Será por la asfixiante crisis económica que padecemos, por el voraz consumismo al que nos aboca cada día más el irrefrenable crecimiento de la oferta y la demanda que definen al comercio de hoy, por los sofisticados avances de la publicidad y el marketing. Lo cierto es que a uno le parece que nunca como hoy la gente ha vivido rindiendo tanto culto al consumo, al hedonismo y al dinero.
El ser humano de hoy parece transformado en una mercancía, en un ser que concibe su vida como un capital que hay que invertir para que reporte beneficios; si lo consigue es un triunfador, y si no, un fracasado. Parece que, hoy, pensar no es rentable.
Lo importante para la gente es vivir bien y vivir bien es tener de todo lo que apetece incluso de todo lo que tiene el prójimo- satisfacer todas las necesidades posibles y si son materiales mejor- y poder hacer gala de ese nivel de vida. Pareciera como si hoy más que nunca lo importante es tener, más que ser; ser alguien importante en la vida, más que ser alguien importante en sí mismo. Surge, como consecuencia, la crisis de las ideas y del pensamiento. La crisis de la Filosofía como asignatura y como actividad natural de la racionalidad del hombre.
Hace unos días, en este mismo periódico, publicaba un artículo de opinión Eloy Cuadra Pedrini, titulado ¿Matarán ustedes a la Filosofía canaria?, en el que acusaba al Gobierno autónomo de querer acabar con los estudios de Filosofía en la Universidad de La Laguna. Se basaba el articulista en un borrador que quiere aprobar el Ejecutivo canario según el cual debe registrarse un mínimo de 25 alumnos matriculados en el primer curso de la Carrera para justificar la continuidad de esos estudios. Los criterios que utiliza el Gobierno se basan en la rentabilidad del dinero invertido en la Universidad y en la búsqueda de un Plan de titulaciones que responda más a las demandas reales de la sociedad.
Habrá que preguntarse, en primer lugar y respecto a lo dicho por el señor Cuadra, si se puede hablar de Filosofía “canaria”. Yo, personalmente, creo es un disparate. Porque no que existe en estas Islas una determinada y concreta manera de pensar, de entender e interpretar la vida, como para determinar la existencia de una Filosofía propia. Puede hablarse, y de hecho se hace, de tipos o corrientes filosóficas en función de las autorías o de modos de pensamiento, pero nunca teniendo en cuenta las geografías.
Afirma además el citado articulista que dejar a las Islas sin su Facultad de Filosofía es privarla de su conciencia crítica. No creo que la Facultad sea una conciencia crítica y sí un lugar donde ésta puede crearse y fortalecerse. Igualmente, resulta un poco exagerado afirmar que “la defensa de nuestra Isla contra el macro puerto de Granadilla” constituye uno de los muchos ejemplos del buen hacer de los “rebeldes y alumnos de Filosofía” de la Universidad lagunera. Esa afirmación parece más un posicionamiento partidista, o casi, que una prueba de reciedumbre filosófica.
La conciencia crítica de los pueblos, su fortalecimiento y madurez, tiene mucho que ver, efectivamente, con la Filosofía porque el objetivo de ésta, como afirma Isaiah Berlin en El Poder de las ideas (Espasa-Calpe, 2000), es siempre el mismo: ayudar a los hombres a comprenderse a sí mismos, a actuar de forma civilizada, y no salvajemente, en la oscuridad. Nadie podrá tomar conciencia de nada si no ha pensado antes en ello. La Filosofía ha de seguir existiendo, aunque no sea rentable económicamente hablando, porque su cultivo es la única manera que tiene el hombre de diferenciarse de los animales.
Si toda Universidad tiene como objetivo más noble enseñar a pensar a sus alumnos, no tiene sentido alguno que se suprima la enseñanza de la Filosofía de los estudios superiores. Ninguna Universidad debe conformarse con preparar futuros profesionales que sean rentables a la sociedad y que ganen mucho dinero. No puede convertirse en una fábrica de fríos y rentables instrumentos para el exclusivo desarrollo material de la sociedad que la envuelve. Tiene que devolver a esa sociedad profesionales que, además de saber, sean capaces de pensar y sentir ante la vida.
No estoy seguro de si el denominado Plan Bolonia ahora de moda aunque rechazado por buena parte de los estudiantes tiene en cuenta estos aspectos fundamentales de todo profesional universitario, incluso del que no lo es.
Está bien que la Universidad tenga en cuenta la sociedad, la realidad laboral, a la hora de ofertar sus carreras, pero no hasta el punto de sólo ofertar los estudios que la sociedad demanda. Por la misma razón, una televisión pública no puede limitarse a ofrecer exclusivamente lo que los telespectadores solicitan, pues contribuir, además, a que los televidentes vean y piensen sobre lo que ven, formen criterio propio, adopten posiciones críticas, etcétera. Algo parecido sucede con la Filosofía.
El pensador y poeta portugués Fernando Pessoa dice en su libro Pensamientos arriesgados (La Esfera de los Libros, 2002) que la Filosofía nace como una necesidad que el ser humano siente al saberse mortal. Entonces, si esto es así, ¿cómo va a desaparecer la Filosofía? ¿a qué consuelo, a qué esperanza, a qué clavo ardiendo se asirá entonces el hombre si no le dejan filosofar? Sucede como con la Religión: ¿qué va a ser de las criaturas humanas si les quitan el Dios que les sirve para explicarse qué es, de dónde viene y hacia dónde va?
Fuente: http://www.diariodeavisos.com/content/105417/