Balones a Sócrates

Me tomo una cerveza con Juan Arnau después de haber pasado unos días sumergido en su Manual de filosofía portátil (Editorial Atalanta). Un libro sobre filósofos que es también un libro de filosofía, y un libro de relatos, y un libro sobre el arte de vivir, helarte de vivir: un libro que escapa a las etiquetas y en el que cualquier lector recolectará no sólo inolvidables historias protagonizadas por filósofos, no sólo pedagógicas indagaciones en los sistemas filosóficos de algunos de los grandes de la filosofía, sino también y sobre todo, una lección sobre lo que importa: que más allá o más acá de preguntas y respuestas, lo importante es vivirse. Importante: bonita palabra. Viene de importar, es decir hacer traer de fuera lo que uno no genera por sí mismo. Ese “fuera” es la vida, claro.


¿Tu libro tiene forma de viaje a la semilla? ¿Por qué?

La filosofía es un río que llega hasta nosotros, podemos contemplarlo desde la orilla, verlo pasar, y eso está bien, pero también podemos bañarnos en él, lo que es mucho más divertido. Si nos sumergimos en la filosofía de ahora encontraremos poca vida bajo la superficie, mucho tecnicismo y análisis y muy poca alma. Pero también podemos remontar el río. Navegar hacia sus fuentes. Y ese es el viaje que propone el libro.

¿Cuentas, a lo Diógenes Laercio, las vidas de los filósofos y vas buscando en esas vidas las esencias de sus pensamientos? ¿Hay una correlación entre biografías y sistema filosófico?

Una de las máximas del libro es que la filosofía ocurre en la vida, que lo primero es la vida, y si la vida deja tiempo para la filosofía, mejor que mejor. Hay muchos filósofos que han intentado incrustar la vida en la filosofía y eso, además de conducir a incontables catástrofes, es un error desde la perspectiva del portátil. La vida está llena de circunstancias, a veces de calamidades, y la filosofía no es otra cosa que el arte de aprender a nutrirse de ellas, de no dejar que las circunstancias acaben con uno. Se podría decir que la causa eficiente (las circunstancias) nunca es eficiente totalmente. Si lo fuera de una bellota podría brotar un olivo.

Tu ‘Filosofía portátil’ tiene unas cuantas presencias que los filósofos quizá no admitan en sus salones y algunas ausencias de peso: dos ejemplos, Levi Strauss y Heidegger. ¿Por qué comienza el viaje en el primero y por qué saltas sobre el segundo? ¿Por qué si hay un antropólogo apenas hay un poeta, Novalis (y Nietzsche, quizá, no sé)?

Respecto a lo primero, el gesto que funda la filosofía porta´til es el gesto de Lévi-Strauss, que estudia filosofía en la Sorbona y se da cuenta de que allí no hay nada, que la filosofía ha quedado reducida a una destreza técnica en el manejo de la argumentación, que ha perdido el espíritu. ¿Y qué hace? Se va a buscar la verdad entre los salvajes de Brasil. Se va a buscar una verdad antigua, una verdad olvidada. El mito es el que piensa. El mito sigue pensando, tanto en filósofos como en científicos. Y esta es una gran verdad para el portátil.

Respecto a las presencias y las ausencias, son una declaración de principios (y también son circunstancia: se trataba de no excederse y hacer un libro manejable). Heidegger, con todo su genio, fue un filósofo, digamos, escolástico, muy poco vivido, muy poca vida fuera de las aulas y las bibliotecas (algunos paseos, eso sí), y que como persona no fue, digamos un ejemplo, alguien que pueda inspirar al portátil.

Entre las apariciones hay varios poetas. El más evidente es Novalis, pero también están Nietzsche y Kierkegaard, dos grandes escritores, pensadores y poetas.

¿Todos los personajes de tu Filosofía Portátil están vivos? ¿Hasta qué punto está vivo el pensamiento de cualquiera de ellos? ¿Quiénes están más vivos? ¿Está viva la caverna de Platón? ¿Están vivos los pocos fragmentos de Heráclito? ¿Están vivos los imperativos categóricos de Kant?

