Congreso de Estudiantes de Filosofía: Otro mundo es urgente

Aquí nadie (casi nadie) está contento con el mundo que el capitalismo hereda a los jóvenes. Un poderío crítico, armado con categorías filosóficas variopintas, recorre los debates y las denuncias. Nada se salva. Hay un potencial de pensamiento universitario, urgido de dirección revolucionaria, que no se queda quieto y por eso se congrega aquí. Y no es que los desacuerdos estén escasos, hay de todo, pero se discute con discrepancias fraternales y sin ganas de aniquilar las controversias, es decir, vemos un ejemplo. ¿Quién dijo que todo esta perdido?
En cada mesa se expresan las influencias (para bien y para mal) de eso que se llama “educación filosófica” en Latinoamérica. No pocas veces el arsenal de palabrería culterana enrarece los argumentos y la necesidad de clarificar términos y problemas.

Se nota, muy claramente, la mano de algunos “académicos” que han dejado huellas de todo tipo en las argumentaciones de los estudiantes.

No faltan los que aprovechan para sacar a exhibición las palabras lustrosas que les enseñan los “iluminados” y tampoco faltan los destellos sectarios de ciertos purismos de sedicente “indigenismo” tocado de sectarismo.

Pero reina un espíritu rebelde y anti-imperialista que se sobrepone y, casi sin dificultad, deja ver que sólo la unidad de los pueblos, concientes de su realidad de clase, lograra contribuir a derrotar todo el infiero que el capitalismo nos impone impunemente.

Aun con enfoques matizados y contradictorios, los argumentos de estos estudiantes, reunidos para hacerse escuchar, tienen un poderío inspirador y necesario del que es imposible desentenderse si uno desea saber con qué fuerzas concretas cuenta la clase trabajadora para ayudarse en su emancipación.

No hay exageraciones, si estos estudiantes fuesen representativos de un porcentaje acotado, en el peor de los casos, a un dígito… ya deberemos sentirnos emocionados con la certeza de que la realidad calamitosa que se vive está incubando su propia destrucción en las ideas y los programas que este grupo de jóvenes expone. Y ya piensan en multiplicarse.

El Congreso esta a la mitad de lo planeado y ya se planifica su edición número dos. Todos están de acuerdo en pensar colectivamente la continuación de los debates y flota la idea de que, al regresar, cada quien vuelva como delegado activo del congreso a replicar encuentros y propuestas en sus localidades respectivas. Magnífico.

Ya se bocetan sedes nuevas, nadie quiere dejar ahogadas en el tintero las muchas ideas que no alcanzan a pronunciarse, amanece en manos de estos jóvenes su Congreso siguiente como expresión combativa de las ideas que deben ir a la práctica para hacerse filosofía de verdad nueva, es decir, transformadora. Lo dicen ellos de mil maneras.

Unidad no significa uniformidad, se exige a toda hora tomar en cuenta las diferencias y la importancia de que este mundo las reconozca y respete a toda costa. Se repudian los sectarismos y se repudian los burocratismos. Hay que ver los apuntes y las frases que transitan de un lado a otro.

Los rostros cuentan lo importantes que son todas las ideas y cada idea tiene vocación de práctica. Y no es que no existan escepticismos de índole diversa, algunos incluso se muestran incrédulos y no silencian el calibre de sus decepciones. Muy bien. ¿Qué proponen?

Ya se ve que aquí se entiende la importancia de seguir trabajando, con su diversidad y disparidad de formaciones y convicciones, estos muchachos no regatean tiempos ni entusiasmos.

La idea de unirse, de evaluar diferencias y encontrar coincidencias, pesa a cada momento en proporción directa a los diagnósticos que exhiben los horrores del capitalismo en todos los espacios de la existencia. Incluso en la diversidad de los vocabularios y los acentos, se percibe la coincidencia de una perspectiva de clase que da unidad a los planes de trabajo.

Esto no se quedará en palabras. Uno siente la certeza de las palabras y la seriedad de los planes. ¿No es eso un regalo magnífico? ¿Qué haremos todos para ayudar?

Aquí los estudiantes de Filosofía, en la mitad de su congreso, confirman la necesidad de transformar al mundo. La palabra socialismo no se trata como utopía, aquí se lo entiende como un camino en el que hay que ponerse todos a andar, unidos. Explícita e implícitamente y no sin dudas y no sin miedos. Es lógico.

Todas las mesas de trabajo destilan energías de inteligencia activa, este es uno de sus logros contra la apatía, la desinformación, el oscurantismo del academicismo culterano y el terrorismo mediático. Contra esa Filosofía burguesa decorativa y libresca condenada a la inutilidad, estos filósofos jóvenes discuten la praxis revolucionaria. Van y vienen con sus apuntes, sus libros sus copias de ponencias. Se comparten y reparten periódicos, volantes, poemas… una delicia verdadera.

En este día siguen brillando por su ausencia las “autoridades” más altas de la Universidad sede, siguen sin parecer las ayudas y no se despejan las amenazas como aquellas de “tu aquí no te gradúas, de mi cuenta corre”. Si los habremos escuchado en mil lugares.

Aquí nadie se arredra. Con sus rostros indígenas, mestizos, europeos… en fin con el poderío de su juventud, que aquí es capaz de superar divisiones racistas, de género o de secta, estos jóvenes estudiantes de Filosofía, filosofan de verdad con audacia y con frescura, comprometidos. No dogmatizan, no hacen simplismos, no le temen a la profundidad de las ideas ni a la complejidad de las acciones.

Admiten, cuando ocurre, que han analizado erróneamente un problema y preguntan con franqueza los que no les queda claro. Es decir filosofan con audacia porque entienden que hay urgencia de ideas transformadoras y concretas.

Hay que decirlo en todas partes, estos estudiantes de filosofía con su Congreso y su lucha ya hablan de otro mundo, emancipado, que es posible y es urgente.
Fuente: http://elmercuriodigital.es/content/view/14946/146/

ESPAÑA. Sábado 29 de Noviembre de 2008

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