-La Filosofía reivindica su papel en la sociedad en plena crisis económica y de valores.
-La madre de todas las ciencias trata de sobrevivir frente a los saberes más utilitarios.
-Los distintos gobiernos han ido ‘recortando’ esta rama del saber con cada ley de educación.
-Los expertos hablan del interés por estimular cada vez menos el pensamiento crítico.
LUIS PAREJO
Dijo René Descartes que “vivir sin filosofar es tener los ojos cerrados sin tratar de abrirlos jamás”, que “la Filosofía es la que nos distingue de los salvajes y los bárbaros”, y que “las naciones son tanto más civilizadas y cultas cuanto mejor filosofan sus hombres”. Pues bien, si Descartes echase hoy un vistazo a la realidad del sistema educativo español, a 24 horas vista del Día Mundial de la Filosofía, acabaría echándose las manos a la cabeza ante el ocaso al que parece abocada la madre de todas las ciencias y la crisis de valores que se ciñe sobre la sociedad española.
Las escasas o nulas salidas que ofrece esta titulación en el mercado laboral, la denostación que ha sufrido por parte de los distintos gobiernos tras cada reforma educativa (van cuatro leyes en cosa de 25 años: la Logse, en 1990; la LOCE, en 2002; la LOE, en 2006; y la Lomce, en 2013) y la consiguiente pérdida de vocación de los jóvenes frente a los saberes utilitarios, dificultan el desarrollo y la pervivencia de estos estudios que desarrollan el pensamiento crítico en los campus.
En España, del millón y medio de estudiantes que se matricularon en el curso 2013-2014 en la Universidad, sólo 7.483, es decir, el 0,5% lo hicieron en Filosofía. Por contra, el 50% de los jóvenes que acude a la Universidad en la actualidad estudia alguna carrera relacionada con las Ciencias Sociales y Jurídicas, el 20,7% Ingenierías o Arquitectura, un 16,5% Ciencias de la Salud y un 10% se decanta por las Artes y las Humanidades. De este 10%, que supone unos 143.000 alumnos, sólo un 5% se decanta por esta área. Un área que, curiosamente, tiene una de las notas de acceso más bajas de todas las titulaciones (basta un 5,00 en la Complutense o en la Universidad de Barcelona, por ejemplo).
Pérdida de alumnado
«Algo ocurre en la sociedad cuando la mitad de estudiantes pertenece a Ciencias Sociales y sólo el 10% a Humanidades. Algo nos está pasando. No es un problema superficial, sino muy serio», señala Fernando Broncano, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad Carlos III de Madrid.
Así, según datos del Ministerio de Educación, las 22 facultades de Filosofía y Letras han perdido en cosa de 10 años más del 15% de su alumnado -unas cifras similares a las del resto de Humanidades-. Este hecho, unido a la subida de tasas y a los recortes, está provocando la supresión y/o reorganización de edificios que otrora se destinaban exclusivamente a Filosofía, como en el caso de la Universidad de Oviedo, la de La Laguna o la de Valladolid.
“La Universidad está sufriendo dos tipos de fenómenos: uno, objetivo de recortes; y luego otro subjetivo, que es tan peligroso como el primero y que tiene que ver con que los alumnos elijan sólo pensando en las salidas laborales”, indica Broncano. La unión de ambos está provocando “el abandono de los mejores alumnos en cualidad y de la mayoría de los estudiantes en cantidad”.
En opinión de Joaquín Moya-Angeler, presidente de la Conferencia de Consejos Sociales Universitarios (CCS), la Filosofía tiene un papel «esencial» en la formación y la educación del país. Sin embargo, el problema no es si es importante o no: “El problema es el volumen de facultades y alumnos que tiene esta titulación y si tiene sentido que exista en muchas universidades españolas o sólo en cuatro o cinco”, advierte. Este hipotético planteamiento retrotraería a la Filosofía al curso 74-75, cuando sólo existía la titulación en la Complutense y la Autónoma de Madrid, la Central y Autónoma de Barcelona y la de Valencia.
I+D FRENTE A PENSAMIENTO
El también presidente de IBM considera que España no ha incentivado nunca el desarrollo de las ciencias que tienen que ver con la I+D, que son las que, en su opinión, más deberían fomentarse. “No se nos ha admirado nunca por la definición de procedimientos o la disciplina en procesos como a alemanes o ingleses, y sí por nuestra creatividad”, subraya. “España es un país profundamente creativo, pero el problema es cómo se retribuyen la creatividad y determinadas ramas del saber”.
Este enfoque más pragmático de la educación superior es el problema de fondo que subyace a la hora de elaborar determinadas políticas educativas que, legislatura tras legislatura, han ido dejando fuera a Aristóteles, Nietzsche y compañía al no existir una transferencia directa del conocimiento.
