Lo primero que llama la atención de este libro, aparte de la audacia que representa la decisión de volver sobre un pensador tan estudiado como Platón, es que su autor no entra en el aparentemente inevitable conflicto de las interpretaciones, ni sobrecarga su texto con innecesarias referencias eruditas.
Y así, se limita a dejar hablar a Platón, por boca, claro es, del Sócrates platónico. De este modo reconstruye diez de los diálogos menos trillados del gran filósofo con estricta fidelidad a su nervio argumental, aunque sin dejar por ello de intervenir, cuando lo cree necesario. Y sin dejar tampoco por ello de valorar las tesis platónicas, tanto en su especificidad intrínseca como desde la perspectiva de su relevancia actual.
¿Actual? En realidad, más bien transhistórica, dado que si ese ser menesteroso y siempre en trance de búsqueda que es el filósofo se ocupa de algo, es, en definitiva, de problemas, de los problemas esenciales del hombre, que no en vano Kant formuló en preguntas:
¿qué puedo saber?,
¿qué debo hacer?,
¿qué me es dado esperar?,
¿qué es el hombre? .
De acuerdo con la fiel reconstrucción de Miguel García-Baró (Madrid, 1953), como diálogo digno de ese nombre tenemos que entender, desde Platón, una investigación de la verdad que camine en la búsqueda del consenso -que
“siempre es cosa de dos, aunque pueda, sucesivamente, ir conquistando a los demás presentes, pero uno por uno, a cada cual como único”-.
Lo que le convierte, por tanto, en algo muy distinto al usual “intercambio de formidables discursos académicos o de pasmosas arengas y sermones”, en algo, en fin, que requiere estar siempre atento “para precisar los términos que se introducen, para bajar de lo genérico a lo más específico”.
El Platón a cuya lectura nos invita hoy García-Baró no es el canónico de la teoría de las ideas. Es más bien un Platón que gira en torno al hombre y sus cualidades. Que se interroga con pasión por
“la forma de vivir que debe ser adoptada por cada uno de nosotros”,
desde la coinciencia de que
“no se puede vivir un solo momento sin la menor idea de cómo se debe vivir”.
Y que eleva con ello el bien y la virtud, o la “vida buena”, la vida plena y excelente, contraria a la vida ignorante, sin referencia al bien. Con todos estos materiales su autor ha conseguido mostrar en esta obra notable la siempre renovada capacidad de interpelación de los verdaderos clásicos.
Fuente: http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/24923/El_bien_perfecto
Madrid, Spain. 14 de marzo de 2009