La Universidad recuperó el espíritu del asturiano que fue rector de la Complutense y figura ineludible del pensamiento iberoamericano del siglo XX.
José Gaos nació en Ablaña (Mieres) y nunca pudo o quiso desprenderse de esa imagen de paisano del Norte. El José Gaos que ya rozaba los sesentase parecía más a un minero jubilado que a un filósofo orteguiano, una figura fundamental en la docencia universitaria mexicana.
Pocos lo conocen en Asturias. Ayer [1° de febrero de 2008] el rector Juan Vázquez aseguraba que «los reconocimientos nunca llegan tarde», aunque éste se produzca casi cuarenta años después de la muerte del filósofo, uno de los seis rectores de la República española enterrados en México.
Gaos murió con las botas puestas, con el bolígrafo en la mano, según recordaba ayer el decano Santiago González Escudero. Una muerte con anécdota, al final de un examen, corrigiendo el primero de los ejercicios. Era el año 1969 y aquel paisano de Ablaña confirmaba sus peores augurios cuando abandonó España: no volvería a ella.
A muchos asturianos el apellido Gaos les suena. Efectivamente, la actriz Lola Gaos, fallecida en 1993, era hermana de José. Cuando nace Lola en 1921 su hermano ya enfilaba sus últimos cursos de carrera. La familia ya se había trasladado a Valencia. Lola Gaos, voz quebrada, mirada inquietante, era una magnífica actriz unida a títulos tan grandiosos en la cinematografía española como «Viridiana», «El verdugo», «Atraco a las tres», «La busca», «Tristana» y «Furtivos».
A José Gaos le queda poca familia en México. Juan Vázquez quiso destacar la emocionada respuesta de la hija del filósofo, quien desde México agradeció el homenaje, excusó su ausencia por motivos de salud y prometió un próximo viaje a la tierra natal de su padre.
A su muerte José Gaos dejó un archivo compuesto por más de veinte mil páginas, entre ellas un muy variado epistolario que fue editado dentro del proyecto de su Historia de la Filosofía. Gaos se carteaba con regularidad con figuras de la talla de María Zambrano, José Vasconcelos, León Felipe, Octavio Paz y, por supuesto, José Ortega y Gasset, su maestro, que, al contrario que el discípulo asturiano, se reincorporó pronto a la vida española tras la debacle de la guerra civil.
Oviedo, E. G.
El espíritu del filósofo asturiano José Gaos, muerto en el exilio en México en 1969, se incorporó ayer con todo honor a la Universidad de Oviedo. Gaos ya da nombre a un aula del Edificio Histórico. El rector, Juan Vázquez, junto al ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Juan Ramón de la Fuente, descubrió ayer una placa que proclama el «homenaje al insigne filósofo asturiano José Gaos y González-Pola, “transterrado” a las Américas, donde fue acogido por la Universidad hermana de México».
Se trata, a juicio de Juan Ramón de la Fuente, «de una figura absolutamente ineludible en la historia del pensamiento iberoamericano del pasado siglo, creador de una escuela importantísima de filosofía». Fue precisamente la UNAM la entidad que se propuso editar una de las obras enciclopédicas y de referencia de Gaos, su Historia de la Filosofía en 19 tomos. El ex rector de la Universidad mexicana (hace apenas un trimestre que dejó el cargo) insistió en que «Gaos representa lo mejor de esa España peregrina que abandonó su país en condiciones trágicas y que encontró en esa otra patria la posibilidad de desarrollarse y dejar huella profunda».
México fue su otra patria. Llegó a ella tras la guerra y, más en concreto, tras la caída de Madrid. Tenía 38 años y era rector de la Complutense madrileña. Llevaba cinco años afiliado al PSOE y había conseguido con tan sólo 32 una cátedra de Filosofía. Un cerebro que el trauma del exilio no logró apagar, sino todo lo contrario.
En México encontró el caldo de cultivo perfecto para una actividad frenética. Tradujo más de setenta obras filosóficas, del francés, del alemán, pero también del griego clásico. Fue pieza fundamental en la creación del Colegio de México, pieza vertebradora de los talentos del exilio. En 1953 la UNAM lo nombró doctor honoris causa.
Al acto de homenaje a Gaos asistieron, además, el decano de la Facultad de Filosofía, Santiago González Escudero, y el consejero de Educación, José Luis Iglesias Riopedre, quien aparcó por unos minutos su función más política para «resucitar» al profesor de Filosofía que lleva dentro. Trató de explicar la posición de Gaos en torno al perspectivismo, pero sólo le entendieron los iniciados. «Para él la vida era una batalla», sentenció Riopedre, esa frase sí la entendió todo el mundo.
Juan Vázquez se refirió a una palabra que había acuñado al margen del Diccionario el propio José Gaos: «transtierro», que es como un destierro dulcificado. «México fue para él un lugar magnífico de acogida», y a caballo entre «dos patrias compartidas» dio ejemplo, dijo el rector de la Universidad de Oviedo, «del poder de la razón, del diálogo y de la educación».
El rector Vázquez aseguró antes de descubrir la placa conmemorativa que «con este acto me gusta pensar que ahora José Gaos vuelve» a su primera tierra. Sus escritos le preceden. Riopedre recordaba ayer que «Gaos publicaba hasta sus clases», prueba de lo sistemático de sus investigaciones y lo prolífico de su pensamiento. «Del hombre», una de sus grandes obras, se publicó en 1970.
Fuente: http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pRef=1899_46_602896__SociedadyCultura-poder-razon-dialogo-entre-patrias-compartidas.
q lo admiro a su ermano