Actualmente vive en Santiago de Chile. Su primer acercamiento a la escritura empezó en 1987, tiempo que coincide con sus primeros dibujos. Es poeta, ensayista y traductora de inglés.Ha residido en Bélgica y España y actualmente se desempeña como profesora de filosofía.Mantiene los blogs: http://www.piedradelsol.blogspot.com y http://www.pensativos-pensativas.blospot.com. Su correo electrónico es: [email protected]
En el libro I de la Metafísica, Aristóteles, el filósofo griego del siglo IV a.C., trata de definir a la filosofía. En su intento va esclareciendo quién es el filósofo. Su argumentación es intrínsecamente jerárquica. Dice en algún momento que el conocimiento sensible, a través de los sentidos, es algo demasiado común, que se adquiere sin esfuerzo y por ende “no tiene nada de filosófico”.
En algún momento pensé que la filosofía había relevado, o destituido, al mito por su privilegio del concepto Verdad. Pero ahora, y gracias a la lectura de la reflexión de mi amigo hernún1, me doy cuenta de que la cuña sobre la que se basa la filosofía es el pensamiento árquico y la jerarquía es una expresión de él.
Desde sus más tempranos intentos la filosofía ha sido un trascender el mundo de la experiencia, ir más allá de lo visible, de lo medible, de lo cuantificable, ir más allá de los sentidos y elevar todo un discurso en torno a la primacía, jerárquica, de la razón.
Se yergue el discurso del Logos filosófico, (raíz de las palabras terminadas en ….logía y que significa “ciencia”, “tratado”, “discurso”, “razón”…) en desmedro del discurso poético, por ejemplo. Se autoerige la filosofía como madre de todas las ciencias, como saber de las primeras causas. Nos dirá Aristóteles:
“No, el filósofo no debe recibir leyes y sí darlas; ni es preciso que obedezca a otro, sino que debe obedecerle el que sea menos filósofo.”2
¿De dónde le viene a la filosofía este afán jerárquico?
Aventurar una respuesta puede ser pretencioso en la medida en que este texto es un modesta columna de opinión, no una tesis doctoral, pero me atrevo a decir que los prematuros griegos, primeros “filósofos”, se pusieron a jugar con la razón y terminaron olvidando que era un juego. Despertaron un pequeño monstruo que ha devorado en su despliegue a miles de “comunes y silvestres” mortales y mortalas.
Pensemos que ese afán jerárquico de la razón aristotélica, luego fue institucionalizado en la escolástica medieval y los atributos del Ser pasaron a ser los atributos de Dios. Unos cuantos años más allá, en nombre de ese nuevo canon de la razón, esta vez religioso, se quemaron en la hoguera millones de mujeres acusadas de hechicería.
No ha sido banal esta ansia jerárquica que hay detrás del discurso filosófico, que es el despliegue de la razón, jactándose de ello. Otro pensamiento de Aristóteles:
“Por consiguiente, si los primeros filósofos filosofaron para librarse de la ignorancia, es evidente que se consagraron a la ciencia para saber, y no por miras de utilidad.”3
Insiste en la jerarquía que delimita esta vez la superioridad de lo que no tiene utilidad en desmedro de lo útil. Pero, ¡qué inversión más radical del sentido común! Sólo se explica esta afirmación apelando a que lo útil estaba en el ámbito de lo práctico, inferior para Aristóteles. Lo útil… propio de esclavos… Tal vez, en este mismo juego y mareo de la razón consigo misma, hemos olvidado el sano precepto de mirar al contexto en el que se dio inicio a la filosofía… Hemos olvidado decir que la sociedad griega era esclavista y que aquellos primeros filósofos eran “hombres libres”, tal vez con una situación acomodada y que no tenían que “preocuparse” ni ocuparse de trabajar. Se nos olvida decir que los primeros filósofos podían cultivar el ocio… pero diremos, con cierta vergüenza, quienes enseñamos filosofía para que no se desvirtúe el asunto… ocio creativo.
Si el hecho de asegurarnos nuestra subsistencia no implicara una sociedad desigual donde la jerarquía de las clases sociales impide que todos gocemos del tiempo libre del mismo modo, podríamos decir que los frutos del ocio serían pequeños juegos con los cuales gozar. Pero no es ni ha sido así. Y “los intelectuales”, sobretodo del siglo XX, tuvieron a bien pensar que les correspondía una función política en esta sociedad de clases, tenían la función de develar, de aportar al cambio social porque eran concientes de que la actividad intelectual era una manifestación de la División Social del Trabajo… enseñanzas marxistas bastante útiles en este plano, que era el reflejo de una configuración social injusta donde unos eran poseedores y los otros los trabajadores. En fin, sin caer en el pensamiento panfletario, no nos podemos quedar en la culpa, no es sano ni provechoso, debemos seguir agitando aguas en torno a ideas que impregnan nuestra cotidianeidad y la de jerarquía es una de ellas.
1 http://www.hernun.com.ar/blogs/enta/ y http://entornoalaanarquia.com.ar/
2 Aristóteles. La Metafísica c. II libro I
3 Ibid
Fuente: http://elmercuriodigital.es/content/view/8634/40/