– Agnes Heller y las teorías de las necesidades humanas/ XII
– Las necesidades radicales en diversos escritos de Marx
Portada del libro de Agnes Heller (Más allá de la justicia) en el cual ella parte de la pérdida de armonía entre ética y política en la modernidad. La edición mostrada es de Basil Blackwell, Oxford
La noción de N radicales aparece por primera vez en Marx en forma detallada en la Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel, del cual cita AH:
“…el arma de la crítica no puede sustituir a la crítica de las armas, la fuerza material tiene que derrocarse mediante la fuerza material, pero también la teoría se convierte en poder material tan pronto como se apodera de las masas. Y la teoría es capaz de apoderarse de las masas cuando argumenta y demuestra ad hominem… cuando se hace radical; ser radical es atacar el problema por la raíz. Y la raíz para el hombre es el hombre mismo”. (en Los anales franco-alemanes, ed. Martínez-Roca, Barcelona, p.109, sin fecha).
Sobre esta famosa cita comenta AH que para Marx es radical la teoría para la cual el hombre (la riqueza humana) representa el máximo valor. Y cita otra frase crucial del mismo texto: “En cualquier pueblo, la teoría se realiza en la medida en que supone la realización de sus N (…) Una revolución radical sólo puede ser una revolución de necesidades radicales”. Los portadores de las N radicales son, añade AH, los que pueden realizar la teoría radical. Marx encuentra en la clase obrera estos portadores porque: “…la clase obrera es una clase con ‘cadenas radicales’… posee un carácter universal por lo universal de sus sufrimientos y que no reclama para sí ningún derecho ‘especial’, puesto que contra ella no se ha cometido ningún desafuero en particular, sino el desafuero ‘en sí, absoluto’. Una clase… que se limita a reivindicar su título humano” (Ibid. p. 111, citado en Teoría de las necesidades en Marx (TNM, p.105). AH añade que esta idea se refuerza en el Manifiesto del Partido Comunista, al afirmar que la clase obrera no puede liberarse sin liberar a toda la humanidad.
La autora analiza las contradicciones de la concepción de N radicales. Si bien es válida la afirmación de que la clase obrera sólo puede liberarse liberando a toda la humanidad, de ello empero no se desprende que la clase obrera quiera realmente liberarse, que sus N sean, en efecto, radicales y que no tenga fines (N) particulares que pueda satisfacer (o realizar) en la sociedad capitalista (p.106). AH comenta que en sus escritos posteriores Marx ya no buscará el origen de las N radicales únicamente en las cadenas radicales ni en la ausencia de fines particulares, pero la esencia de su pensamiento permanecerá idéntica. Y reitera la concepción de las N radicales:
“Es la sociedad capitalista la que provoca la manifestación de las N radicales produciendo de este modo sus propios sepultureros; N que son parte constitutiva orgánica del ‘cuerpo social’ del capitalismo, pero de satisfacción imposible dentro de esta sociedad y que precisamente por ello motivan la praxis que trasciende la sociedad determinada” (p.106).
En La ideología Alemana, las N radicales aparecen basadas en el trabajo que se ha convertido para el proletario en algo casual “sobre lo que cada proletario de por sí no tiene el menor control y sobre lo que tampoco puede darles el control ninguna organización social…” (p. 90, citada en TNM, p.107). AH añade que, según Marx, el trabajador se percata de la contradicción entre la N de desarrollo de su personalidad y el carácter ‘casual’ de su subordinación a la división del trabajo. “Precisamente por eso”, dice AH “los proletarios, para hacerse valer personalmente, tienen que acabar con su propia condición de existencia anterior… [tienen que acabar] con el trabajo” [asalariado, precisa AH] (Ibíd). Este ‘tienen que’, dice AH, no es la necesidad de las leyes económicas naturalmente objetivas” sino la de la actuación subjetiva, de la acción colectiva, de la praxis. La convicción de que las N radicales nacen del trabajo constituye un hilo conductor de la obra de Marx, dice, y se expresan en forma de:
1) plus-trabajo que se ejecuta como fin en sí mismo y se convierte en N;
2) tiempo libre que hace aumentar las N radicales (lo que a su vez aumenta la N de tiempo libre); o
3) N de universalidad que no es susceptible de satisfacción en el seno del capitalismo. (pp.107-108).
La N de tiempo libre constituye para Marx, dice AH, una N elemental (porque supera en todo momento los límites de la alienación) y una N radical por dos razones [no queda claro el nuevo calificativo ‘elemental’]:
1) porque, a diferencia de la lucha por el salario que está dirigida por los intereses particulares del proletariado, la lucha por el tiempo libre (reducción de la jornada de trabajo), trasciende estos intereses, conteniendo la conformidad con el género, aunque también puede permanecer dentro del marco del capitalismo;
2) porque a partir de cierto punto, el capitalismo ya no es capaz de acortar el tiempo de trabajo, lo que convierte la N de tiempo libre en N radical (pp.108-109). La N de tiempo libre ´[en la traducción al español, “N de libertad”] expresa con fuerza el carácter de las N radicales, dice AH, pues esta N es producto del carácter antinómico del capitalismo y pertenece a su mismo funcionamiento. (p. 109).
En La ideología alemana la N de universalidad tiene un carácter imperativo: debe realizarse; y está asociada a la revolución total: sólo quienes se han adueñado de la N (la capacidad, C) de universalidad son capaces de una revolución total:
“…la propiedad privada sólo puede abolirse bajo la condición de un desarrollo omnilateral de los individuos, precisamente porque el intercambio y las fuerzas productivas…omnilaterales… sólo pueden apropiarse por individuos que se desarrollan también omnilateralmente, es decir en el ejercicio libre de su vida” (p.109).
En Miseria de la filosofía, Marx, según AH, sostiene que la N de universalidad existe ya en el capitalismo, pues: “Lo que caracteriza a la fábrica mecanizada es que en ella el trabajo ha perdido todo su carácter de especialidad. Pero desde el momento en que se detiene todo desarrollo especial, comienza a hacerse sentir la N de universalidad, la tendencia hacia un desarrollo integral del individuo”. En El Capital, Marx señala que las máquinas hacen indispensable el desarrollo de la universalidad de las C, pero ésta se ve obstaculizada por la división capitalista del trabajo. La autora introduce una larga cita de esta obra (extracto unas frases):
“La gran industria, a vuelta de sus catástrofes, erige en cuestión de vida o muerte la diversidad y el cambio en los trabajos, obligando, por tanto, a reconocer como ley general de la producción social (…) la mayor multiplicidad de los obreros […] el sustituir al individuo parcial, simple instrumento de una función social de detalle, por el individuo desarrollado en su totalidad (sic), para quien las diversas funciones sociales no son más que otras tantas manifestaciones de actividad que se turnan y revelan”
Sólo es comprensible esta atribución a la gran industria del desarrollo del individuo total, bien como ironía: el trabajador, reducido a movimientos simples y repetitivos, deja de ser especialista y puede ahora ocupar todos los puestos similares, pues ninguno requiere mayor aprendizaje; o bien como proyección al futuro: el desarrollo técnico remplaza con autómatas todo el trabajo simple del hombre que queda reducido a labores intelectuales más cercanas al “individuo desarrollado en su totalidad”. Esta segunda idea está en los Grundrisse más que en El Capital. Liga del Nº sobre pobreza de Acta Sociológica que coordiné.
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Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/12/09/opinion/028o1eco
9 de diciembre de 2016. MÉXICO