La espera. Por: Farit Rojas Tudela

Farit Rojas Tudela

Existen pocas investigaciones sobre la espera. En Estados Unidos se ha trabajado la relación tiempo-stress-ansiedad y se han encontrado muchos datos respecto a los daños, no solo físicos y psicológicos, sino también económicos de la espera. Así, la firma Priority Managment de Pistburg determinó que el estadounidense promedio se pasa cinco años de su vida haciendo colas y seis meses esperando en semáforos.

Barry Schwartz, investigador de la Universidad de Chicago, ha demostrado que la espera tiene variaciones conforme al lugar que ocupa un individuo dentro de un sistema social. Si se es pobre se espera más, si se es rico no se espera, en todo caso el rico hace esperar a los demás. La espera es otra de las formas en las que se expresa la división social del trabajo. En esta línea, el sociólogo argentino Javier Auyero ha investigado la relación entre espera y pobreza, es decir la manera en la que es la gente pobre la que tiene que esperar más ante un servicio público. Auyero señala que “hacer esperar a los pobres es una herramienta de control para el poder que les permite vigilar y castigar. A la vez, genera una subjetividad en los pobres, quienes creen que ‘deben’ esperar y que, en ese sentido, actúan como buenos pacientes”. La investigación de Auyero se concentró en las prácticas de espera para recibir los fondos de asignación por hijo que determinó el gobierno argentino hace más de una década. La espera es una forma de medir el tiempo de los pobres.

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La espera, en consecuencia, se relaciona directamente con las maneras de administrar el tiempo, la vida y el poder. Hay una cercanía con lo que Michel Foucault denominó biopolítica, es decir el control y administración temporal de la vida y de los cuerpos de las personas.

El sociólogo francés Pierre Bourdieu señala que “la espera es una de las maneras privilegiadas de experimentar el poder, así como el vínculo entre el tiempo y el poder, y habría que inventariar, analizar, todas las conductas asociadas al ejercicio de un poder sobre el tiempo de los demás, tanto por parte del poderoso (dejar para más tarde, dar largas, dilatar, entretener, aplazar, retrasar, llegar tarde; o la inversa, precipitar, sorprender) como del paciente, como suele decirse del universo médico, uno de los paradigmas de la espera ansiosa e impotente. La espera implica sumisión”.

La única manera de dar cuenta de la espera, de inventariarla como pide Bourdieu, es a partir de la investigación empírica. Se trata de observar las largas filas de los ancianos para cobrar su jubilación o para recibir un servicio médico que por derecho les corresponde, pero que posiblemente les sea agendado tarde, tan tarde que ya no pueden esperar por el mismo y solo les queda revisar si tienen el dinero para comprar tiempo. Vida y muerte son tiempo.

Notas

Farit Rojas es docente investigador de la Universidad Mayor de San Andrés – (UMSA)

Fuente: https://www.la-razon.com/voces/2023/10/30/la-espera/

1º de noviembre de 2023.  BOLIVIA

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