“… No estoy seguro de que la filosofía haya aportado algo a la pintura. No lo sé. Pero quizás no es así como hay que plantear las cosas. Me gustaría más plantear la pregunta inversa: la posibilidad de que la pintura tenga algo para aportar a la filosofía”
El interés por las manifestaciones de las artes plásticas ha sido una constante en la historia de la filosofía, no sólo desde el acercamiento a la obra “terminada” y expuesta al público en galerías o museos, sino por el análisis acucioso que han venido realizando los grandes pensadores acerca de la necesidad imperativa que lleva a determinados hombres a crear objetos estéticos distintos a los ya existentes en la naturaleza; los que, sumados al mundo de lo visual y táctil, enriquecen el universo de los sentidos y las ideas.
Independientemente del punto de vista de los interesados en los procesos creativos, las causas y las tendencias estéticas que sabemos varían cualitativamente dependiendo de la época y la cultura, podemos agradecer a estos estudiosos que nos inviten a mirar distinto una obra de arte que de otra manera sólo sería concebida y registrada por quien posee una sensibilidad distinta al común de los mortales.
Los criterios de abordaje y las reflexiones en torno a la creatividad pueden variar, pero la esencia permanece inamovible, si partimos de que nadie que se diga humano escapa al asombro que provoca el descubrimiento de una obra realizada con genialidad, o al menos con vocación, talento y destreza. Habrá quienes se den por satisfechos con el goce puramente estético. Otros mostrarán su interés en el objeto y contenido de la obra y los últimos, se preocuparán por lo específicamente artístico.
…“Toda obra de arte se dirige propiamente a mostrarnos la vida y las cosas tal como son en realidad. Pero esta realidad no todos pueden comprenderla inmediatamente porque se halla cubierta por el velo de los accidentes objetivos y subjetivos. Y el arte levanta este velo… El gran valor y la importancia del arte consisten en que nos proporciona en esencia lo mismo que obtenemos por el mundo visible, pero de un modo más condensado, más completo, por medio de la elección y de la reflexión… Las obras de arte plásticas y dramáticas contienen toda la sabiduría… La filosofía ha tardado tanto tiempo en manifestarse porque se procuró fundamentarla en el terreno de la ciencia, en vez de escoger el del arte”, Schopenhauer
El lazo de unión entre filosofía y arte consiste esencialmente en que la obra artística proporciona al pensamiento una imagen pura y definida del mundo interno, y gracias a esta imagen, la mirada penetra más allá de las apariencias. El filósofo vive en contacto con la esencia íntima e invisible de las cosas y de la misma manera que la lógica, la psicología y la metodología, han sido fundadas sobre la base de las matemáticas y las ciencias naturales, así también la metafísica necesita del arte para llegar a los más profundos conocimientos.
Lo específicamente artístico, es una forma de conocimiento intuitivo y por lo tanto inmediato, desinteresado, productivo y carente de “finalidad”. El artista, desde la concepción misma de la obra, deberá procurar alejarse de la búsqueda ansiosa de un destino final para su trabajo, ajustando su energía sólo a tratar de reproducir el mundo como un conjunto de objetos registrados bajo su lente y percepción. Las imagenes que constituyen un sistema visual significativo y provocador, encontrarán su sitio y acomodo en tiempo y espacio. De ello, los artistas no deberán preocuparse.
La visualización pura en los ojos de un pintor tratará siempre de estructurar y organizar el caos, que sin duda es el punto de partida de una obra rica y poderosa en contenido. Este tipo de visualización supone un entrenamiento del pensamiento visual que no todos llegan a conquistar.
Uno de los filósofos contemporáneos más involucrados en el quehacer artístico, es sin duda el francés Guilles Deleuze (1932-1995), quien reconoció abiertamente sus obsesiones en torno al “hecho pictórico”.
En El concepto de Diagrama (edición preparada en base a grabaciones del filósofo interactuando con sus alumnos durante un curso dado en La Universidad de Vincennes en 1981), plantea diversas estadías frente al proceso creativo de un pintor. Deleuze, frente a sus discípulos, se pregunta: ¿Qué es y qué hay en un cuadro? Luego de disertaciones y cuestionamientos, plantea la idea del Diagrama pictórico que contiene al binomio: caos y germen, compañeros inseparables que asistirán a la producción de una obra plástica hecha por artistas. El “caos” al que se refiere el filósofo, es aquel del que “debe salir algo”. No se trata entonces de un desorden insalvable, sino del punto de partida necesario al que se enfrenta el pintor, así como el escritor frente a su papel en blanco. La tela sola podrá provocar el horror vacui en el artista. Poniendo al descubierto el temor a las imágenes, éstas podrán salir de su interior. Sin embargo, el momento deberá ser superado con el firme propósito de la conquista de ordenación armónica del “abismo invisible “. Manos y ojos serán aliados durante el proceso, pero también buscarán su independencia. ¿Es la pintura un arte manual o un arte visual? Hay momentos en que son los ojos los que siguen a las manos como si éstas estuvieran animadas por una voluntad extraña.
“La línea gótica” de la que habla W. Worringuer es una línea desencadenada, no visual, una línea autónoma que se impone al ojo y llega a violentarlo. ¿Cuántas obras se habrían perdido en la historia del arte, sin la participación extraordinaria de “la mano rebelde”? y ¿cuántos artistas serían ignorados si no fuera por el análisis de sus obras, que han llevado a cabo los filósofos de todos los tiempos, aliados indestructibles de quienes navegan en las turbulentas aguas de la creatividad?
Ni duda cabe, la última palabra en las artes, la tienen los poetas y los grandes pensadores.
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Fuente: http://www.informador.com.mx/suplementos/2009/74692/6/mirar-distinto.htm
MEXICO. Viernes, 30 de enero de 2009
Sabes yo he llegado a la conclusión sobre el ser humano; y es la siguiente el hombre que sabe demasiado actúa como estúpido y el que no sabe nada todo le parece perfecto.
El simple hecho de que un ser humano plasme en una pintura su estado de ánimo es importante porque nos dá a saber lo que vive ya sea una felicidad aparente o una tristeza recurrente o una ira oculta un deseo frustrado.
Es importante el observar una pintura y dejar que fluyan en tí las sensaciones que te inspira
y a través de ellas hacerte un autoanalísis de lo que estás viviendo o quieres vivir y epiezas a adentrarte en ese mundo mágico de las verdaderas cosas que en verdad deseas. La pintura simplemente fué el medio para que se
abrieran las puertas de tu yo interno.
Tengo una pregunta ¿ Qué valor tendría la pintura si el hombre no tuviera ojos ?
NADA y sabes porqué simple los ojos nos abren un mundo maravilloso de matices y colores que despiertan un gran interés en ella.
Porque la pintura en sí no tiene aroma propio ni sabor, simple ella te representa el alma de un ser humano y sobre todo la belleza que es nata en toda la creación de ese ser superior Dios.