En el verano de 1989, cuando la revista «The National Interest» publicó un artículo de un joven y brillante analista político, titulado «The End of History?», comenzó una controversia que hasta este momento perdura y que se avivó notablemente, en 1992, con la publicación del libro «The End of History and the Last Man». En aquel entonces, muchos vieron en Fukuyama un brillante oportunista que se apresuraba a trepar en el expreso triunfal del capitalismo neoliberal, tras el derrumbe del muro de Berlín.
Desde el principio, una de las objeciones principales que surgía de la simple lectura del título del libro, era: ¿cómo se atrevía este personaje casi desconocido a especular sobre un inminente «final de la Historia»? En realidad, aquella objeción adolecía de cortedad intelectual. Porque Fukuyama no utilizó el término «Historia» en su sentido convencional, que es al mismo tiempo el más común: una concatenación de acciones y hechos que han influido en el curso y evolución de las diferentes civilizaciones. Y, por el contrario, se había concentrado en la concepción hegeliana del término. Para Hegel, el motor de la Historia era la ideología, no sólo expresada en el discurso abstracto sino que hecha carne en instituciones destinadas a regir la sociedad.
Pero si Hegel había avizorado el final de la Historia en la concreción de los estados que nacieron de las revoluciones Americana (1776) y Francesa (1789), Fukuyama lo atisbó en ese mundo convulsionado que entraba de lleno en la década final del siglo XX y que exhibía signos premonitorios tan sugestivos como el derrumbamiento del Muro de Berlín; el colapso del comunismo soviético y sus satélites de Europa Oriental;, el fin de aquella bipolaridad de superpotencias que había dividido el mundo desde finales de la Segunda Guerra Mundial; el avance gradual de los procesos de Globalización; una renovada y acelerada revolución tecnológica; y los cambios dramáticos que se estaba experimentando en todo lo relacionado con medios de comunicación. Francis Fukuyama no predecía el final del mundo material, ni el colapso de la civilización universal creada hasta aquel momento por el hombre, sino la cercanía —para él prácticamente inminente— del momento en que una sola ideología reinaría sin competencia dialéctica ni oposición material sobre el planeta entero.
Han pasado 17 años desde la publicación de aquella obra polémica de Francis Fukuyama, y el mundo parece haber tomado un rumbo por completo distinto del que el autor aventuraba entonces. Aquel optimismo avasallante, que cabalgaba a lomo de los impresionantes acontecimientos que culminaron con el aparatoso y definitivo derrumbe del comunismo soviético, resultó groseramente excesivo. Y no sólo por apresuramiento, sino, y muy principalmente, por ignorar una vez más —como suelen hacer todos los grandes teóricos a lo largo de épocas sucesivas— los tortuosos, ramificados, imprevisibles e innumerables recovecos de la naturaleza humana. Imaginar que una ideología neoliberal, basada en valores de genuina raigambre occidental, tales como el respeto por los derechos del ciudadano (el principal entre ellos, el de propiedad), la reducción de los Estados voraces y las burocracias corruptas, la implantación de reglas claras y justas, la promoción de la iniciativa privada y el desarrollo de un capitalismo enfocado en libre y sana competencia, podría triunfar en el mundo entero y extender sus beneficios al cien por ciento de la Humanidad… Fue un sueño maravilloso. Fue una intención espléndida. Fue un esfuerzo intelectual digno de elogio. Pero pecó, al mismo tiempo, en demasía. Pecado de buena voluntad. Pecado de sana intención. Pecado de ingenuidad. Y pecado de ignorar qué y quiénes son los seres humanos, vistos en su conjunto.
Nada más apartado de la visión optimista de Fukuyama, que un 11 de septiembre de 2001, con todas sus secuelas, por poner un ejemplo de clara comprensión. También impensable, para aquel Fukuyama de 1992 (imagino que el de 2009 ya estará curado de espantos y náuseas), la sucesión de gobiernos izquierdistas e izquierdoides que en la actualidad infestan este patético y esperpéntico subcontinente latinoamericano. ¿Cómo imaginar, en aquel entonces, una contraofensiva tan enérgica de todo este avorazado tropel de comunistas reciclados? En aquellos momentos y con el legítimo imperio de aquella euforia, la realidad internacional que sufrimos en este año 2009 resultaba impensable e inimaginable… Para Fukuyama y también para muchísimos otros ingenuos de similar hechura.
