Democracia moderna y antigua en Arthur Rosenberg. Su perspectiva sobre la esencia de la democracia (II). Por Luciano Canfora

El texto que ofrecemos a continuación es el primer capítulo de una compilación de artículos aparecida en 1986 sobre el pensamiento y la obra de Arthur Rosenberg, es decir, de su tratamiento de la historia moderna y antigua.

El principal pasaje aristotélico (Política 1290 a 30-40) dice así:

“No debe considerarse la democracia de un modo absoluto, como algunos suelen hacerlo actualmente, como el régimen en el cual el elemento soberano es la multitud, pues también en las oligarquías y en todas partes ejerce la soberanía el elemento más numeroso; ni tampoco la oligarquía como el régimen en el cual ejercen la soberanía unos pocos. Pues si el número total de ciudadanos fuera de mil trescientos y de éstos mil fueran ricos y no diesen participación en el gobierno a los trescientos pobres pero libres e iguales a ellos en todos los demás respectos, nadie diría que su gobierno era democrático; y análogamente, si hubiera unos pocos pobres, pero más fuertes que los más numerosos ricos, nadie llamaría a tal régimen una oligarquía si los ricos no participaban de los honores” [37] [la traducción de este párrafo corresponde a la traducción y edición de Julián Marías y María Araujo, Aristóteles Política, Libro IV, capítulo 4, 1290 b. CEPC, 7ª. Edición, 2017. NdT].

La evolución de Rosenberg puede verse en las siguientes citas:

1921 (Democracia y lucha de clases en la Antigüedad, p. 22):

“La oligarquía era el gobierno de la minoría en el Estado, por lo que la democracia era el gobierno de la mayoría. Sin embargo, en la Antigüedad nunca se trataba de una minoría y una mayoría cualquiera, sino que la oligarquía era siempre el gobierno de una minoría de los más ricos, y la democracia, el gobierno de la mayoría de los más pobres (…) O bien los más pobres eran sólo los proletarios, o bien era al mismo tiempo también la clase media”.

1933 (Aristóteles sobre la dictadura y la democracia, p. 354, cursiva añadida por L.C.):

“Así pues, la democracia es aparentemente el gobierno de la mayoría y de los más pobres al mismo tiempo, y la oligarquía es el gobierno de la minoría y de los más ricos. Pero, teóricamente, sería posible una combinación completamente distinta: ¿cómo denominar a un Estado en el que gobierna una minoría de pobres o a una comunidad en la que tiene el poder una mayoría de ricos?

Aristóteles llega a la genial conclusión de que en la definición de democracia y también de oligarquía, el factor estadístico no significa nada. Todo Estado es una democracia si gobiernan los pobres, y todo Estado es una oligarquía si gobiernan los ricos. Si se quiere captar correctamente la esencia de tales estados, la proporción numérica es irrelevante. Los dos casos inusuales que Aristóteles construye, una minoría de pobres y una mayoría de ricos en el Estado, son perfectamente concebibles. Se necesita solo contar con la clase media propietaria entre los ricos en términos políticos y se obtienen inmediatamente tales resultados”.

Después de que Rosenberg haya rechazado las “definiciones estadísticas formales de la democracia” en el sentido de Artistóteles, saca las conclusiones necesarias con respecto a la política contemporánea:

“La aplicación de las definiciones de Aristóteles al presente produciría resultados muy peculiares, pero al mismo tiempo muy realistas: La Rusia soviética habría sido una democracia en 1917 y 1918. La República francesa de hoy sería una oligarquía. En ambos casos no se trataría ni de alabanzas ni de reproches, sino de la constatación de un estado de cosas” [38].

Es destacable que, en primer lugar, Rosenberg considere el rechazo de la “definición estadística de democracia” como un “ingenioso resultado” de la reflexión aristotélica y, en segundo lugar, que contemple con toda claridad la dictadura bolchevique minoritaria del primer año de la revolución rusa como una democracia real. La relación numérica es, pues, indiferente. Por último, Rosenberg distingue los términos “democracia” y “mayoría” no sólo teóricamente, sino también políticamente por separado y como independientes entre sí. La democracia sólo tiene un significado de clase.

Para iluminar el caso “insólito” de una minoría de pobres, Rosenberg contempla dos situaciones concretas: a) “Basta con contar políticamente a la clase media propietaria entre los ricos y se obtienen inmediatamente tales resultados”. b) “En un Estado agrario, los agricultores propietarios podrían ser numéricamente superiores a los trabajadores agrícolas y a los artesanos pobres” [39].

