¿Habrán leído a Nietzsche en Silicon Valley?
¿Son acaso conscientes de que, aunque no lo hayan leído, están caminando por la senda que él vaticinó?
La senda en pos del superhombre (el “Übermensch”).
Silicon Valley en 1983. (Imagen: Marc van der Chijs)
“Mirad, yo os enseño el superhombre. El superhombre es el sentido de la tierra. Diga nuestra voluntad ¡sea el superhombre el sentido de la tierra! ¡Yo os conjuro, hermanos míos, permaneced fieles a la tierra y no creáis a quienes os hablan de esperanzas sobreterrenales! Son envenenadores, lo sepan o no. Son despreciadores de la vida, son moribundos y están, ellos también, envenenados. La tierra está cansada de ellos. ¡Ojalá desaparezcan!”
(Así habló Zaratustra.)
Friedrich Nietzsche.
¿Habrán leído a Nietzsche en Silicon Valley? ¿Son acaso conscientes de que, aunque no lo hayan leído, están caminando por la senda que él vaticinó? La senda en pos del superhombre (el Übermensch) como lógica evolución de la especie humana, gracias al poder de la mente y a la voluntad de investigar.
Esa minoría de jóvenes americanos de cultura anglosajona, inteligentes, descreídos, ambiciosos, obsesivos, tenaces, individualistas y muy trabajadores, está impulsando una revolución en el mundo desde los despachos y los laboratorios ubicados en el famoso valle californiano y en algunas de las universidades emblemáticas de los Estados Unidos.
¿Y por qué allí y no en cualquiera de los demás países avanzados de Europa? Porque en Europa, pese a ser la cuna de Occidente y la matriz intelectual del pensamiento crítico, nos falta el sustrato esencial: la cultura liberal a ultranza, la exaltación de lo individual frente a lo colectivo, una cierta indiferencia social y el hedonismo como propulsor de la voluntad de superarnos sin límites, sin escrúpulos morales o especulaciones filosóficas.
Y paradójicamente son las especulaciones de un filósofo alemán las que han viajado cruzando el Atlántico y han informado – sin saberlo ellos mismos – toda la nueva era de la revolución digital, de los big data y de la sublimación de los humanos de hoy, que podrían ser los superhumanos de mañana.
Porque Nietzsche hablaba del individualismo frente al gregarismo de la moral de “rebaño”. Decía que el ser humano debe ser superado, ya que todos los seres evolucionan y se transforman. El ser humano no es estático y está dotado de una gran fuerza creadora, que le ha de llevar al plano superior, el del superhombre, que es un espíritu libre y encarna la afirmación de la vida.
Nietzsche entiende su evolución en tres estadios:” el camello, que vive con una carga enorme; el león, que se rebela contra su dueño e impone su voluntad; y finalmente el niño, porque el hombre se convierte en niño lleno de futuro y aparece el superhombre.”
En definitiva toda una visión elitista, asentada sobre la antítesis de los postulados cristianos y desde luego contraria a los principios que inspiraron la Ilustración.
Frente al igualitarismo, la selección.
Frente a la humildad y la fraternidad, la conciencia de superioridad y el dominio de unos pocos.
El “eterno retorno a la vida”, gracias a la libertad para adherirse a la tierra y a todo lo material, rechazando esperanzas en el más allá. Una corriente de pensamiento que negaba el platonismo y la “moral de los esclavos” del judeocristianismo. Más tarde fue malinterpretada y distorsionada para servir de referencia al nazismo.
Hoy día, en el siglo XXI, las mentes creadoras de la revolución digital nos están empujando hacia Nietzsche. Y lo están haciendo porque su investigación y sus proyectos sirven a un concepto de vida desacralizado por completo y sólo atento al progreso de la ciencia, al margen del progreso humano integral.
Ya nos estamos convirtiendo en algoritmos biológicos, navegando en un océano inacabable de datos, a los que nuestro cerebro todavía no se ha podido adaptar. Y estos algoritmos serán manejados por otros algoritmos inorgánicos (Google entre otros) para acabar creando formas de vida no biológicas. Por el camino de esta revolución digital se va a causar mucho sufrimiento y quedarán millones de desplazados tecnológicos sin valor económico.
Pero ellos seguirán adelante, porque no conocen los escrúpulos. Millones de personas que todavía trabajan, serán sustituidos por robots inteligentes. El “Leviatán” de Silicon Valley se alimenta en su madriguera investigando sin desmayo en biotecnología, en nanotecnología y en inteligencia artificial. El objetivo ya está definido: se quiere crear al “homo deus” superhumano e inmortal, cueste lo que cueste.
Probablemente la mayor parte de ellos no ha leído al filósofo alemán del siglo XIX. De haberlo hecho, y de haberlo comprendido, quizá se hubiesen visto con crudeza a sí mismos y hubiesen dedicado en paralelo los mismos potentes impulsos de creación, para resolver cómo convertir también en progreso social las tremendas fuerzas que se están desencadenando.
Es sabido que Nietzsche murió sumido en la locura.
También habrá que conjurar ese peligro.
Fuente: http://www.hechosdehoy.com/crear-al-homo-deus-superhumano-55165.htm
30 de octubre de 2016