Pero, ¿debe destinar el Estado dinero a algo que, a priori, no tiene una aplicación directa e inmediata sobre el sistema productivo? ¿Sirve para algo la Filosofía ante la urgencia de los problemas económicos a los que se enfrenta la sociedad del siglo XXI? “Tenemos una idea de utilidad demasiado tecnocrática”, señala Ángel Gabilondo, ex ministro de Educación con Rodríguez Zapatero, ex rector de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y catedrático de Metafísica. “Para quienes consideran que el conocimiento ha de ser inmediatamente aplicable y únicamente es interesante como medio o instrumento, semejante pensar les resulta infecundo”, añade. El ex ministro considera que no hay que vincular el conocimiento a la idea de mercado y que también conviene responder a las necesidades sociales porque “no siempre lo demandado es lo más necesario socialmente”.
No lo entiende así su sucesor en el Ministerio, José Ignacio Wert, que en 2012 hizo público el segundo borrador de la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (Lomce) por el que pretende reducir la enseñanza de la filosofía en secundaria casi a la nada, dejando sólo una de las tres materias obligatorias existentes.
Semejante ‘rejonazo humanístico’ ya causó un gran revuelo en su momento y la Conferencia Española de Decanatos de Filosofía denunciaba el recorte «más duro e injustificado que sufrían estos estudios en toda la historia de la democracia española», destruyendo «un pilar básico» del sistema.
Pero la denostación de esta disciplina y de sus docentes no acaba aquí. Según el borrador del Real Decreto de Especialidades Docentes, que adelantaba el pasado 6 de noviembre este diario, con la Lomce, los profesores de Filosofía podrán enseñar a montar negocios en el instituto a través de la asignatura Actividad Emprendedora y Empresarial, que pretende crear el Ministerio. “Se trata de una tomadura de pelo y una falta de respeto a la Filosofía y a todos los profesores”, lamenta Antonio Campillo, presidente de la Conferencia de Decanatos.
Élites sin cultura
Para Campillo, la actual crisis no tiene que ver sólo con los tan cacareados mercados, la subida del IRPF o los recortes en Educación o Sanidad, sino que afecta directamente a los valores de la sociedad y del pensamiento, que han visto auparse a lo más alto del poder a una clase política corrupta y carente de moral. “En la tradición del pensamiento occidental, durante siglos se valoró al hombre culto, que era aquel que sabía de Literatura, de Ciencia, de Filosofía… Ahora, las élites políticas no necesitan ser cultas para tener poder. Se ha producido un divorcio entre el poder y la cultura y eso ha dado lugar a una situación crítica y muy peligrosa”.
El pensamiento crítico parece molestar y la urgencia por incentivar los saberes productivos y utilitarios es la excusa a la que se aferran las distintas políticas educativas. “La presión del capitalismo actual, que incita hasta el paroxismo un pragmatismo básico y urgente, tiene en España un terreno bien abonado para que la Filosofía desaparezca bajo las presiones del mercado”, sostiene Laura Llevadot, vicedecana de Filosofía de la Universidad de Barcelona (UB).
Precisamente la UB ha decidido “sacar la Filosofía de la Universidad y mostrar su necesidad”. Durante esta semana celebra un festival filosófico inédito en España, el ‘Barcelona Pensa’, inspirado en el ‘Citéphilo’ francés y en el que habrá lugar para cafés filosóficos, obras de teatro o recitales de poesía.
En el país vecino, la presencia de esta disciplina es una constante y no es extraño encontrar revistas de divulgación en los quioscos o programas de televisión y radio en los que tiene un papel destacado. Esta ‘mediatización’ de la Filosofía, habla también de la apuesta por la investigación en este ámbito. “En España, con una dictadura de por medio y una tradición católica muy fuerte, la Filosofía ha tenido que batallar su lugar”, explica Llevadot.
A día de hoy, esa batalla continúa y la madre de todas las ciencias tiene el reto de hacer valer el pensamiento de Kant, Platón y Schopenhauer y, a la vez, repensarse para ser tenida en cuenta como un saber imprescindible, como un vínculo inseparable para el ejercicio del pensamiento crítico y la ciudadanía democrática.
Fuente: http://www.elmundo.es/cultura/2014/11/19/546b8cc722601d74578b4576.html
19 de noviembre de 2014. ESPAÑA. Madrid.
Estoy de acuerdo que no todo debe ser aplicación práctica y utilidad mercantil, pero ¿qué aportó a la comprensión de la realidad la filosofía de Kant, que es un enredo que nadie entiende y nada aporta, o la de Heiddeger?. Sus aportaciones son discursos que alimentan solo a eruditos (que dicen que si los entienden) cuyos estudios tampoco contribuyen a la comprensión del mundo.
La filosofía no es una ciencia. Por mi experiencia en las redes sociales son muy pocos los que argumentan sus opiniones, la mayoría o se limita a citar frases de filósofos o escriben lo primero que le pasa por la mente, tenga o no sentido. Cada país tiene los estudios de filosofía que merece