Lic. en Filosofía por ICES
¿Quién alguna vez no se ha topado con esos lánguidos seres que pregonan la perdida del sentido de su existencia? Hombres trasnochados que quisieran un bastidor al que aferrarse y no logran encontrar más que la nada, el vacío, la negación; y todo por tener una noción insuficiente de su naturaleza y finalidad.
La época contemporánea, se ha caracterizado por el entusiasmo de acabar con todo. Con la metafísica, con la ciencia, con el arte y muy especialmente con el sujeto. Si no lo han reducido a manifestaciones, lo han limitado a ser un constructo eslabonado, a una estructura teórica.
Originalmente sujeto (subiectum) significa lo que esta debajo y se refiere a aquello que permanece en el cambio, que subsiste. Y no a una maquinación o elaboración conceptual que pueda ser constantemente rediseñada.
El existencialismo, el estructuralismo y el postmodernismo, santones todos del materialismo imperante, se han limitado a dar una interpretación reducida de la realidad antropológica del sujeto humano; definiéndolo, unos como un ser para la muerte, otros como una construcción cultural o enunciado del discurso del poder.
Así el sujeto, si no es reducido a una constructo racional sin referente empírico, ha sido interpretado desde lo meramente aparencial, explicándose solo desde una realidad fenoménica que lo accidentaliza, condenándolo a contemplarse desde una dimensión contingente y mudable que tarde o temprano lo destruirá.
Existencialismo: el hombre en lo vago
Sciacca bautizó al existencialismo como la “filosofía de la impresión particular”, descripción fenoménica del existir, que mediante un único acto de la conciencia (la intuición existencial) le da primacía a la existencia bruta sobre las esencias. El existir es un concepto unívoco que se aplica desde dicha intuición a todo lo real externo. Ya que el hombre, como único ser conciente de su existencia, puede situarse como ser en el mundo y dar cuenta de la existencia de éste.
El existencialismo ve al hombre como una existencia desnuda arrojada al mundo para esencializarse, definirse. El sujeto es un mero proyecto que puede ir cambiando por propia libertad de creación y según las propias posibilidades.
El existencialismo sitúa al sujeto “desesperándolo” en su toma de compromiso consigo mismo y haciéndolo tomar conciencia de su última y autentica posibilidad: la muerte. En este punto el existencialismo le da algo no contingente y necesario al sujeto, ¡pero qué necesidad!
Decir que el hombre existe y que desde su mera existencia, por el ejercicio de su libertad, construye su esencia, es disociar dos elementos inseparables como son la esencia y la existencia. La esenciaes aquello por lo que la cosa es lo que es y la existencia, por si indefinible, podemos verla como esa esencia actualizada. Así el hombre existe siendo lo que es, si fuera solo existencia sería de por sí indefinible, mera indiferenciación desnuda que, por ejercicio de sabe que libertad, podría definirse como árbol, como perro, como cerdo o como lo que sea.
Si en el hombre, como ente particular, no existiera una estructura entitativa de esencia y existencia estaría confundido y unido a una multiplicidad de entes sin poder diferenciarse.
Post y estructuralismo: el sujeto encerrado en el discurso
En el estructuralismo y postmodernismo, el sujeto es puro agregado lingüístico o pura modalidad en el discurso científico del poder.
En Foucault, por ejemplo, es una especie de producto epistemológico de los soberanos para el control de los individuos. Para él, el concepto de sujeto nace en una época histórica determinada como una construcción de dominio de la práctica del poder.
Foucault despoja al sujeto de todo sustrato, de todo sentido y tendencia autónoma, reduciéndolo a ser relacional al discurso científico del poder dominante de una época histórica determinada, a un elemento autómata de la práctica del poder.
Por herencia del estructuralismo, que ve toda manifestación humana determinada por estructuras de la ciencia la sociedad y la cultura, Ve al sujeto como simple fenómeno epistémico, ideológico y cultural, “una invención reciente cuyo fin está próximo“.
El sujeto como sustrato metafísico
Ante estas posturas que accidentalizan al sujeto, contemplándolo como posibilidad, como construcción relacional al discurso científico imperante o como mero enunciado discursivo, es necesario develar la naturaleza ontológica del sujeto para salvarlo del naufragio al que ha sido sometido.
El sujeto humano como subiectum es un sustrato metafísico que está por debajo y soporta lo accidental del hombre, en este sentido el sujeto siempre permanece aunque varíen los accidentes. El término sujeto es la substancia psicológicamente considerada; de la que vamos a ocuparnos inmediatamente.
En ontología substancia se describe como aquella cosa a la cual le compete existir en sí y no en otro como sujeto de inhesión; diferente a los accidentes que tienen que inherirse y sustentarse en una substancia para poder existir.
La sustancia como existente, individual y concreta es llamada sustancia primera, y se encuentra en este ser finito que es el hombre, como esencia compuesta de materia (cuerpo) y forma (alma).
Como materia el hombre se encuentra, en relación directa con el mundo contingente y mudable; pero como sustancia, el hombre es sujeto personal que permanece idéntico en un solo acto de conciencia.
Como ser personal, el hombre trasciende la pura fluencia de accidentes que se le incorporan en el transcurso de su existencia finita, y al ser esencia actualizada y subsistente permanece como sujeto conciente de su identidad y portador de sentido.
Desde su esencia, el hombre se define como animal racional. Individuo substancial incomunicable, poseedor de accidentes y por tanto supuesto. Al ser persona, añade al supuesto la intelectualidad que lo especifica como substancia individual de naturaleza racional.
Es una substancia compuesta de materia y forma y está siempre abierta a nuevas determinaciones accidentales, y sin embargo es algo permanente. No sólo esta insertado en el mundo, situado fuera de la nada; sino que esta en potencia para alcanzar la perfección que esta grabada en su naturaleza.
¿Qué tal,Christian?…Te felicito por tu artículo..Está sencilla y claramente explicado para quienes tenemos la carrera de filosofía o le entendemos un poco a estos términos…Tienes un estilo muy sistemático de exponer, con mucha claridad,repito y a la vez con simplicidad..No usas muchos recovecos..realmente capta uno el contenido a la primera… ¿Aceptas una sugerencia?..Mira..Como tú tienes una facilidad para expresar estos temas filosóficos en el lenguaje filosófico,¿podrías interpretarlos o traducirlos al lenguaje de la gente común y crriente,esa que no tiene estudios de filosofía, pero que tiene su naturaleza y facultades y saca conclusiones y tiene hambre y amor a la verdad? ¿Verdad que sería realmente laudable compartir con todo público, la gente del pueblo, que es la más numerosa,estos conocimientos universales y eternos,Christian?..si nuestra misión,por nuestra naturaleza, es personal y social¿qué mejor oportunidad de llevar nuestro mensaje filosófico al mayor número de personas a través de esta revista?..Yo te invito, con la mejor intención a que consideres esta propuesta,dadas tus capacidades..!Enhorabuena, Christian y que sigan los éxitos! !Te deseo lo mejor para ti y tu familia!