“…si alguno llega a decirme que lo que constituye la belleza de una cosa es la vivacidad de los colores, o la proporción de sus partes u otras cosas semejantes, abandono todas estas razones que sólo sirven para turbarme, y respondo, como por instinto y sin artificio, y quizá con demasiada sencillez, que nada hace bella a la cosa más que la presencia o la comunicación con la belleza primitiva, cualquiera que sea la manera como esta comunicación se verifique; porque no pasan de aquí mis convicciones…”
(Fedón, Platón).
El fragmento corresponde a Fedón, uno de los diálogos críticos de Platón y que pertenece a la época de madurez del autor. En él, así como en El Banquete y Fedro, se plantea la teoría de las ideas, a manera de ampliación de sus propuestas en el marco de la comunicación y el lenguaje, desarrolladas en los diálogos de la época transicional del pensamiento platónico. Destacan en esta fase Menón y Crátilo; en este último, Platón cuestiona el rol de la comunicación y analiza si se trata de un factor presente en la naturaleza del hombre o es un condicionante social; ello, por medio de una disyuntiva entre los personajes del diálogo: Crátilo y Hermógenes. El primero plantea al segundo que cada elemento tiene un nombre que le es naturalmente propio; Hermógenes, sin embargo, no cree que los nombres posean otra propiedad más que aquella que surge de la convención y consentimiento de la humanidad. Detonan de esta manera las teorías naturalista y artificialista del lenguaje, que aún hasta hoy siguen siendo objeto de estudio y discusión.
Ambas teorías se analizan bajo la perspectiva de las ideas, que como mencionaba, se desarrolla en una etapa de mayor madurez filosófica del alumno de Sócrates. El mundo de las ideas permite desarrollar los procesos de racionalidad y, por lo tanto, su relación con todo proceso comunicativo y los condicionantes, efectos e intenciones que este supone.
En un contexto social como el que vivimos, es interesante retomar estas perspectivas. La comunicación en sí misma ha jugado un papel determinante en la coyuntura, tanto en la caída como en la asunción de figuras políticas clave, y de igual forma, en la participación de ciudadanos de todos los sectores en capítulos trascendentales de la historia. Pareciera, en ese sentido, que la comunicación es una combinación de ambas teorías: por naturaleza, el ser humano desarrolla la idea, y desde lo artificialista, la pone en discusión o a valoración de los diferentes actores que interactúan con él.
El segundo planteamiento es el más complejo, pues no es fácil encontrar la técnica apropiada para alcanzar el consenso o el apoyo que le dé validez y legitimidad a la idea. Y es aquí donde muchos actores políticos han fallado, pues no son coherentes entre el mensaje central de su discurso y su forma de actuar. En otros sentidos, hay claridad de idea, pero no se encuentra el canal correcto para trasladarla a los públicos objetivos.
Dicho antecedente ayuda a comprender la razón por la cual el filósofo alemán Jürgen Habermas toma a Platón como un punto de partida para sus estudios del enfoque de racionalidad en el espacio comunicativo.
Habermas modela el pensamiento de Platón y lo moderniza, pues mientras que en Crátilo se observan ciertos indicios de la influencia social al afirmar que cada elemento tiene su nombre por ser producto del consenso, Habermas ve que el sistema “coloniza” a los actores sociales, y que el impacto de esa “colonización” tiene mucho que ver con otros mensajes paralelos al discurso.
La primera vuelta electoral es, a mi criterio, una forma de probar la teoría de Habermas. En un caso, hubo un personaje que supo cómo potenciar el hastío de la población ante los actos corruptos, mientras que otro, fue superado por sus propias audiencias. El mensaje que quiso colocar y del cual lograr la convención y consentimiento, se volcó en su contra provocando un efecto contrario: su misma idea lo ahogó.
Los medios de comunicación, convencionales y de plataformas digitales, también tuvieron un importante aporte en este sentido. En la teoría crítica, desarrollada por Theodor Adorno, Max Horkheimer y Herbert Marcuse, miembros de la Escuela de Frankfurt, de la cual también formó parte Habermas, consideran que los medios de comunicación son agentes de control social que tiende a homogeneizar la opinión pública. Por tanto, existe un interés en la comunicación, tanto de quien envía la información como de quien la recibe. ¿Cuál fue nuestro interés como ciudadanos? ¿Cómo evitamos o contribuimos al mundo de las ideas de los actores políticos?
Son planteamientos que tienen una respuesta clara en, por ejemplo, cómo se ha definido la segunda vuelta electoral…
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Fuente: http://elperiodico.com.gt/2015/09/13/domingo/del-mundo-de-habermas-a-la-comunicacion-politica/
13 de septiembre de 2015. GUATEMALA