Una entrevista al filósofo colombiano de la Universidad de los Andes Carlos B. Gutiérrez, discípulo de grandes pensadores contemporáneos, a raíz del homenaje que le ofrecieron por sus 70 años.
Carlos B. Gutiérrez es el más relevante representante de la escuela hermenéutica en América Latina.
En días pasados la Universidad de los Andes realizó un homenaje inusual para uno de sus profesores, Carlos B. Gutiérrez, probablemente el filósofo más importante en Colombia y sin duda el filósofo colombiano más influyente en América Latina. Digo inusual porque no fue un homenaje social sino uno intelectual. El libro que simboliza el homenaje es un documento importante (y totalmente legible para no filósofos), titulado Amistad y Alteridad, en el que escriben importantes autores de Europa, Estados Unidos y América Latina.
Carlos B., como lo conocen sus estudiantes, fue discípulo de Hans-George Gadamer en la Universidad de Heidelberg, en la cual hizo su doctorado y donde fue además docente. Allí en los años 60 conoció también a Heidegger quien fue profesor y amigo de Gadamer. A diferencia de Heidegger, quien ocupó cargos públicos durante el régimen Nazi, Gadamer se abstuvo de hacerlo. Quizá por eso, después de la guerra, fue nombrado primero en Leipzig y luego en Heidelberg, adonde llegó en 1949 en reemplazo de Karl Jaspers.
Carlos B., discípulo y amigo de Gadamer, es el más importante representante de la escuela hermenéutica en América Latina. Con él hablamos sobre filosofía pero, sobre todo, sobre temas terrenales, como la política, el diálogo, la reelección.
Yo quería echar bien para atrás, quería que me contara, porqué yo siempre quede con esa curiosidad, ¿cómo es que usted terminó en Alemania y por qué?¿Por qué en lo de Gadamer?
Yo estudié en la Universidad Nacional, y entré con mucho éxito, tuve el puntaje más alto en el examen de admisión y podía escoger lo que iba a estudiar y todas esas cosas. Entré con mucha intensidad a estudiar derecho, pero me di cuenta muy rápido que mi cosa era filosofía. A los dos meses de estar en la universidad yo ya estaba tomando cursos de griego. Entonces era clara la vaina. Yo era el secretario de la asamblea estudiantil de la Universidad Nacional, con 18 años fui presidente de la UNEC que era la Unión Nacional de Estudiantes Colombianos. Un día me encontré con una carta en un bolsillo y otra carta en otro bolsillo: una era una invitación a Pequín (yo nunca fui Marxista pero tenía la invitación a Pequín).
¿En qué año es esto?
En el 59. En el otro bolsillo tenía la beca a la New School en Nueva York, que le habían ofrecido a la Universidad Nacional y me habían escogido a mí. Recuerdo mucho que en esa época Mario Laserna era el rector de la universidad. Alguna vez terminamos charlando de filosofía y de la New School.
¿Y qué era la New School?
El gran centro de filosofía europea en Estados Unidos. Recibe una fuerte influencia judía, y es ahí donde están todos los grandes de la filosofía continental. Te cuento esto con relación a Alemania por que allá todos los profesores eran alemanes. La New School era una institución muy curiosa para educación de adultos fundada en NY en 1930, y luego fundaron una Facultad de Post grado para acoger a los filósofos alemanes perseguidos por Hitler, y allá llegue yo. Estudié con los grandes hombres de filosofía. El siguiente paso lógico era Alemania.
¿Hablaba alemán?
Cuando yo estudié filosofía en La Nacional, nosotros tomábamos todos los días dos horas de griego y dos horas de alemán. De manera que cuando yo me fui para la New School, me defendía bastante bien en alemán y curiosamente no hablaba inglés. En la New School me gané por mi tesis en maestría una beca de la fundación Rockefeller y me mandaron por un semestre a California a mejorar mi alemán con profesora de tenis, cosas que son posibles sólo con una buena beca.
Ahí ví en el libro de homenaje la foto suya con Gadamer con raqueta de tenis. ¿En qué año llega usted a Alemania?
Yo llegué a Alemania en el 62 y mi amistad con Gadamer fue muy rápida.
¿Lo de Heidelberg era un doctorado?
Si, era doctorado, mi maestría la había hecho en NY. Alemania era el sitio lógico, yo simpaticé mucho con Gadamer desde el primer momento, y esa fotografía que viste, fue que nos convertimos en equipo de dobles. El maestro tuvo polio en su juventud por lo que no podía correr y lo único que yo podía hacer, porque no era particularmente buen tenista, era correr, así que nos complementábamos mutuamente.
¿Y jugaban contra quien?
Jugábamos contra profesores, esto era dos veces a la semana y te cuento esto de manera tan detallada porque luego de jugar, terminábamos a las 2:30 pm, nos íbamos a almorzar y a tomar vino, y eso duraba hasta las once y media de la noche, cuando yo lo llevaba a su casa. Es que decir que yo vi a Gadamer, el padre de la hermenéutica, dos veces a la semana en ese plan durante 15 años.
¿Y cómo era él? ¿Qué clase de persona?
Extraordinario.
¿Qué edad tenía en esa época?
Los años del siglo, el murió de 102 años hace relativamente poco.
¿Y lúcido?
Totalmente lúcido, muy amable y un gran expositor. De manera que eso si fue una suerte.
