Los fenómenos complejos no sólo competen a la medicina, sino también a otras disciplinas, como la sicología (percepción, representación), las neurociencias y el sicoanálisis (memoria y procesos mnémicos), la física y la filosofía (tiempo y espacio), además de la sociología, en la comprensión de la patología sicosomática.
El estudio de la dualidad mente-cuerpo ha ocupado a la humanidad desde los comienzos de su pensar reflexivo y sigue siendo rico material de estudio tanto para las ciencias como para las humanidades. Tal es el caso de la medicina sicosomática que compete tanto a médicos como a sicólogos, siquiatras y sicoanalistas.
La participación de la mente en los padecimientos de origen orgánico resulta innegable hoy día, y nuevas aportaciones nos abren nuevos caminos y formas no sólo de pensar lo sicosomático, sino también de abordarlo terapéuticamente.
Desde el campo sicoanalítico un ejemplo de ello es la lúcida y acuciosa investigación del sicoanalista Sami-Alí, quien, basándose en postulados freudianos, aporta una interesante teorización que enriquece el terreno de la clínica sicosomática.
Los conceptos centrales de su teoría serán la función del imaginario y la represión de la función del mismo. Puntualiza que el imaginario no es otra cosa que el sueño y los equivalentes del mismo en el estado de vigilia, y que la constitución de dicho imaginario es mediatizada por el vínculo temprano entre madre e hijo.
Según Alí, el asunto se juega entre el cuerpo, el tiempo y el espacio. Prolonga con ello el modelo freudiano y va más allá, al señalar que la sicopatología se manifestará según el tipo de funcionamiento de la represión de lo imaginario llegando en casos extremos (pero no infrecuentes) a afectar al cuerpo real, es decir, al cuerpo biológico.
El autor insiste en demostrar que el problema del cuerpo resulta indisociable del espacio y del tiempo. Pero el tiempo debe ser entendido tal como Freud lo conceptualizó: intemporal, no secuencial, tal como se da el tiempo del inconsciente. Cabe recordar que para Freud el tiempo pertenece exclusivamente al consciente y lo inconsciente se encuentra fuera del tiempo, escapa a él. “Los procesos del sistema Icc (inconsciente) son intemporales, es decir, no están ordenados en el tiempo, no tienen absolutamente ninguna relación con el tiempo”.
Así, concluye Sami-Alí: “son rasgos negativos que trazan una realidad en negativo y a falta de una relación dialéctica cuyos términos se incluyan mutuamente, se introduce de entrada entre consciente e inconsciente una dicotomía fundada en la presencia y ausencia del tiempo, de suerte que sería imposible que uno solo y el mismo proceso fuese temporal e inconsciente”. De acuerdo con esto, la fórmula freudiana podría rescribirse (en forma exegética) de la siguiente manera: “Lo inconsciente es intemporal porque es espacial y es espacial porque es corporal”. Por tanto, habría que hablar de un espacio tiempo imaginario en tanto el tiempo es imaginario y se inscribe, a su vez, en un espacio imaginario.
Las conceptualizaciones de Sami-Allí apuntan hacia la necesidad de un estudio profundo, múltiple e interdisciplinario de los fenómenos complejos que competen no sólo a la medicina, sino también a otras disciplinas, como la sicología (percepción, representación), las neurociencias y el sicoanálisis (memoria y procesos mnémicos), la física y la filosofía (tiempo y espacio), además de la sociología, en la comprensión de la patología sicosomática. Nuevas formulaciones sicoanalísticas como ésta, cimentadas en la clásica metasicología freudiana y avaladas por nuestros hallazgos cotidianos en la clínica sicoanalítica, parecen demostrar que el sicoanálisis y la sicoterapia sicoanalítica no tienen fecha de caducidad y siguen aportando ideas para la comprensión del cuerpo y del siquismo humanos.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2010/09/03/index.php?section=opinion&article=a06a1cul
MEXICO. 3 de septiembre de 2010