El tiempo de Klopp y de Heidegger

Bien, me gustaría enlazar algo sobre debates acerca de Jürgen Klopp con una idea que podemos encontrar en Ser y tiempo (1927), la obra filosófica más importante de Martin Heidegger, cuando habla del Augenblick, el instante en que se mira o el parpadeo. El fútbol tiene que ver con las alteraciones temporales.

Jürgen Klopp, durante una rueda de prensa. REUTERS

Jurgen Klopp durante una rueda de prensa. REUTERS

Los debates acerca de Jürgen Klopp se caracterizan a menudo por el uso de banalidades: su pasión por el «fútbol heavy metal», por el Vollgas-Fußball («fútbol a todo gas») y por el Gegenpressing (la presión avanzada nada más perder el balón), o el hecho de que sea un tipo normal en vez de un tipo especial (como Mourinho), dueño de esa sonrisa tan característica. Aunque las entrevistas que le hacen son siempre entretenidas, no resultan necesariamente reveladoras. Pero hay una palabra recurrente en su léxico que me interesa en particular: el momento. Para él, el fútbol consiste en la creación de un momento, aquello a lo que me he referido antes como el momento entre momentos.

Bien, me gustaría enlazar esto con una idea que podemos encontrar en Ser y tiempo (1927), la obra filosófica más importante de Martin Heidegger, cuando habla del Augenblick, el instante en que se mira o el parpadeo. Y quiero hacerlo no sólo porque Klopp se criara en el pueblecito de Glatten, que se encuentra a menos de cien kilómetros de Freiburg-im-Breisgau, donde Heidegger estudió y trabajó más o menos a lo largo de toda su carrera; tampoco porque a Heidegger le gustara el fútbol, sintiera un profundo respeto por la capacidad de liderazgo del Káiser Franz Beckenbauer y tuviera un televisor escondido en su despacho para poder ver los partidos. La razón es más bien que deseo pensar sobre la experiencia temporal en relación con el fútbol. Como decía antes, el fútbol tiene que ver con las alteraciones temporales. La que me interesa en particular comienza con el tiempo de reloj, el tiempo común y corriente de la vida cotidiana, que avanza ineludible desde el ahora del presente hacia el ahora-todavía-no del futuro antes de escurrirse hacia el ahora-ya-no del pasado: tic tac, tic tac, tic tac.

El tiempo de reloj halla su confirmación en el tiempo lineal y cronometrado de los 90 minutos de partido, cuya cuenta el árbitro y sus asistentes llevan diligentemente. Opuesto a éste aparece lo que podríamos denominar como el tiempo de Klopp, el momento de euforia, el instante, cuando nos elevamos y abandonamos el tiempo de reloj para entrar en una experiencia temporal distinta. En un apartado crucial que llega bastante avanzado el argumento de Ser y tiempo, Heidegger hermana una serie de conceptos que había desarrollado en los capítulos anteriores del libro. El pasaje en sí mismo es bastante complejo, así que lo resumiré. En el momento de mirar, nos vemos arrastrados por un arrebato que nos aparta de la inmersión en la vida cotidiana y nos lleva a encontrarnos, verdaderamente y por vez primera, con esa cotidianidad. En lo que dura un parpadeo, somos transportados desde el tiempo de reloj -lo que Heidegger denomina la «intratemporalidad» o el flujo en apariencia interminable de «ahoras»-, hacia un éxtasis en el que descubrimos el mundo de «lo a la mano» [Zuhandensein] y de «lo que está ahí delante», «lo que está a la vista» [Vorhandensein]. El contraste entre «lo a la mano» y «lo que está ahí delante» había sido desarrollado ampliamente en la primera parte de Ser y tiempo, y estos dos conceptos describen las categorías bajo las que se puede aprehender el mundo. Es decir, ya como el mundo de elementos útiles, normal, familiar y con valores añadidos que nos rodea y con el que mantenemos una relación práctica, o como el mundo de los objetos de valor neutro que examinamos teóricamente a la manera de un filósofo o de un científico.

Lo que señala Heidegger es que ambas categorías, teoría y praxis, son aprehendidas por primera vez como lo que son desde el punto de vista del éxtasis del instante. Para que quede claro, aquí el éxtasis no es una suerte de embriaguez alcohólica y dionisíaca, sino que se trata de un arrebato firme, de un éxtasis sobrio que percibe la indiferencia de lo cotidiano hacia su ser y lo empuña a modo de Situación [Situation], uno de los conceptos clave de Ser y tiempo. La Situación es el lugar donde nuestro «ser ahí», lo que Heidegger denomina el Dasein, se revela no como los sucesos azarosos de un mundo aparentemente fuera de nuestro control, sino que es capturado como un contexto rico en posibilidades para la acción. No es que dejemos el mundo o a nosotros mismos atrás, como si Heidegger se hubiera limitado a poner al día el mito de la caverna platónica, sino que nos vemos con claridad a nosotros y al mundo por lo que somos y, en ese momento de visión, abrazamos la existencia en sus múltiples posibilidades. Nos mantenemos firmemente anclados en el arrebato del momento. Y el momento no dura más que un instante, un parpadeo. Pero, en ese momento, el tiempo de reloj se frena, se convierte en el tiempo de Klopp, abre la posibilidad de otra experiencia temporal y de ese modo posibilita la historia, una historia de momentos.

Simon Critchley es un filósofo inglés hincha del Liverpool. Este texto pertenece a su libro En qué pensamos cuando pensamos en fútbol (Ed. Sexto Piso, 2018)

Fuente: http://www.elmundo.es/deportes/futbol/2018/05/25/5b06f89be5fdea9a148b4644.html

25 de mayo de 2018. ESPAÑA

1 comentario El tiempo de Klopp y de Heidegger

  1. juan

    … el tiempo es ‘uno solo’ y, eterno, en este momento hay millones de momentos iguales (escribiendo) pero de este tema ‘yo’ solo, el tiempo de martin, es ese, el propio y, si salgo de mi (no por aburrimiento) conscientemente, vere esos millones en una mirada. por eso el ‘mirar’ la respiracion ejm. podriamos (si nuestro ‘ser’ quiere) ver a todos los seres en un instante, ”digamos, la totalidad”.

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