En cuanto a quien escribe, confesaré que en los primeros momentos me dejé llevar por el entusiasmo: ¡era la caída estrepitosa del enemigo más odiado y tan combatido! Sin embargo, pasados los transportes iniciales de júbilo, comencé a reparar en el inminente contraataque del cardumen. Huérfanas de apoyo, abandonadas por su principal sostén ideológico y fuente de financiamiento, todas aquellas pirañas iniciaron, en coro, la detestable cantaleta que muchos ingenuos se creyeron a pies juntillas, para tragedia del mundo civilizado: «¡Se terminó la guerra ideológica!». «¡Ahora somos buenos e inofensivos!». «¡No nos persigan ni nos segreguen!», «¡No nos pasen factura por todas las iniquidades que cometimos hasta el momento!», «¡Nos tienen que integrar a la sociedad con todos los derechos y prebendas!», «¡A partir de ahora nos vamos a portar bien!», «¡Vamos a ser demócratas y respetuosos ciudadanos!», «¡Nos tienen que mimar y alimentar!», «¿Revanchas para qué, si ya todo se terminó?»… Etcétera, etcétera, etcétera.
Los idiotas, que siempre son mayoría, les creyeron con ojos cerrados. En lugar de exterminarlos, encerrarlos en campos de trabajo o deportarlos, a patadas, con rumbo a los últimos «paraísos» (Cuba, Vietnam, China, Corea del Norte), los dejaron subsistir y medrar. Les permitieron infiltrar y pudrir todo. Les dieron derechos, no ya iguales sino todavía mayores que los de aquellos ciudadanos decentes que nunca habían hecho daño en sus respectivos entornos. Y ahora, año 2009, los resultados saltan a la vista. ¡Rompen los ojos! Las cloacas están desbordadas y rezuma la inmundicia por doquier… Los agentes del caos han hecho un excelente trabajo. Y, en cuanto tiene que ver con América Latina, a este paso tenemos asegurado un nuevo siglo de subdesarrollo, con la posibilidad de sustituir al áfrica Subsahariana en el liderazgo de tan indeseada posición… En cuanto tiene relación comingo, déjenme decir que muy pronto comprendí lo que se avecinaba. Una ideología liberal, de mercado, libertaria y justa —como la que ha llevado a la cúspide a países como Nueva Zelanda, Irlanda, Singapur— es impensable en este mundo de marionetas y descerebrados. Y la menos imaginable de todas las regiones para implantar un sistema como ése, es sin la menor duda esta desdichada América Latina. En cuanto a los comunistas, reciclados o no: siempre supe que eran, no en el fondo sino de los pies a la cabeza, verdaderos negociantes, si bien pertenecientes a una extraña y retorcida especie de auto empresarios tortuosos, trepadores, vividores y ferozmente depredadores… Tipos especializados en generar el caos, para vivir gracias a ello con holgura y sin pegar golpe. En consecuencia: se hacía para mí evidente que, más temprano que tarde, ellos tenían que volver a escena, en irrupción triunfal con bombos y platillos. Volver, bajo el aplauso y la aclamación de verdaderas muchedumbres de imbéciles, idiotas y cretinos. Después de todo, así es cómo funcionan ciertas retorcidas y degeneradas leyes del mercado… El mercado de los retorcidos y degenerados, por supuesto.
Fuente: http://www.uruguayinforme.com/news/01052009/01052009_fernando_pintos_fukuyama.php
URUGUAY. 1° de mayo de 2009
A.C.A. comenta…
El resumen respecto a Fukuyama, no esta mal, los lamentos del autor que dada la datación del documentos supongo que es Uruguayo, hacen comprender que esta siendo victima de los supuestos izquierdista, posiblemente porque en esa latitudes del continente americano han prosperado para alguno los gorilatos y el autor los extraña, tal vez como comentan le pasaba a Borges, que salvo la dictadura de Perón, a la que considero populachera y con la que no pudo congeniar, sobre todo por el desde que tal dictadura hizo del Borges.
Atendiendo a la objetividad, encontramos que las denominaciones de izquierda y derecha, tomados de los Estados Generales y la Asamblea aparecidos durante la revolución francesa, no atienden mas que a calificativos que se dan a un sistema de gobierno en algún país, atendiendo a características que se han venido imputando unos grupos a otros, y que tomaron mayor definición cuando se definieron en marxistas y capitalistas, para después pasar a ser comunistas y fascistas, los primeros atendiendo a la supuesta defensa del trabajador o proletariado en el sentido romano de la palabra, los otros bajo sistemas de orden y sometimiento de las masas a un poder absoluto y tendiente a proteger esencialmente a los ricos, independientemente de en que apoyaran estos su fortuna o riqueza.
En ambos casos, siempre sacrifican a la masa que por una parte dicen proteger los comunistas y de la que se sirven en forma evidente y sin ocultamiento los fascistas.
Como se establece desde la antigüedad por la filosofía griega, los extremos son malos, porque contienen excesos y lo razonable es el justo medio, concepto que ni ellos pudieron conservar, ya que desapareció de la vida activa su cultura y paso a ser historia o imitación, si bien no hay una evolución directa de la misma, se dieron muchas colaterales hasta la época actual, todas en base de la original y su mezcla entre otras con la filosofía cristiana, pero volviendo al tema, ese justo medio, que objetivamente tiene una existencia precaria y fugas, que su base es la racionalidad y que ninguna sociedad puede conservar en forma colectiva por mucho tiempo, sino mas bien que la regla evidente es que la colectividades irracional, manejable por su debilidad mental, como lo encontraron entre otros Goebbels con los efectos de su propaganda y dirección de masas durante el nazismo, por lo que lo en lógica se esperaría un ideal, que seria la suma de inteligencia, pero en la naturaleza de los antropoides existe un factor que no solo neutraliza la inteligencia en colectividad, sino que mientras mayor es la masa en colectividad mas disminuye la inteligencia, hasta en ocasiones volverse mas bien un ser instintivo al nivel animal al que se tacha de irracional.
