Pocos políticos en Chile han despertado más pasiones que la figura de Jaime Guzmán y pocos filósofos, en la filosofía moral y política, han desatado reacciones más encontradas que Alasdair McIntyre. Ambos tienen un punto en común: ser lectores de Tomás de Aquino en el mundo moderno.
El primero funda una corriente dentro de la derecha, el Gremialismo, que servirá de base a uno de sus partidos más influyentes, la UDI. Además, inspiro un régimen autoritario y adhirió a las reformas económicas inspiradas en la Escuela de Chicago que en su momento introdujo ese Gobierno. Es decir, en el pensamiento de Guzmán se asume que el gremialismo de supuesta inspiración tomista sería compatible con las ideas de libre mercado al estilo Friedman-boys.
El segundo, McIntyre, rechaza cualquier tipo de autoritarismo y señala como intrínsecamente contradictorias con la idea tomista de sociedad al Capitalismo. Esto es, Escuela de Chicago y Tomismo serían irreconciliablemente incompatibles.
Si bien es siempre plausible más de una lectura de un autor y distintas miradas a un pensamiento, ante diferencias radicales interpretativas también cabe preguntarse si no será que alguien ha cometido un error o mal comprendido una filosofía determinada. Por eso parece necesario ver cuál sería la fuente de discrepancia entre la interpretación tomista de Guzmán y la de McIntyre.
Guzmán parte de la premisa de que la Sociedad Moderna representa un momento de crisis producto de una pérdida de prevalencia social de los valores cristianos en la Sociedad y el factor determinante de esto habría sido la influencia que distintas ideologías habrían tenido en la Sociedad. Vale decir, y muy próximo a Gramsci, el problema se originaría por una pérdida de hegemonía cultural.
Para McIntyre, asumiendo el análisis de Weber y Marx (el cual conocía bien y es en esa área, el neo-marxismo, donde adquirió inicialmente su prestigio académico), las transformaciones económicas y tecnológicas inevitablemente generarían alteraciones en los modos de vidas y a partir de estos cambios surgen nuevas ideas que dan contenido a esas formas sociales diversas que se generan. Eso explicaría el éxito del liberalismo, tanto en sus variantes a la Derecha como a la Izquierda, y no un “complot intelectual”.
Además de producirse en ciertas áreas, como la ética, producto del éxito de la Economía de Mercado y la Sociedad de consumo que le es propia, una fragmentación del pensamiento perdiendo esta disciplina la capacidad de generar una guía a las acciones de modo unitario. Vale decir, el Capitalismo, como Modus Vivendi, genera ciertos efectos inevitables sobre los valores e ideas de la Sociedad.
Desde éste análisis inicial diverso, obtendrán lecturas distintas de Tomás de Aquino y de la Modernidad.
Guzmán va a suponer que es posible una “restauración” y que justamente ese es el papel principal de la acción política del Gremialismo: revertir la situación de pérdida de la hegemonía cultural. Es en ese contexto donde se producirá primero su adhesión al autoritarismo y luego a la Economía de Chicago (lo cual no estaba presente en sus primeros años).
En el primero verá la instancia necesaria de poder que permita la “revaloración de los principios perdidos” y en el libre mercado una instancia de transformación socio-económica anti-socialista y generadora de virtudes.
Mcintyre, por el contrario, parte del supuesto que toda restauración, inclusive la que puede ser deseable, es utópica porque parte por negar una categoría: “superado por el tiempo”. Es así como la fragmentación social y el pluralismo serían características propias de los procesos de Modernización producidas por la Economía de Mercado. Por eso su solución nunca contemplará nada distinto a la Democracia y como una extensión de la misma propondrá (al igual que Taylor pero con variantes respecto a éste) una forma cercana al comunitarismo, por el cual en una Sociedad tendríamos diversas comunidades políticas, entre ellas quienes como él, busquen organizar la vida entorno a la educación de la virtud y una idea de vida buena. Esto es una vuelta contemporánea al Oikos, pero sólo de quienes libremente deseen hacerlo.
McIntyre supondrá, como condición para tal comunidad, que la Economía pierda una característica básica que posee en el Capitalismo avanzado: estar “no-incerta” (disembbeded) del resto de la Sociedad; vale decir, la Economía como generadora de bienes externos debe subordinarse (aristotélica y tomistamente) a los bienes internos de la Sociedad en su conjunto, y eso es “No-Chicago School”.
Es así como para autores como McIntyre, el Mercado y su individualismo presenta falencias no menores que un estado burocrático instrumental como serían, a su juicio, ciertas formas de Estado Benefactor. Es por eso que McIntyre no aspira a una sociedad “apolítica”, muy por el contrario y dentro de la tradición aristotélica, que cruza al propio Tomás de Aquino, a una de sujetos “políticos” comprometidos con los destinos de su propia comunidad. A juicio de McIntyre, quien se especializó en el “joven Marx” (el cual estaba fuertemente influido por el pensamiento griego), el Tomismo es una crítica más radical que el marxismo al liberalismo político y económico.
Para autores como McIntyre, la lectura de Guzmán de Tomás de Aquino, disociaría, en su teoría de la acción, fines externos e internos y cómo estos se articulan en la comunidad política. Por lo cual, la lectura de Guzmán asumiría un carácter parcial e instrumental de las ideas de Aquino: esto es, permitir congelar la crítica, en vista a un fin restaurador, de acciones contrarias a la Dignidad Humana (léase Derechos Humanos) y aceptar un modelo económico con fines propios fuera de los que, por naturaleza, pertenecen a la comunidad política.
Esto es, en ambos casos separar bienes, fines externos de los internos, con lo cual la valoración de la política y de la Economía se transformaría en algo meramente instrumental. Por eso, para autores como McIntyre, la comprensión de la política de Jaime Guzmán, lo pone fuera de una tradición tomista que se base como fuente en el propio Tomás de Aquino.
Fuente: http://www.eldiarioexterior.com/noticia.asp?idarticulo=23524
Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL)
MADRID, ESPAÑA. 15 de noviembre de 2008