Editorial

El gran reto de la filosofía en nuestro tiempo es hacer consciente al hombre de lo que significa y representa su naturaleza humana y de las potencialidades que ello conlleva, esto ante el ataque mediático orientado a una cultura sensista y hasta cierto punto animalizadora.
¿Para que preocuparnos de si un nuevo meteorito golpeará la tierra y nos extinguirá como a los dinosaurios, si nosotros mismos nos estamos alejando cada vez más de lo que somos y nos vamos degradando en la escala de las criaturas, poniendo en serio peligro nuestra permanencia como especie?

Desde tiempos inmemoriales, el caballo, el perro y los demás animales no han dejado de ser lo que son, únicamente el hombre se ha preocupado cada vez más por hacer a un lado su naturaleza y su esencia y se ha enfrascado en una búsqueda infructuosa del placer y el poder, factores ambos que son incapaces por sí mismos de llenar todas las expectativas de la persona.

Nuestro esfuerzo debe orientarse entonces no solo a mantener las características y facultades que compartimos tanto con los animales y los vegetales sino a retomar el camino hacia el encuentro personal a través del uso adecuado de nuestras facultades volitivas e intelectivas, las cuales nos hacen esencialmente diferentes de las demás criaturas, y ejercer el señorío para el cual estamos llamados.

No nos referimos con esto al afán de poder, sino más bien a la necesidad que tenemos como especie de hacer un uso responsable de todos los bienes que han sido puestos a nuestro alcance para que logremos la plenitud como personas.

De este tamaño es la empresa, de esta dimensión es el reto; lo más fácil es volver la espalda y dejar que las cosas sigan como hasta ahora; lo más digno será emprender el camino del esfuerzo y del compromiso, para que verdaderamente establezcamos las bases de una nueva cultura y demos sustentabilidad al desarrollo de las nuevas generaciones.

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