El libro VII de la República comienza con la exposición del conocido “Mito de la caverna”, que utiliza Platón como explicación alegórica de la situación en la que se encuentra el hombre respecto al conocimiento.
A los alumnos de Filosofía de Derecho en la UAC [Universidad Autonoma de Campeche] con todo mi empeño para motivarlos en el amor a la madre de todas las ciencias: la filosofía.
En este mundo actual de competencias, hace falta más cordura, más tiempo de reflexión sobre el hombre mismo y su ruta espiritual. La prisa, el apuro parece negarnos lo esencial.
El libro VII de la República comienza con la exposición del conocido “Mito de la caverna”, que utiliza Platón como explicación alegórica de la situación en la que se encuentra el hombre respecto al conocimiento.
Sin duda que esta alegoría ilustra de manera genial la función de la filosofía en el hombre. Sólo los que deciden salir de la caverna-sombras son capaces de conocer la verdadera realidad.
EL MITO DE LA CAVERNA
Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna, y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas.
—Ya lo veo —dijo.
—Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos, cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados.—¡Qué extraña escena describes —dijo— y qué extraños prisioneros!
—Iguales que nosotros —dije—, porque en primer lugar, ¿crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos?.
—¿Cómo —dijo—, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas?.
—¿Y de los objetos transportados? ¿No habrán visto lo mismo?.
—¿Qué otra cosa van a ver?.
—Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar ante ellos?—Forzosamente.—¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada vez que hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la sombra que veían pasar?—No, ¡por Zeus! —dijo.—Entonces no hay duda —dije yo— de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados.—Es enteramente forzoso —dijo.—Examina, pues —dije—, qué pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia, y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y obligado a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar a la luz, y cuando, al hacer todo esto, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera capaz de ver aquellos objetos cuyas sombras veía antes, ¿qué crees que contestaría si le dijera de alguien que antes no veía más que sombras inanes y que es ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera mostrándole los objetos que pasan y obligándole a contestar a sus preguntas acerca de qué es cada uno de ellos? ¿No crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero que lo que entonces se le mostraba?—Mucho más —dijo.Continúa el relato… lo esencial está dicho.
El hombre vive en un mundo de sombras, de apariencias, de oscuras mentiras disfrazadas de verdades.Pero, posee la razón que bien adiestrada puede ser capaz de ir descifrando la realidad y sus distintas máscaras.Sólo la filosofía puede ser capaz de adiestrar la mente. Enseña a buscar las causas primeras, últimas y supremas de la existencia. La totalidad. Lo universal, lo necesario.
La filosofía enseña a ver y analizar las cosas, desde una perspectiva total. Nos hace bajar a las aguas profundas para dejar de ver sólo la superficie del océano-realidad.Salir de la caverna para contemplar la luz. Sólo la filosofía como disciplina, como formación humanística puede ser capaz de hacernos hombres libres y seres pensantes.Honor y agradecimiento a los grandes filósofos-pensadores de la humanidad que han sido seres luminosos y libertarios.
Fuente: http://www.tribunacampeche.com/index.php?option=com_content&view=article&id=16452:educacion-sin-limites-&catid=43:opinion&Itemid=110
MEXICO. 7 de marzo de 2010