilidad de alcanzar la verdad, ponen en tela de juicio tanto la naturaleza humana como su existencia.
e) Los humanismos idealistas
Puesto que en un contexto idealista, no cabe conocer la realidad sino sólo las ideas, cualquier referencia a substancias reales está vedada.
d) Los humanismos racionalistas
Puesto que -en el racionalismo más clásico que es el cartesiano– se niega la dependencia del intelecto humano de los datos sensoriales, la realidad de las otras personas “no me es patente, lo único indubitable es mi yo pensante, a partir de lo cual toda otra realidad se deduce”. Los sentidos se consideran instrumentos engañosos y la realidad circundante puede no ser sino un espejismo. El mismo Dios personal se postula como garante de la realidad, siendo que en verdad es a través de la realidad sensible, como se llega al conocimiento de Dios.
c) Los humanismos empiristas
La gnoseología empirista niega la capacidad del conocimiento racional para alcanzar la verdad; y, con ello se cierra a la dimensión racional del hombre.
b) Los humanismos ateos
La negación de Dios resulta, para la concepción de la persona, una negación de su capacidad intelectual para alcanzar todas las realidades existentes y una cancelación de la apertura comunicativa entre el Dios personal y la persona humana.
a) Los humanismos materialistas
Para estos el apelativo humanista no puede referirse sino a la posibilidad de una cierta concordia entre los animales mas perfectos en la escala de lo material.
Cualquiera de los pseudo-humanismos ya mencionados, aportan enfoques interesantes que vale la pena tomar en cuenta. No yerran, como suele decirse, en lo que afirman, sino en lo que niegan, en aquello que sus respectivos planteamientos dejan fuera, en sus reduccionismos en los ámbitos gnoseológicos, u ontológicos.
El humanismo auténtico, es un elogio a la plenitud del ser humano. Sus afirmaciones hacen justicia a la asombrosa verdad de que el hombre es persona y a la grandiosa consecuencia de su dignidad espiritual, dignidad que lo eleva multidimensionalmente sobre el resto del mundo material.
Congreso de la Sociedad Mexicana de Filosofía
2004
Hola! muy buena la interpretacion que e puede hacer de la persona pero como se podria definir en si “Sustancia individual de naturaleza racional” gracias.
Eso de…”La negación de Dios resulta, para la concepción de la persona, una negación de su capacidad intelectual para alcanzar todas las realidades existentes y una cancelación de la apertura comunicativa entre el Dios personal y la persona humana”, en torno al humanismo ateo, es un absurdo que desestime en el ser individual la capacidad intelectual de alcanzar todas las realidades existentes, porque precisamente el humanismo ateo dignifica el papel de hombre real e histórico y no de una comunicación ficticia con un tal dios personal y la persona humana. CON LA NADA NO SE PUEDE DIALOGAR.
Muy bien, Marco Antonio, en eso que dices de que aun sin Dios hay acceso intelectual a la realidad, pero en lo otro diste en el traste, puesto que Dios sí existe, es el Todo, no la nada; y la comunicación con Él tampoco es ficticia sino real, objetiva, veritativa y constatativa si quieres. Esta es sólo mi perspectiva, puesto que no sé si contigo se pueda dialogar tomando en cuenta tus premisas…
me encanta este sitio excelente articulo