Puede verse que la derrota de la revolución alemana y la del movimiento obrero en las agitadas y a menudo repetidas campañas electorales de la República de Weimar influyeron en la transformación interior de Rosenberg. De hecho, la clase media (la cual había ayudado a la democracia proletaria en tiempos de Efialtes y Pericles) había condenado al movimiento obrero alemán al aislamiento, preparando así el terreno para la destrucción de la primera República alemana. El destino de la República alemana demostró de forma concluyente que los proletarios eran sólo una minoría en la sociedad y que, por tanto, tenían que descubrir nuevas formas de hacerse con el poder.

El comienzo de su último libro Democracia y socialismo (1938) demuestra que la aguda crítica basada en la Política de Aristóteles a la habitual ecuación mayoría/democracia, representa el resultado indiscutible del pensamiento político de Rosenberg:

“La ciencia política griega ya se ocupaba también de la cuestión de si todo Estado era una democracia en la que decide la voluntad de la mayoría de los ciudadanos; no importa cómo se compone esta mayoría y cómo se produce, o si un determinado carácter de clase pertenece a la democracia. Aristóteles, el mayor pensador del Estado de la antigüedad, respondió a la pregunta diciendo que “la democracia no es más que el dominio de los pobres en el Estado” [40].

Y ya en 1940, Rosenberg escribió al principio del ensayo ¿Qué queda de Karl Marx?: “Incluso Aristóteles sabía hace 2300 años que la lucha entre los oligarcas y los demócratas en las repúblicas griegas no era más que la lucha entre ricos y pobres por el poder” [41].

En resumen, la concepción política general de Rosenberg podría describirse como una original rehabilitación y redescubrimiento del jacobinismo. Pero la toma de posición de Rosenberg oscila entre Robespierre (o, mejor, Babeuf) y Lenin. Por un lado, subraya la importancia de clase de la democracia, que en determinadas circunstancias puede presentarse como la dictadura de una minoría; por otro, rechaza, especialmente en la Historia del bolchevismo, la concepción que Lenin tiene del partido político, así como del papel del partido proletario en la sociedad. Lo que no tiene en cuenta es que el partido proletario precisamente puede ejercer una dictadura abierta en el sentido de la defensa de la democracia [42].

De paso, me gustaría añadir una observación que concierne a Rosenberg como historiador del viejo mundo. Si las proporciones numéricas no desempeñan realmente un papel decisivo en la concepción global de una formación social, entonces la fuerza probatoria de las observaciones de Rosenberg sobre el menor número de esclavos en el mundo grecorromano se vuelve muy débil. En rigor, ¡debería reconocer que una minoría de esclavos productivos puede crear un orden sostenido por esclavos! De hecho, Rosenberg está menos interesado en las relaciones sociales: su tema son las relaciones políticas, sobre todo la aparente contradicción entre democracia y dictadura y el cambio en la valoración de la democracia de Babeuf hasta Lenin. Y por eso las luchas y relaciones políticas en la Antigüedad representan el punto central de sus escritos histórico-políticos.

Las fuentes de Rosenberg en la crítica de la democracia burguesa: entre Lenin y Meyer

Es indiscutible que las enseñanzas de Lenin y las grandes experiencias de las revoluciones rusa y alemana contribuyeron a remodelar la concepción que Rosenberg tenía de la democracia. Incluso después de separarse del KPD, Rosenberg se mantuvo fiel a la crítica bolchevique de la democracia burguesa y del “teatro de monos parlamentario” [43]. Y precisamente por eso, en el ensayo sobre la Política de Aristóteles, describió “la República Francesa de hoy” como una “oligarquía”, una oligarquía cuyas fuerzas portadoras eran las superpotencias económicas.

En la “Crítica general de la democracia”, que aparece al final del libro Democracia y socialismo, escrito en 1938 y ya citado, Rosenberg declara que la “democracia liberal” se ha derrumbado definitivamente: “Se trata de una forma -escribe- muy determinada y delimitada de democracia burguesa que esperaba resolver todos los conflictos de la época con la paz, la libre competencia, el libre comercio y la legalidad parlamentaria. Esta forma particular de democracia se ha derrumbado finalmente” [44]. Especialmente como partidario apasionado de Lenin -por utilizar la expresión de Wehler- Rosenberg criticó duramente esta forma de gobierno históricamente determinada que se vio seriamente sacudida tras la Primera Guerra Mundial.

Pero sigo considerando las enseñanzas de Eduard Meyer como la fuente original de la crítica de Rosenberg. No sólo pienso en la descripción que Meyer hace de la democracia ateniense, sino sobre todo en la crítica que Meyer hace de la democracia parlamentaria burguesa, tal como se expresa en el folleto de 1916 sobre “El Estado, su naturaleza y su organización” [45]. Rosenberg sin duda conocía y apreciaba este folleto porque durante los años de la guerra su línea política coincidía con la de Eduard Meyer. Piénsese en su ensayo escrito en 1915 sobre los partidos atenienses en la época de Pericles, así como en el informe de Hans Rosenberg, reproducido por Wehler [46], según el cual Arthur Rosenberg se habría unido al partido derechista-radical y antiparlamentario “Partido de la Patria Alemana” en 1917. (Y del cual Meyer era una figura destacada).

