El filósofo defendió en Gijón el «idioma del Imperio» como base para una unidad del continente sudamericano
«No me atrevo a deducir nada para el futuro, pero creo que la alternativa más posible desde el punto de vista global para el continente americano es la alternativa hispánica; las otras van en contra de la realidad. Y la base para la unidad ya la tenemos en el idioma». El filósofo Gustavo Bueno concluyó con este razonamiento su conferencia y los XI Encuentros de Filosofía, que se han desarrollado en la colegiata de San Juan Bautista de Gijón en torno al tema «Problemas de una redefinición política del continente iberoamericano».
A pesar de que inició sus palabras con un contundente «todo está ya dicho», Bueno dedicó su larga intervención de casi dos horas a exponer una clasificación y una ordenación de las distintas alternativas que han intentado unificar lo que nombró como «el material americano». Históricamente, puso en relación «todo lo que está sucediendo en América» a la célebre doctrina del presidente norteamericano Monroe de «América para los americanos», que, según Bueno, pudo ser suscitada por «una misteriosa conversación» mantenida entre el norteamericano y un representante del Gobierno español, un tal Torres.
A lo largo de su ponencia, a la que asistió mucho más público del inscrito en unas jornadas de carácter profesional, Gustavo Bueno partió de la base de que «el concepto geográfico de América es posterior al histórico» y de que en ningún caso «el concepto de América global y continental puede ser un concepto de los americanos, sino que se les da desde fuera y es reconocido desde fuera» al ser «un concepto teórico, algo que no se pueda ver y tocar» y al estar, además, condicionado a unos conocimientos teóricos y geográficos de los que sólo disponían los europeos.
«El descubrimiento lo hicieron los españoles, y nada más que los españoles», manifestó Bueno: «Fue un descubrimiento constitutivo, no un descubrimiento neutro. Desde el punto de vista histórico, el del “Apolo XI” es un descubrimiento neutro porque lo sabíamos todo de la Luna, su trascendencia histórica está por ver; el descubrimiento de América fue de una importancia total. El propio espacio escénico necesario para el descubrimiento fue hecho por el propio descubrimiento», argumentó Bueno. De cualquier modo, agregó, «el concepto geográfico es una reducción que no significa nada si no es por la historia; América no es un objeto perceptual, es un concepto, una teoría, no una invención ni un concepto constitutivo».
A partir de estas premisas -y aunque admitió que en las jornadas se ha concluido que «no sabemos qué es América»- Bueno desglosó las distintas ideas sobre la unidad americana, agrupándolas en dos grandes bloques: las que la enfocan como algo «accidental» y las que lo hacen como algo «esencial». Entre las primeras se hallan las que ven la unidad americana como un conglomerado de naciones, de etnias, de clase social, o las de corte positivista y humanista. Las esenciales, que ven la unidad como algo «estructural», parten de ideas como la de Bolívar, que ve una «unidad profunda constituida por una cultura específica», otra que vería América como «una proyección de Europa»y, finalmente, la «alternativa hispanista».
Es aquí donde Bueno puso el acento para defender que España aportó, en primer lugar, «una lengua que es universal, porque es la lengua de un Imperio, y eso incorpora un conjunto de experiencias sistematizadas, que permite que se traduzca todo». Para Bueno, todo ello permite «eliminar, extirpar como un cáncer fantástico las ideas culturalistas, indigenistas y etnicistas».
Además, España se condujo «como un Imperio generador, que procuró que los otros pueblos pudieran ordenarse a su mismo estado de cultura y religión, considerando a los indios como a personas que había que educar, del mismo modo que hoy se somete a tutela a países no democráticos». En esa línea, Bueno precisó que la escolástica española de autores como Suárez aportó en el debate sobre la colonización un concepto «populista» de autoridad por emanación divina en el que aquélla era reversible si el príncipe no cumplía las leyes.
Estimados lectores de Per se:
Las declaraciones de Bueno tienen ciertos presupuestos que son absurdos y se deben discutir: él se refiere al “español”, en tanto idioma, como “la lengua del imperio” que fue aportada por España para la unidad cultural y no es casualidad o capricho que yo quiera colocar ciertas palabras entre comillas. Pues bien, al decir “la lengua de”, como buen Español atrapado en la época metafísica, este tipo sigue pensando que la lengua (española, en este caso) es un objeto que puede pertenecer a un sujeto (los españoles del imperio). Sin embargo, hoy día, en la época posmetafísica de la que más sectores americanos están permeados que la misma España sabemos que el lenguaje no pertenece a nadie, no es de nadie y el hecho de que un pueblo la hable no es suficiente para decir que es suya. Quizá sería más razonable decir que el pueblo es de la lengua, porque es la lengua la que lo forma. El hecho de que haya sido traída a América por españoles no quiere decir que ellos nos hayan dado algo que no ha cambiado desde entonces. Inclusive, lo que sucedió fue un encuentro de culturas en el que los primeros españoles se esforzaron por comprender el mundo que acababan de conocer y por lo que permitieron que muchas palabras de muchas lenguas permearan el español. Eso se refleja en miles de expresiones que manejamos los americanos, sobre todo en la Cordillera de los Andes, sin excluir a mexicanos y puertoriqueños, cuyo español presenta las mismas condiciones. El español no es de nadie, no pertenece a nadie, menos aun hoy en día en que los americanos hemos reflexionado sobre el lenguaje. Por eso es que una gramática unificada como la que la “Reina” firmó en Medellín, ciudad de mi país, en el IV congreso de la Lengua Española, es inutil. La política no tiene jurisdicción sobre el lenguaje, es al contrario: el lenguaje estructura la políica. Pero lo más importante, es necesario recordar que, aunque no parezca, América ya no es colonia, el Imperio nos importa poco y vivimos en Repúblicas.
