Adorno bajo una nueva luz

Con motivo del centenario del nacimiento del sociólogo y filósofo alemán, Theodor W. Adorno, se revisa el legado de uno de los pensadores más brillantes de la Escuela de Fráncfort y figura clave de la izquierda alemana.

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Fráncfort del Meno es célebre por haber sido la ciudad natal de Goethe, pero también de Theodor W. Adorno. La capital financiera de Alemania está ligada a las estaciones más importantes de la vida de uno de sus hijos más ilustres. A ellas pertenece no sólo la universidad, sino también el Café Laumer, donde Adorno solía desayunar regularmente vino blanco del Mosel con huevos revueltos.

Escuela de Fráncfort
Como padre de la llamada Teoría Crítica de la Escuela de Fráncfort, Adorno se convirtió en la conciencia moral y aguijón intelectual de la post-guerra. De hecho, fue una de las figuras más sobresalientes la citada Escuela de Fráncfort, término con el cual se dio a conocer un grupo de investigadores afines al marxismo, que desarrollaron una teoría crítica de la sociedad moderna. La Escuela de Fráncfurt se convirtió en tierra de cultivo y fuente intelectual del movimiento estudiantil de los años 60.

Su crítica al capitalismo en libros como Dialéctica de la Ilustración, así como su constante reflexión sobre la experiencia del Holocausto, fueron durante mucho tiempo orientaciones claves para la intelectualidad alemana. El Premio Nobel de Literatura, Günter Grass, reconoce que el cuestionamiento del filósofo, sobre cómo era posible seguir escribiendo después de la experiencia de Auschwitz es algo que determinó toda su obra literaria.

Padre intelectual de la Teoría Crítica
Hijo de un judío convertido al protestantismo y de una católica italiana, Adorno nació en 1903. La música lo acompañó desde su niñez. Estudió composición en Viena y posteriormente se decidió por otro gran amor: la filosofía. Con el ascenso de los nazis al poder en 1933, Adorno emigró a Londres y después a Estados Unidos. En 1938 se reincorporó al Instituto de Investigación Social de Fráncfort, que entre tanto se había trasladado a Nueva York. En dicha ciudad trabajó en varios proyectos, entre los que destacan su investigación sobre Doctor Fausto en colaboración con Thomas Mann, y la redacción de la famosa obra Dialéctica de la Ilustración, junto con Max Horkheimer, que fue publicada en 1947.

Tras su retorno del exilio estadounidense, Adorno, de baja estatura, más bien redondo y de vívidos e inquietos ojos, fue recibido por sus amigos en el nuevo Instituto que había sidorecientemente fundado en Fráncfort. Junto con el director del Instituto, Max Horkheimer, fue proclamado padre intelectual de la Teoría Crítica.

El “atentado de los senos”
Uno de los aspectos de su obra que despierta mayor interés es su contradictoria relación con el movimiento estudiantil del 68. Los estudiantes, que se identificaban con muchos de los textos del filósofo, sobre todo con sus críticas al autoritarismo, se decepcionaron por la negativa de Adorno a las revueltas. La armonía con los estudiantes quedó destruida entre 1968 y 1969. El activista berlinés Fritz Teufel agredió el Café Laumer por ser uno de los puntos de encuentro de la burguesía, lo que pasó a la historia del movimiento estudiantil como la batalla de los pasteles. En otra ocasión Adorno recurrió a la policía para desalojar a un grupo de estudiantes que habían ocupado el Instituto que él dirigía. Pero lo que más disgustó a Adorno fue el llamado “atentado de los senos”, cuando tres de sus alumnas, en plena clase se abrieron la blusa y lo confrontaron con una verdad desnuda en protesta por su supuesto conservadurismo. Se dice que ése incidente agravó sus problemas cardiacos, muriendo pocos meses después, en agosto de 1969.

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