¿Usted vivió cuántos años en Alemania?
Yo estuve 16 años en Alemania y curiosamente, yo nunca tuve dudas en cuanto a volver. Por una parte yo vine siempre regularmente, cada dos años, y por otra nunca me llamó la idea de convertirme en una especie de intelectual, de euro pensador. A veces ellos apenas repiten lo que otros dicen. Yo creo que la prueba decisiva es regresar y meterse uno en el barro de nuevo, ese es el examen que le toca a uno.
Luego de terminar el doctorado, ¿qué enseñaba en Heidelberg?
Me dieron un curso que se les hizo muy importante que era historia de la ideas en América Latina.
Un curso que había que inventarlo…
Pero había muy buena biblioteca y un magnifico instituto de traducción, entonces tenían cosas de literatura y todo lo que yo necesitaba de manera que fue una experiencia muy grata. Complementaba mucho con lo otro y mantuve en mí, un interés paralelo por muchas cosas que uno comienza a captar en lo de América latina. Al mismo tiempo tuve la oportunidad de estudiar con lo mejor en la filosofía de esa época, con Habermas, con Tugendhat.
Tugendhat escribió en el libro del homenaje, un texto muy bueno por cierto.
Tugendhat escribió en el libro y es seguramente el filósofo alemán que se ha interesado más por nuestros países, ha venido unas veinte veces a Colombia desde que yo lo invite la primera.
El cuenta la anécdota al inicio de su artículo en el libro del homenaje…
Y por toda Latinoamérica, se ha interesado por eso y hemos tenido el privilegio de tener un protagonista de la filosofía alemana aquí entre nosotros. Como te digo yo regresé en el 76, y ya habíamos hablado con la Universidad de Los Andes. Fernando Cepeda había ido, habíamos charlado, Andrés Uribe era el rector en esa época éramos muy amigos.
Mi impresión como observador externo, es que la verdadera creación de filosofía en Colombia empieza a ocurrir desde esa época, ya había un par de filósofos de importancia en la Nacional.
Yo diría que sí, generalmente decimos que la historia, fue siempre en Colombia una cosa de curas, poetas, abogados.
Más cercano a la literatura…
Exactamente, el interés comenzó gracias a las traducciones que hacían los españoles, en la Revista de Occidente, que era la revista intelectual hacia los 50. Traducciones de Heidegger, de Husserl, que entonces era la gran fascinación. Entonces respondiendo a esa fascinación Danilo Cruz se fue a Alemania, también se fue Rafael Castillo y por ahí empieza la cosa, con los viajes a Alemania. Luego ya en los últimos treinta años hay un trabajo en propiedad en filosofía, y ha sido realmente rápido, a tal punto de que yo considero que lo que se hace hoy en Colombia en filosofía, resiste la comparación con Argentina y luego con México. Es decir en este momento yo considero lo que no hubiéramos podido decir hace diez años, que hoy es posible hacer un doctorado con toda la propiedad en Colombia.
¿Cuáles son las corrientes filosóficas predominantes en Colombia?
Pues en Colombia, cuando nosotros crecimos lo más dominante fue el Marxismo, luego estructuralismo, algo de positivismo. Paradójicamente yo diría que la universidad estatal es la más receptiva a modas. Por ejemplo en este momento en la Universidad Nacional se hace con mucha propiedad la filosofía analítica. Y es curioso que en la situación actual, sea precisamente la Universidad de Los Andes, donde en este momento hay estudios de filosofía continental muy sistemática y hay también una línea de trabajo con la hermenéutica. Uno esperaría que fuera al revés. En este momento hay en Bogotá una actividad filosófica grande, sólo en Bogotá hay un poco más de diez departamentos de filosofía y por fuera de Bogotá en la universidad de Antioquia y en la Universidad del Valle, se hace trabajo filosófico importante.
Me acuerdo que alguna vez le hicieron una pregunta a Ray Bradbury, maestro de ciencia ficción, a quien Carpentier llamaba “el maestro Bradbury”, en WIRED, le preguntan ¿usted donde toma vacaciones? Y él dice “yo nunca tomo vacaciones”. ¿Cómo que no toma vacaciones?, le preguntan. “Sí”, dice, “yo nunca en mi vida he tomado vacaciones, porque es que yo nunca he trabajado”. ¿Eso se aplica a ti? ¿El trabajo en la filosofía ha sido así de placentero, así de grato, como para decir mi trabajo ha sido mi pasión?
Ha sido muy placentero y aunque yo he mantenido mis contactos con Alemania ante todo con Europa, en los últimos quince años encuentro gran placer en mi contribución a la filosofía por países latinoamericanos. Porque es ir de un país como Colombia a otro país donde hay otro auditorio, hay otra manera de hacer crítica, hay otro tipo de intereses, de preguntas y eso en el fondo es muy estimulante. Voy mucho al Brasil también, te imaginaras lo que es ir a un país que tiene cien programas de postgrado, entonces todos los días llegan emails diciendo que llegan tres, cuatro especialistas, de no sé donde, de filosofía del siglo XI, es increíble.
Fuente: http://www.elespectador.com/impreso/filosofia/articuloimpreso162278-debemos-cultivar-el-disenso-lugar-de-tanto-consenso
COLOMBIA. 26 de Septiembre de 2009
me parece sano siempre y cuando se haga dialogicamente