A Bueno le harían falta unas cuantas lecciones de hermenéutica, para saber que el hecho de contar con una lengua no es garantía para traducirlo todo, menos una lengua como el español europeo, sumanente metafísico y gramatical, que no permitía traducir muchos conceptos provenientes de la lengua francesa y alemana, por dar algunos ejemplos. Menos aun las experiencias expresadas en lenguas indígenas, que tienen una característica que pocas lenguas en la tierra tienen: no poseen estructura gramatical metafísica. Es decir, no reflejan una estructura sujeto-objeto y predicado del sujeto, porque ellos no pensaban en términos de “cosas”, “sustancias”, sino en términos de procesos holistas. Esto lo venimos a saber hasta hace muy poco, que los americanos nos hemos preocupado por devolver a la existencia una serie de lenguas indígenas muertas, matadas adivinen por quiénes.
Lo más gracioso de las declaraciones de este distraído seudo pensador es el hecho de seguir usando la palabra “descubrimiento”, para referisrse al holocausto más grande que ha habido en la historia de la humanidad: noventa millones de indígenas exterminados. Ja,ja. Para ellos los indios eran personas a educar. pregunto ¿ educar en catolicismo pestilente? ¿del mismo modo en que se somete a países no-democráticos? Hay en esta frase una contradicción en el adjetivo, o es prueba de que hay sectores de España que siguen pensando que América es aun una colonia.
Dice Bueno que “el concepto de América global y continental no puede ser un concepto de los americanos, sino que se les da desde fuera y es reconocido desde fuera”. Pero eso no es un argumento prescriptivo para aceptar que los americanos no podamos pensar por nosotros mismos. Dice él que “no sabemos qué es América”, pero ese “sabemos” es Español. Muchos americanos sí sabemos qué es América. América es una tierra de encuentros. Es el vórtice de unión de tres fuerzas: África, América y Europa. América es una síntesis procesual. América no es, sino que ha devenido, esperando y aplazando proyectos como el de Bolívar, que hoy más que nunca está vivo. América está abierta, por eso no se puede señir a una sola visión, menos la visión española porque España es un país que vino a ilustrarse hasta bien entrado el siglo XX, cuando el resto de Europa ya había sobrepasado los umbrales de la modernidad.
Estos casos de soberbia, propios de los españoles no hacen sino producirnos risa a las nuevas generaciones de americanos. Hoy, que tenemos las condiciones necesarias y la obligación de pensar por nosotros, el resto del mundo tiembla al pensar en el día en que América sea una sola nación. No hay de qué preocuparse por propuestas como las de Bueno, que no han faltado en el pensamiento. Para un Áristóteles siempre se opone un Epicuro y unos estoicos. A Descartes se le opone un Spinoza. A un Hegel siempre se opone un Nietzsche y un Marx. A un Suarez siempre, siempre se opondran un Bolívar y una Andrés Bello. Y a un Bueno, nosotros…
Estimado Diego Avila, pienso que en tu crítica a Gustavo Bueno has proyectado una serie de ideas sobre él que nada tienen que ver con su pensamiento. En ningún momento dice Bueno que la lengua española pertenezca a los españoles, si lees su obra verás que es todo lo contrario. Lo único que dice es que fueron los españoles los que la llevaron a América, eso es obvio.
Lo de que hay conceptos en francés o alemán intraducibles al español, permíteme que lo ponga en duda. Para empezar, si ciertos conceptos son posibles en alemán es porque los ha prestado del latín; antes de la influencia del latín no hay nada de filosofía en alemán.
En cuanto al francés, me parece que no hay que confundir la pedantería con la profundidad, y en lo primero los galos son los campeones. No quiero con esto quitar importancia al pensamiento francés, sólo ponerlo en su sitio, porque a veces se dejan llevar por la retórica y no hay quien los pare.
Sobre las lenguas indígenas de América no puedo decir mucho, no conozco ningún libro de filosofía escrito en esas lenguas.
Más abajo propones una adivinanza: “los americanos nos hemos preocupado por devolver a la existencia una serie de lenguas indígenas muertas, matadas adivinen por quiénes” Yo diría que en principio los conquistadores españoles, pero ¿después? ¿cómo se ha seguido hablando la lengua española durante siglos desde California hasta La Patagonia? ¿Han sido los españoles los que en todo este tiempo han estado forzando a los americanos a que no dejasen de hablar la lengua española?¿En qué lengua piensan, hablan y escriben los que participan en esta revista filosófica?
en fin, lo que dices de América, eso ya lo sabemos, pero se podría profundizar un poco más ¿no?
hola eso es una porkeria jejejejej bye los amo muxo
hola a todos