El núcleo de la concepción de Meyer, tal como se desprende del folleto citado, consiste en que la forma de gobierno democrática occidental, sobre todo la democracia estadounidense, es la forma de gobierno ideal para el desarrollo de los factores de poder del capitalismo, y la cual, como instigadora, se sitúa detrás de los partidos y de la prensa para manipular la denominada opinión pública [47]. Leamos ahora dos pasajes que coinciden plenamente con la crítica de Meyer. Proceden del texto de Otto Bauer ¿Zwischen zwei Weltkriegen? (¿Entre dos guerras mundiales?) (1936) [48]:

“La historia de medio siglo demuestra cuán magníficamente la clase capitalista en todos los países democráticos ha logrado poner la democracia al servicio de sus intereses. Por todas partes la democracia se ha convertido en una forma de dominio de clase de la clase capitalista” [49].

“… obliga (el capital) a la obediencia del Estado contra sus intereses mediante su poder económico y sus sistemas de ideas (…) a pesar de la igualdad democrática de la papeleta electoral” [50].

La “democracia social”

Por último, unas palabras sobre la valoración que Rosenberg hace de la democracia estadounidense. También en este caso, la influencia de Meyer fue decisiva: la imagen que Rosenberg dibuja de la sociedad estadounidense en vísperas de la Primera Guerra Mundial [51] es, de hecho, asombrosamente coherente con la del libro de América de Meyer [52]. En cambio, Rosenberg veía fácilmente la realización de una “socialdemocracia” [53] en las consecuencias de la gran crisis económica, especialmente en el “New Deal”. Era pura “ingenuidad”, como caracterizó G.E. Rusconi el entusiasmo de Rosenberg por las políticas reformistas de Roosevelt [54]. En el mejor de los casos, cabe destacar que esta “socialdemocracia” fue la última etapa en la transformación del pensamiento político de Rosenberg. No obstante, la socialdemocracia en el sentido de Rosenberg tiene una característica importante que corresponde a la democracia “proletaria” de Atenas (tal y como la describe Rosenberg): los ricos no son expropiados de su propiedad; por el contrario, sus bienes están sujetos a una explotación “social”.

El rechazo del liberalismo “definitivamente hundido” y la decepción con la Unión Soviética enfrente provocaron el último y decisivo cambio en Rosenberg: llevaron al antiguo comunista de izquierdas a la conclusión de que sólo una nueva forma de autogobierno de las masas – que él precisamente identificó como “democracia social” – podría ser la salida de la crisis actual. Por eso sus últimas palabras suenan extrañamente esperanzadoras: “En los tiempos modernos aún no ha perecido una democracia que realmente lo sea” [55].

Notas

[1] H.-U. Wehler: Einleitung zu A. Rosenberg: Demokratie und Klassenkampf. Estudios seleccionados. Editado y prologado por H.- U. Wehler, Frankfurt, Berlín, Viena 1974, p. 5.

[2] N.D. Fustel de Coulanges: La cité antique. Traducción italiana de G. Perrotta. Introducción de G. Pasquali, Florencia 1924 (Vallecchi), p. XVII.

[3] cf. S. Mazzarino: Dalla Monarchia allo Stato repubblicano, Catania 1945, p. 5.

[4] A. Rosenberg: Der Staat der alten Italiker. Verfassung der Latiner, Osker und Etrusker, Berlín 1913, p. VI. 5.

[5] A. Rosenberg: Perikles und die Parteien in Athen. En: Neue Jahrbücher für das klassische Altertum, 18º vol., Berlín 1915, pp. 205-223.

[6] Ibid, p. 208.

[7] Ibid, p. 209.

[8] E. Meyer: Geschichte des Altertums, vol. IV, 1-2, Stuttgart 1912-19152. 9

[9] A. Rosenberg: Perikles und die Parteien in Athen, op. cit. p. 209.

[10] cf. ibid. p. 208.

[11] H.-U. Wehler, op. cit. p. 6, nota 3.

[12] A. Rosenberg: Die Parteistellung des Themistokles. En: Hermes. Revista de Filología Clásica. Editado por C. Robert y G. Wissowa. 53º vol., Wiesbaden 1918, p. 310.

[13] Ibid, p. 316.

[14] Ibid. p. 312.

[15] A. Rosenberg: Demokratie und Klassenkampf im Altertum, op. cit. p. 23.

