El filósofo completó su ciclo de cuatro lecciones con referencias al dasein de Heidegger, al ser y la nada de Sartre y al mono desgraciado de Scheler
De izquierda a derecha, Santiago Carpio, David Carpio y Gustavo Bueno, ayer, en el momento de conocerse. Nacho Orejas
Después de más de seis horas de disertación -a lo largo de cuatro lunes sucesivos- Gustavo Bueno ofreció ayer, en una sesión celebrada en la Fundación que preside y lleva su nombre, las consecuencias prácticas del curso titulado “El reino paleontológico del hombre y la idea histórica de hombre”. Citó dos:
“Condena radical de las pretensiones de paleontólogos y arqueólogos” sobre la idea de hombre. “No depende de ellos. Ni de los biólogos. Por esa vía no sale nada nuevo. Aplauden o mejor se autoaplauden al descubrir un nuevo hueso como aplauden los de la NASA sus cohetes o los del CERN de Ginebra sus logros. En realidad, están aplaudiendo su puesto de trabajo”.
“Condena de toda antropología. Estudiando a las tribus no se descubren los secretos de la mente humana o los secretos del hombre; en el Popol Vuh -recopilación de leyendas mayas- no se aprenden esas cosas. La antropología sólo vale como antropología filosófica en el sentido que la estableció Cassirer en los años cuarenta del pasado siglo, pero en realidad es un planteamiento que arrasa a todas la antropologías. Paleontólogos y antropólogos no saben nada de la idea de hombre”.
Como pistas en positivo, Bueno recordó que el lenguaje escrito nos distingue de los animales, algo que “retrata la idea de hombre”. Y se remitió a Aristóteles y su definición como “zoon politikon”, como animal político, entendiendo por político que vive en la polis, en la ciudad. Y por ciudad, aquellas ciudades-estado. Bueno recordó que la humanidad no existe como tampoco existe el hombre individual. “Los imperios, sea el de Alejandro Magno o el de Felipe II, sí reflexionan sobre sí mismos. No son reinos que explotan a otros reinos más débiles, sino reinos que procuran la eutaxia”, un buen orden político con afán de permanencia “que sirve como programa para la humanidad. Supone una idea de hombre nuevo, distinta a los primates. La exaltación del hombre se funda en la exaltación de un imperio frente a los demás”.
En su conferencia, Bueno repasó críticamente distintas ideas del hombre. Algunas lo derivan del ser como hacen Santo Tomás y después Descartes. O el existencialismo y el dasein de Heidegger. Incluso los hay que ven su origen en la nada. Es el planteamiento del sofista Gorgias, enemigo de Parménides. El hombre es mortal luego miserable, no caben euforias. Es inmortal sólo místicamente. Un ser para la muerte según Heidegger, o entre el ser y la nada de Sartre, o un invento de Velázquez según Foucault: un vacío reflejado en el espejo de “Las Meninas”. Para Max Scheler, el hombre es apenas un mono desgraciado, la cultura es su ortopedia.
Fuente: http://www.lne.es/oviedo/2013/11/12/bueno-paleontologos-y-antropologos-saben/1498172.html
12 de noviembre de 2013
Lo malo de las discusiones que Gustavo Bueno suele promover es que siempre están ancladas a su sistema, y esto quiere decir que, o conoces un poco su filosofía, o todo se malentiende. Las palabras cruciales para entender sus afirmaciones, siempre tan tajantes y categóricas, se han resignificado en función de su sistema, y así mal puede alguien no dado a estos asuntos llevarle la contraria (entiéndase: llevársela en el plano del discurso, en el plano lingüístico).
Por ejemplo: que “paleontólogos y antropólogos no sepan nada de la idea de hombre” suena a estupidez a menos que se entienda la distinción establecida por Bueno entre “conceptos” e “ideas”. Las ciencias tratan con conceptos, la filosofía con ideas.
Otro ejemplo: “el aborto es inmoral”; y aquí hay que entender que Don Gustavo toma por axioma moral (o ético, según se quiera) el esencialismo spinoziano del “perseverar en el ser”, y que acabar con una vida va contra un tal perseverar.
Tales distinciones y principios son sólo artificios, cosas arbitrarias. La prolijidad de ellas en la filosofía de Bueno la hace incomprensible para un oyente común. Otorga además la apariencia de que, quien habla, lleva siempre razón, pues nadie puede rebatirle satisfactoriamente (¡nos han cambiado las palabras, cómo iba a ser de otro modo!), cosa que no tiene por qué ser cierta.
Conste que admiro bastante a Gustavo Bueno, pero mucho me temo que su filosofía (como casi toda filosofía), antes que cualquier otra cosa, es un intento por levantar una de esas atalayas intelectuales inmensas, por tener razón siempre por encima de todo y de todos.
(Si algún seguidor de Bueno leyese esto: por el amor de Dios, ¡no se agarren a las palabras con ese afán de propietarios únicos! Eso es sólo un truco para tener siempre razón.)
He visto últimamente varios vídeos en youtube de Gustavo Bueno, uno de ellos este de unas dos horas de duración, que, aunque no es del que se saca este artículo, sí es de la serie de conferencias. En concreto de Octubre:
http://www.youtube.com/watch?v=BFrpNVWbILk
De antemano no sé si he entendido bien a Bueno, pero entresaco que la idea de hombre que él entiende es el hombre de la escritura. Cosa que me resulta tan arbitraria como decir que es desde la conquista del fuego, los primeros rituales funenarios, la agricultura…
Estoy de acuerdo con Casimiro en todo, y pregunto, ¿qué sería si alguien sin el prestigio del profesor Bueno dijera estas palabras?, es una cuestión de poco tacto. Pero repito que estoy de acuerdo con Casimiro en todo, es decir, también con la justificación que se da a las palabras del profesor.