Estamos cerca de la fiesta de Santo Tomás de Aquino. Como ha escrito Benedicto XVI, Santo Tomás, en un momento de enfrentamiento entre dos culturas, la pre-cristiana de Aristóteles y la cultura cristiana clásica; en un momento en que parecía que la fe debía rendirse ante la razón, “mostró que van juntas, que lo que parecía razón incompatible con la fe no era razón, y que lo que se presentaba como fe no era fe, pues se oponía a la verdadera racionalidad; así, creó una nueva síntesis, que ha formado la cultura de los siglos sucesivos” (“Audiencia General”, 2.Junio.2010).
En cierto modo, esta situación vivida por Santo Tomás se reproduce en nuestra época. La ciencia, con todo su impulso, con toda su exactitud, parece imponerse, hasta con su ateísmo metodológico. La ciencia – en el sentido lógico y empírico -, las ciencias naturales, no saben nada de Dios. Ni saben ni pueden saberlo, ya que Dios no es un objeto más del conocimiento científico-natural. Dios no es un objeto, Dios es siempre un Sujeto.
Entre ciencia (natural) y teología no existe homogeneidad. Son dos tipos de discursos muy diferentes. Entre ciencia y fe, entre ciencia y teología, se requiere la mediación del pensamiento filosófico, que aúna, o pretende hacerlo, rigor y universalidad. Los límites de la ciencia que confinan con la fe no son científicos, son filosóficos.
“Lo que parecía razón incompatible con la fe no era razón”. Ni lo era, en los tiempos de Santo Tomás, ni lo es en los nuestros. Muchas veces se hace pasar por razón, y por ciencia natural, lo que no es tal. Por ejemplo, el evolucionismo, como interpretación última de lo real, como visión filosófica que excluya, de raíz, la existencia de un fin, no es un resultado que la ciencia, o la razón, nos obligue a aceptar como evidente.
“Lo que se presentaba como fe no era fe, pues se oponía a la verdadera racionalidad”. Y esto ha pasado, ayer, y puede seguir pasando hoy. El creacionismo no puede hacer de menos los resultados científicos y, si los toma en cuenta, o si presenta resultados alternativos, ha de evaluarlos en su propia consistencia de datos científicos, sin pretender, aunque sea de modo solapado, establecer una especie de atajo que lleve, casi forzadamente, de lo que parece fe sin serlo a lo que parece ser ciencia, quizá sin serlo tampoco.
Más allá del evolucionismo y del creacionismo sigue abierta la posibilidad, con ayuda de la filosofía, de un diálogo entre ciencia – teoría de la evolución – y teología – doctrina de la creación -. La acción creadora de Dios es una acción continua, inmersa en la historia, que no excluye, de por sí, el crecimiento, el desarrollo y el proceso.
San Agustín, con la mentalidad y el lenguaje de su época, no rechazaba comprender la creación como un acto divino que se despliega en el tiempo. Mucho más tarde, J.H. Newman comentaba en alguna carta a Pusey que no encontraba, en las hipótesis de Darwin, nada contrario a la religión.
El ejemplo de Santo Tomás nos debe mover a pensar, a estudiar, a discernir, a razonar. Para que la ciencia sea ciencia y la fe sea fe. Y, entre ambas, como un territorio común, está la filosofía. Porque las tres –ciencia, teología y filosofía – son modalidades de la razón humana, abierta de por sí a la verdad.
Es sacerdote diocesano. Doctor en Teología por la PUG de Roma y Licenciado en Filosofía.
Fuente: http://infocatolica.com/blog/puertadedamasco.php/1501221101-creacion-y-evolucion-y-no-cre
23 de enero de 2015.
“Muchas modernas historias de la humanidad comienzan con la palabra “evolución”. Y es que hay un no sé qué de blando, de suave, de gradual, de tranquilizador en la palabra y aún en la idea. Desde luego, no es una palabra práctica ni una idea aprovechable. Nadie puede imaginar cómo la nada pudo evolucionar hasta convertirse en algo. Ni siquiera explicando cómo una cosa puede convertirse en otra. Es mucho más lógico empezar diciendo: “En el principio, Dios creó el cielo y la tierra”, aun cuando sólo se quiera decir: “En el principio, cierto poder inconcebible empezó un proceso inconcebible también”. Porque Dios es, por naturaleza, un concepto de misterio y nadie puede imaginar cómo pudo ser creado el mundo lo mismo que nadie se siente capaz de crearlo. En cambio, la palabra “evolución” parece tener cierta tendencia a sustituir la de “explicación”, y son muchos los que se figuran que aquélla les dispensa de reflexionar, exactamente igual que son muchos los creen de buena fe saber algo tras leer “El origen de las especies”. La cuestión que de verdad importa no es el “cómo” se producen los fenómenos, sino el “por qué” se producen. Y este por qué no es más que una cuestión religiosa o, por lo menos, una cuestión filosófica o metafísica.”
G.K. Chesterton, Ortodoxia
Es verdad que Dios es “un ser sin objeto”, el “Ser supremo”, por tanto ni puede conocerse ni concebirse ni entenderse, solo puede “imaginarse”. Dios es una imagen sin sustancia ni forma, es una pura emoción. No podemos hacernos una idea razonable porque las emociones no se conciben. Finalmente, el extraordinario valor emotivo de su imagen es trasmitido por la fe. El arte religioso ha intentado inútilmente dar forma a la imagen de Dios
La hipótesis de Dios no es algo que se necesite para explicar algunas cosas que valen la pena.
Todas la cosas existentes y que se los puede ver tocar sentir, percibir y escuchar tiene su existencia en base a una idea primaria que los crea, esas ideas (ciencia) es lo que crea (tecnología) en conclusión los cuerpos existentes en el universo son producto de la ciencia divina aplicadas por un ser Supremo al que lo denominamos Dios, nada proviene de la nada, para que algo exista es necesario tener una idea de algo para crearlo.
Dios no se puede comprender a la ligera ni mucho menos pedir evidencia así de nada para creer,un religioso que no se cuestiona sus misma creencia que no está basada en la razon o en el por que cree en Dios, tendera pensar supersticiosa mente y sentimentalmente dejando un lado la razón que le dio Dios fuerza divina, primera causa o lo que sea, y debido a esa mezcla de sentimentalismo o superstición que llega a la locura extrema dira que es producto delpoder de Dios que lo hace actuar así, ¿Sera verdad?, en fin solo dire dale una biblia a un niño o a una señora y veras como se vuelve dogmatica, dale un poco de filosofía o dosis de razón y seguro dejara de actuar como un fanático.