Bueno, digamos que hay unos más vivos que otros. Y que algunos lectores preferirán vivir en unos más que en otros. Para mi uno de los más vivos es Berkeley, pero quizá no haya tantos lectores que lo vean así, o que vivan configurados por el mito de Berkeley. Los amantes del mundo clásico se sentirán a gusto con Montaigne, los jóvenes con Nietzsche, los desesperados con Kierkegaard. Los analíticos preferirán vivir en Wittgenstein, los humoristas en Hume. Kant es especialmente grato a los profesores de filosofía, Plotino gusta a los místicos, Empedocles y Parménides a los chamanes, Agustín a los apasionados de la religión y Leibniz a los matemáticos. Pero es posible también aprehender lo mejor de cada uno de ellos y configurarse un paradigma propio, personal. Y eso es lo que hace el portátil.

Seguro que has visto en youtube el partido que monta Monty Python entre los alegres filósofos griegos y los apesadumbrados filósofos alemanes. Comenta la jugada.

Me ha gustado que en el partido solo haya un gol, de Sócrates, tras una idea genial de Arquímedes. Y que cuando se ofrece la repetición, el gol es otro, es decir, la repetición es imposible. Leibniz es el cancerbero alemán, muy apropiado, pues era muy ahorrador, Nietzsche, el derrocador de ídolos, es amonestado por un árbitro muy bien elegido (Confucio).

Es un ejemplo divertido de cómo se ha ido perdiendo el espíritu filosófico. La seriedad prusiana, tan moral, frente a la espontaneidad griega. Ortega tiene unas bellas páginas describiendo ambas, los que viven para dentro y los que viven para fuera, los que viven ensimismados con el yo y los que viven atentos a las sensaciones, los sonidos y los colores. Hoy hace falta más que nunca una filosofía de la percepción, donde los hábitos de la percepción y de la cultura mental sean lo prioritario.

Wittgenstein es autor de uno de los libros más influyentes del siglo XX, pero es curioso que su principal detractor fuera el propio Wittgenstein. No es el único caso de filósofo que ante sus propias propuestas, más adelante, reaccione con más o menos violencia. ¿En qué punto alcanza un filósofo su -digamos- velocidad de crucero?

Wittgenstein elaboró en su juventud una filosofía del ascetismo verbal. Pero se dio cuenta de que lo más interesante de la vida era informulable. Que si dejábamos sin decir ciertas cosas, éstas quedaban protegidas de la contaminación y el deterioro de lo lingüístico. Seguía, sin saberlo, la máxima de Schiller: “Sólo lo que no ha ocurrido no envejece”. Luego tuvo que seguir haciendo filosofía, más que por vocación por la necesidad de ganarse la vida (había regalado la inmensa fortuna que había heredado), y empezó a analizar el lenguaje, dejándonos un libro, inconcluso, donde se hallan encriptadas algunas de las mejores intuiciones sobre los entresijos de lo verbal que se hayan formulado jamás.

No creo que haya una velocidad de crucero definible entre los filósofos. Pero sí puede haber una estabilización, un no buscar más y profundizar en lo encontrado. Algunos filósofos, como Hegel o Berkeley, encontraron su filosofía en la juventud y se dedicaron el resto de su vida a profundizar en ella. Otros, como Kant o Spinoza, en la madurez. Llegaron a ella y poco después murieron, dejando como legado su itinerario.

Tu libro parece atender la máxima de Sade: instruirdeleitando. Se ve a las claras que una de sus intenciones esenciales es sacar a la filosofía de la academia. ¿Tan apresada ha estado? ¿No tienen culpa de esa “pesadez” de los filósofos el hecho de que muchos de ellos sólo escriban para filósofos?

Eres muy amable. Uno de los propósitos del libro es, efectivamente, sacar a la filosofía de su reclusión. Y dentro de la filosofía ha habido iniciativas similares: ¡Que no te aplaste una estatua!, decía Nietzsche, que también se quejaba de aquellos académicos “leídos hasta la ruina”. El libro trata de conjurar esa manía erudita de hablar sólo para aquellos que comparten cátedra o facultad. Macedonio Fernández lo expresó como nadie: “La erudición es una forma aparatosa de no pensar”.

El MFP aspira a ser fácil de manejar y fácil de entender, su intención es fundamentalmente práctica. No es un libro oficial, académico o doctrinario, simplemente trata de compendiar lo más sustancial de unas cuantas vidas filosóficas, un esfuerzo por liberar al pensamiento de la reclusión a la que ha estado sometido por escolásticos y académicos. El espíritu de la pesadez infecta como ningún otro al de la filosofía y el portátil es un soltador de lastre: frente a los voluminosos sistemas ofrece ironías, migajas y vislumbres que abran paso a una nueva inteligencia de la vida.