Pero en si, que corriente representaría este justo medio, en teoría seria el socialismo conforme a las ideas de Schopenhauer y otros idealistas, sin caer en una inexistente utopia, que tampoco son perfectas, pues en las sugeridas, siempre el autor deja su marca de preferencias, y atiende a la satisfacción material y en ese momento ya la racionalidad comienza a tener sus agujeros negros y termina en que aún siendo ideal no sirve.
De lo anterior, se tiene que efectivamente la falla de todo concepto de gobierno o administración social, si no es controlable por los miembros que la crean bajo el principio de que el todo es mayor que la parte y por tanto, el todo debe dominar y la parte debe administrar como lo indique el todo, no servirá para llevar a la practica una forma eficaz de administración y gobierno, tal que para ello, las partes deben ser homogéneas, que en síntesis es el principio de lo que seria la democracia como forma de gobierno, todos iguales, por lo que mientras mayor sea el numero de integrantes, menos homogeneidad habrá, y comenzara la corrupción de la forma, de ahí que el concepto de conquista de territorios y personas sea bajo el principio de dominio, el amo o dueño, no el gobernante como forma de gobierno, pues siendo dueño de todo, su voluntad es el destino de los demás, incluyendo el factor que soporte su poder si esta basado en humanos.
Con base en lo anterior, se encuentra que en la realidad actual, la etiquetación que hace el autor del articulo, dolido con posibles situaciones personales, no es muy objetivo, sobre todo que ahora se califica al sistema de gobierno o al gobernante, según los parecidos que tienen sus conductas con algunos de los regimenes o sujetos de la historia y que no necesariamente son de los denominados comunistas, antes izquierdistas, o con los capitalistas, entre ellos los fascistas, si bien como dije se dan semejanzas, por lo que creo que sus fantasmas personales o ideológicos le nublas la visión, ya que seria absurdo calificar a Hugo Chávez como comunista o izquierdista, pues un sistema no existe si no hay un grupo de poder apoyándolo en base a un concepto o ideal.
En el caso éste, se trata de cierta forma de un gorilato, apoyado en el ejercito, que si bien ha resultado beneficiosos para una mayoría de la prole, no se le puede tildar de comunista, lo que si hay a su alrededor un grupo de aprovechados que al igual que en cualquier sistema de poder, se aprovechan, así como también hay un grupo de inconformes y que por los no pudieron obtener un beneficio que pretendía y que no es precisamente en base a su trabajo duro y creador, sino por regla general es en base a la expoliación de los demás, como lo deben estar haciendo algunos de los beneficiarios, en igual sentido tampoco se le puede llamar democracias a la de EU, sino que mas bien sus síntomas es la tendencia a convertirse próximamente en un fascismo disfrazado y una de sus formas de conquista es el famosos neoliberalismo, si es que no lo es ya, como decía un comentario de periódico relativo a la epidemia de fiebre o influenza humana inventada.
EUA es el país mas controlado del planeta, sin fronteras abiertas para nada y el que exige que los demás le abran las fronteras, el enigma es China, pues al igual de lo que sucede con Venezuela que desde ningún punto de vista se puede considerar un país comunista en base a la conducta de su gobernante que es errática, tampoco se puede considerar a China como un capitalista, no obstante el comercio que ha venido desarrollando desde hace tiempo y que su conducta exterior pudiera dar esa falsa apariencia, el único que por el momento tiene definida su situación es Cuba, país socialista, tendiente al comunismo derivado de su situación de tener que vivir a la sombra de ese sistema para poder subsistir pese a los embates del mayor capitalista del planeta y sus correligionarios, ahora un sistema fascista en marcha, a pesar de Obama, que poco podrá hacer contra o para corregir el sistema que lo creo.
Así que en conclusión, esto de acuerdo con el artículo en lo que hace única y exclusivamente sobre Fukuyama, pero no en los lamentos que supuestamente se basan en las fallas de la ingenuidad de Fukuyama hace el autor del libelo, si bien tiene perdón, pues en un planeta con habitantes de una mentalidad tan controvertida como lo es en que vivimos, de supuestos racionales que en un breve análisis se encuentra que más bien siguen siendo irracionales, resulta pecata minuta la diatriba, bajo la consideración que para los antropoides que dominan cunado menos la superficie, la regla es que todos son irracionales y la excepción es la racionalidad.
MEXICO. 2 de mayo de 2009