[16] Ibid, p. 24.

[17] Ibid, p. 25

[18] Ibid, p. 102.

[19] E. Meyer: Geschichte des Altertums, vol. I, 1, 2ª ed., Stuttgart 1907. Stuttgart 1907.

[20] K. Kautsky: Sklaverei und Kapitalismus. En: Die Neue Zeit, 29º Vol. 2, nº 47 (25 de agosto), Stuttgart 1911, pp. 713 – 723

[21] E. Meyer: Die wirtschaftliche Entwicklung des Altertums, Jena 1895, p. 37, nota 4.

[22] A.W. Gomme: The Population of Athens in the Fifth and Fourth Centuries B.C.,Oxford 1933. Para un análisis de las fuentes antiguas, véase también L. Canfora: Il soggetto passivo della polis classica. En: Opus. Revista Internacional de Historia Social y Económica de la Antigüedad, 1.1 (1982), pp. 33 – 51 También: Polibio e la schiavitú greca. En: Index. Estudio internacional de derecho romano, 10, 1981, pp. 55-65.

[23] A. Rosenberg: Demokratie und Klassenkampf im Altertum , op. cit. p. 25.

[24] Ibid, p. 48.

[25] E. Meyer: Geschichte des Altertums, vol. IV.1, op. cit. p. 527.

[26] A. Rosenberg: Demokratie und Klassenkampf im Altertum, op. cit. p. 52.

[27] Ibid.

[28] Ibid, p. 54.

[29] Ibídem, p. 59.

[30] Ibídem, p. 60.

[31] M. Finley: The Fifth-Century Athenian Empire: A Balance-Sheet. En: Imperialism in the Ancient World. Editado por P.D.A. Garnsey y C.R. Whittaker, Cambridge, Londres, Nueva York, Melbourne 1978, p. 123.

[32] A. Rosenberg: Demokratie und Klassenkampf im Altertum, op. cit. p. 22.

[33] Ibid, p. 19.

[34] Ibid, p. 61.

[35] A. Rosenberg: Aristoteles über Diktatur und Demokratie. En: Rheinisches Museum, N.F., vol. 82, Frankfurt a.M. 1933, pp. 339-361.

[36] Ibid, p. 354.

[37] Aristóteles: Politik und Staat der Athener. Traducción de O. Gigon, Zurich 1955, p. 170.

[38] A. Rosenberg: Aristoteles über Diktatur und Demokratie op. cit. p. 355 (subrayado de L.C.).

[39] Ibídem, p. 354.

[40] A. Rosenberg: Democracia y socialismo, Frankfurt a.M. 1962, p. 15.

[41] A. Rosenberg: Was bleibt von Karl Marx? En: A. Rosenberg. Democracia y lucha de clases, op. cit. p. 134.

[42] Véase la introducción de L. Paggi a la traducción italiana de “Enstehung der deutschen Republik” de A. Rosenberg, Florencia 1972 (Sansoni), pp. XII-XXII.

[43]Citado por H.-U. Wehler, op. cit. p. 8.

[44] A. Rosenberg: Democracia y socialismo, op. cit. p. 308.

[45] En: E. Meyer: World History and World War. Collected Essays. Stuttgart y Berlín 1916, pp. 132 – 168.

[46] H.-U. Wehler, op. cit. p. 7.

[47] E. Meyer: Der Staat, sein Wesen und seine Organisation, op. cit. p. 151-153.

[48] En: Otto Bauer, Werkausgabe, vol. 4, Viena 1976, pp. 49-331.

[49] Ibídem, p. 128.

[50] Ibídem, p. 125.

[51] Cf. Rosenberg: Democracia y socialismo, op. cit. p. 176.

[52] E. Meyer: Die Vereinigten Staaten von Amerika, Frankfurt 1920.

[53] Cf. A. Rosenberg: Democracia y Socialismo, op. cit. p. 299: “El New Deal de Roosevelt pertenece por completo al ámbito de la socialdemocracia”.

[54] G.E. Rusconi: Introducción a la traducción italiana de “Democracia y socialismo” de A. Rosenberg, Bari 1971 (De Donato), p. VIII.

[55] A. Rosenberg: Democracia y socialismo, op. cit. p. 308.

Luciano Canfora es miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso, historiador marxista italiano y el más importante clasicista europeo vivo.

Fuente: Arthur Rosenberg zwischen Alter Geschichte und Zeitgeschichte, Politik und politischer Bildung, Rudolf Wolfgang Müller y Gert Schäfer, eds. Capítulo 1 pags. 34-45. Göttingen. Zürich. 1986

Traducción: Jaume Raventós

Fuente: http://www.bitacora.com.uy/auc.aspx?15088,7

17 de junio de 2024.  URUGUAY



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