‘Dostoievski. Filosofia, novela y experiencia religiosa’, por Luigi Pareyson

El genio ruso, incluso más allá del poder del amor y el perdón, veía la experiencia de Dios como la decisiva en el hombre.
Doctorado con sólo veintiún años en la universidad de Turín, Luigi Pareyson pronto se hizo notar ante los pensadores más importantes de su tiempo (Giovanni Gentile, entre ellos).

Habiendo seguido algunos cursos de Jaspers en Alemania, Pareyson siempre se moverá en la línea de un pensamiento existencialista y personalista de raíces cristianas; al tiempo, profundizará también en el idealismo alemán (Fichte y, principalmente, Schelling).

Las reflexiones de Luigi Pareyson se centrarán fundamentalmente en el problema del mal y la libertad. Pascal, Kierkegaard y Dostoievski son las principales fuentes que inspiran tales reflexiones; en ellas, ocupa un lugar central la obra que comentamos (añadamos a ello que Dostoievski es el autor al que apunta la principal obra de Pareyson: Ontología de la libertad).

Quizá la obra más importante que sobre Dostoievski se haya escrito, sea la de Berdiaev (El espíritu de Dostoievski); así lo reconoce Pareyson:

“En Dostoievski necesitamos buscar no sólo una “psicología”…sino principalmente lo que Berdiev llama “pneumatología”, un modo de estudiar la realidad espiritual del hombre, su destino trágico, su naturaleza ambigua y enigmática, su posibilidad de hacer tantoi el bien como el mal, su potencial de destrucción y muerte y su esperanza de resurrección y de vida” (pág. 223).

Frente a la pretensión del naturalismo positivista de explicar la naturaleza humana por la sola naturaleza, Dostoievski nos mostrará el carácter irreducible del hombre: el monismo naturalista es quebrado por la libertad, la más radical y absoluta libertad del hombre, potencialmente capaz de todo, incluso de volver al hombre contra sí mismo.

Ninguna ciencia imaginable dará nunca razón de ello. Sin su enigmática libertad, el hombre resulta incomprensible; con ella, deviene misterio y digno de respeto y amor. De piedad también, una piedad-perdón que sólo Dios puede obsequiarle.

Por su libertad, tiende cada hombre a convertirse Dios, a ensoberbecerse, a aislarse, a separarse, a experimentarse y a sentirse sólo a sí mismo. Principio de negación: tal es el mal.

Atravesando la experiencia del mal, puede revelársele al hombre el bien y la necesidad de salvación. Sin embargo, advierte Pareyson, no hallaremos en Dostoievski inclinación alguna al gnosticismo, al dualismo maniqueo (el mal y el bien luchando eternamente sin salvación última posible).

Las fuentes del ser, de la vida se han secado: tal es el significado del nihilismo moderno. Sin embargo, Dostoievski afirmará una y otra vez:

“el restablecimiento del ser finito en su contacto vivificante con el ser. Se restituye la presencia del absoluto en el ser finito… el hombre enraíza en el ser y adquiere estabilidad ontológica. Este es el significado profundo del amor, del perdón y de la alegría” (pág. 122).

La experiencia de la propia libertad rompe el hechizo del naturalismo monista y positivista; sin embargo, siendo el amor y el perdón la única posibilidad de vida para el hombre, aquella experiencia no será para Dostoievski la más originaria y fundamental:

“Existe una más originaria y profunda: la experiencia de Dios, experiencia suprema que contiene e ilumina en sí misma todas las otras y por eso mismo es la verdaderamente decisiva para el destino del hombre” (pág. 195).

“El sufrimiento es uno de los temas fundamentales de Dostoievski” (pág. 239): a este tema del sufrimiento está dedicado el último capítulo del libro (“El sufrimiento inútil”).

Se trata quizá de la parte más densa y ardua del libro; también – a nuestro entender- de un capítulo en el que el autor expone sus más personales meditaciones, delicadas y cargadas de seriedad, pero de difícil aceptación para la fe sencilla. En cualquier caso, ante el sufrimiento parece como si la razón corriera el riesgo de perderse en un laberinto que, finalmente, bien pudiera conducir al enmudecimiento.

Libro éste de lectura recomendada para mentes desasosegadas e insatisfechas. Si el positivismo contemporáneo pretende la satisfacción de la mente con los hechos y nada más que los hechos, para finalmente acabar diciendo con Renan: “Al final la verdad era algo triste”, la voz profética de Dostoievski clama una y otra vez que el Amor -y por ende la alegría- ha de redimirnos.

Dostoievski. Filosofia, novela y experiencia religiosa.
Luigi Pareyson
Ediciones Encuentro
295 páginas
Fuente: http://www.forumlibertas.com/frontend/forumlibertas/noticia.php?id_noticia=11496&id_seccion=13

14/07/2008

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