Grandes escenas de la Historia de la filosofía: Wittgenstein en las trincheras, o planeando una casa como representación de su propio pensamiento; Nietzsche conmovido porque un cochero latiga a un caballo, Empédocles arrojándose al volcán, Plotino borrando sus huellas. ¿No te ha salido un libro de cuentos?

Eso es lo interesante, es como un libro de cuentos, de cuentos que han configurado la historia del pensamiento occidental. Volvemos al mito. Como decía Novalis, cada ciencia tiene su dios, y el dios de los filósofos es un dios narrativo y vital. Un dios que se cuenta.

Como se ha dicho, una de las máximas de este libro es que la filosofía es algo que ocurre en la vida, y no la vida en la filosofía. Esto supone un acercamiento a facetas de la vida de los filósofos que no son estrictamente filosóficas, como su correspondencia, su vida afectiva, su pasión por los viajes o por el sedentarismo, su forma de ganarse la vida. Se trata de acompañar a los filósofos en su vida cotidiana, y de ver como la vida misma fue configurando su pensamiento. Kant no permitía que se hablara de filosofía durante las comidas, y prefería almorzar con soldados y marineros que con profesores. Wittgenstein necesitaba ir al cine después de dar sus clases, no importaba la película, aquello era para él como una ducha. Hace poco, tras la muerte de José Emilio Pacheco, un crítico destacaba que el poeta dejaba de ser escritor cuando dejaba la pluma y salía a la calle. Entonces era José Emilio, simplemente, un ciudadano más, una persona. Pues bien, lo que he intentado es, además de analizar los contenidos de cada una de las filosofías, ver es cómo se comportaban los filósofos cuando no representaban su papel de filósofos.

Nietzsche estaba contra los ídolos (entendiendo ideales). ¿Cuáles son los ídolos de hoy? ¿Qué capacidad de maniobra tiene hoy la filosofía?

La filosofía ha disminuido mucho, tanto en importancia como en influencia, desde que trata de imitar a las llamadas ciencias de laboratorio. Hay una cita de Feyerabend al inicio del libro que explica muy bien esta situación. Esa ansiedad es ya vieja, comenzó a finales del XIX, con el auge del positivismo, y ha ido creciendo hasta ahora. En las primeras décadas del siglo veinte la física era la ciencia a imitar, hoy son la neurobiología y las neurociencias. En todo el asunto de la conciencia y del problema mente-cuerpo, la filosofía trata de adaptarse a ellas, a sus procedimientos y metodologías, a su cosmovisión y perspectivas. Pero el laboratorio del yo es bien distinto al laboratorio del científico. Toda ciencia presupone una antropología, una idea del hombre, y se supone que era la filosofía la encargada de elaborarla. Pues bien, esto parece olvidado.

¿Qué es la filosofía portátil?

La filosofía portátil no es nueva, está en William James y está en Wittgenstein, también en Sócrates, en Berkeley o Spinoza, a pesar de que este último fue un forjador de sistemas y el portátil es intencionadamente periférico respecto a los grandes sistemas de pensamiento. A la filosofía portátil le interesa poco la perfección técnica, la coherencia interna o la destreza dialéctica. Prefiere dedicarse a la búsqueda de perspectivas y horizontes, a los experimentos con uno mismo, a la empatía cognitiva y, sobre todo a la inteligencia de la vida, a cómo vivir y a cómo evitar las trampas de la existencia.

Fuente: http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/bibliotecaenllamas/2014/03/20/balones-a-socrates.html

Juan Bonilla: Contra la dictadura de la mesa de novedades y contra el grito de los escaparates, esta Biblioteca [elmundo.es/blogs/] se propone rescatar de las llamas del presente, obras y autores de los que apenas se habla porque no son, no están de actualidad.

20 de marzo de 2014

1 comentario Balones a Sócrates

  1. martín irisarri

    Hola: vivo en uruguay. Tienen alguna idea de si el libro de Amau se venderá por estas tierras? En caso de que la respuesta sea afirmativa agradecería que me indicarán cuál sería la distribuidora aquí o buenos aires de la editorial Atalanta. Desde ya, gracias. Martín.

    Reply

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *