Steve Pyke: fotógrafo de filósofos

Mucha gente encuentra fascinantes a los filósofos. Lo que hace diferente al interés del fotógrafo Steve Pyke es que se enfoca – literalmente – no en lo que pasa al interior de sus cráneos sino en lo que pasa al exterior de esas cabezas.
El retrato que Pyke hace de los filósofos, publicado por primera vez en 1993, se ha convertido en registro visual definitivo de la generación de filósofos de la posguerra (mayormente anglo-americana) a medida que se acercan al final de sus carreras. Veinte años después muchos de ellos ya no están con nosotros: Elizabeth Anscombe, A. J. Ayer, Isaiah Berlin, Donald Davidson, Jacques Derrida – sin mencionar a muchos más.

Los retratos de Pyke son reconocibles instantáneamente. La mayoría son tomas hechas con la cámara a solo pulgadas del rostro del sujeto, resultando a veces ásperos, impersonales, y como dijo el modelo Michael Frede de su propia fotografía, una vista “deshalagadora”. No es sorprendente que a algunos de los sujetos no les guste el resultado. “Sentí que no era del todo justa”, dijo Michael Dummett. Si el objetivo era hacerlo ver bonito, podría tener razón, pero si se trataba de hacer su rostro interesante, Dummett no tiene bases para quejarse.

Veinte años después de la primera colección, Pyke ha regresado con una nueva serie capturando a la siguiente generación de filósofos. La sesión está completa. Y las fotos serán exhibidas en Nueva York en el otoño, con un libro agendado para salir a finales del 2006.

¿Qué llevó a Pyke a interesarse tanto en los filósofos, y cómo las reuniones con ellos moldearon su propio pensamiento? Discutí estas preguntas con él mientras saboreábamos un croque monsieur en el Soho de Londres cuando Pyke hacía una visita breve desde su adoptada Nueva York.

“Mi idea de la filosofía era una área completamente densa que no tenía ninguna relación con mi vida” dijo Pyke, describiendo sus propias preconcepciones ante una sesión que le cambió la vida con A J. Ayer, para Tatler, en 1998.

“Me habían dicho que tenía como unos diez minutos con él y se convirtieron en cuatro o cinco horas de hablar. Hablamos acerca todo tipo de cosas. Hablamos sobre la guerra, me acuerdo, y sobre el tiempo que pasó en Europa en los treintas y cómo era el ambiente político en aquel tiempo, lo que era muy interesante. Lo mejor de A. J. Ayer era que podías hablar con él a muchos diferentes niveles. Te daba distintos senderos hacia la filosofía. A pesar de que lo conocía poco, fue muy abierto”.

Pyke mencionó varias veces la apertura de los filósofos a los que fotografió, y eso fue claramente lo que más le impresionó de Ayer. “Esto fue hacia el final de su vida y era increíblemente abierto, tal vez más por el punto en el que se encontraba. Fue muy estimulante estar a un lado de él de muchas distintas maneras”.

La sesión con Ayer fue una inspiración. “Pensé que lo realmente interesante sería conocer y fotografiar a tal vez otros diez filósofos. No sucedió así”.

Para darle forma al proyecto, Pyke decidió que necesitaba algunas guías, así que habló con Ted Honderich, quien le sugirió a algunas personas con las que podría comenzar. Luego le preguntó a cada uno de los sujetos de otras diez personas que ellos pensaban que podrían ser fotografiadas. Si el mismo nombre salía tres veces Pyke lo agregaba a su lista.

“Ciertas personas eran mencionadas siempre, como por ejemplo Quine, Rawl y Chomsky”. Pero lo que sorprendió más Pyke fue cuánto variaba esta lista. “Supuse que sería algo específico saber quiénes eran los pensadores líderes en la filosofía. No pensé que dentro de la filosofía hubiera tantas áreas diferentes”. Pyke estaba descubriendo que la filosofía es tan tribal y fragmentada como cualquier otro camino de la vida.

“Muy pronto esta lista se quedó en alrededor de 30 nombres. “No desperdicié nada de tiempo. Me tomé tres o cuatro semanas y en cuanto obtenía un sí me iba y los fotografiaba”. Todo esto fue autofinanciado. Pyke era movido por su propio interés y no tenia comisión para asegurar el costo de sus trabajos.

“La razón por la que me llamó la atención fue que los primeros cuatro o cinco filósofos que conocí eran muy interesantes. No necesariamente te llevas bien con la gente. Conozco y fotografío gente todo el tiempo. Quizá dos o tres sesiones a la semana. Es sólo que encontré a este grupo muy estimulante y me parecía una colección interesante de gente para fotografiar. Me sorprendió mucho que nadie lo hubiera hecho antes”.

El proyecto puso a Pyke en una posición muy particular. Estaba conociendo y hablando con los más grandes filósofos en el mundo, pero no leía mucho de su trabajo. “Estaba trabajando fechas límites de entrega muy apretadas cada día”, explica, “sólo tenía más o menos una hora para cada persona, lo cual es poco tiempo. No había oportunidad en el momento para leer y esa no era la razón por la que estaba ahí. Pronto me di cuenta que estaba organizando un archivo de retratos de gente que los filósofos sentían eran los pensadores más sobresalientes”.

“Había algunas palabras para acompañar la imagen, sin embargo Pyke pidió a todos los fotografiados que hicieran una breve declaración de su filosofía de hasta 100 palabras. Pocos se rehusaron, y tal negativa fue incluida en el pie de foto. H. L. Hart escribió: “para ser sincero, pienso que la idea de un resumen de 50 a100 palabras es absurda… le recomiendo que la olvide.”

“La base de mi comprensión de la filosofía viene de lo que se puso allí”, dice Pyke, “las cincuenta palabras que la gente dijo de su trabajo y en algunos casos un poco más”. Lo interesante es que, acumulativamente, estos resúmenes sí dan una buena idea de cual es la filosofía en estos tiempos. Algunos temas son recurrentes: buscar la claridad conceptual, descubrir suposiciones fundamentales, el uso riguroso del método lógico y demás.

“La idea que tenía desde el principio fue que esto se pudiera desmitificar” dice Pyke. “De alguna manera desmintió el mito que tenía que la filosofía era tan densa que no tenía relación con mi vida. La gente tiene la idea de que su filosofía está completamente separada de la filosofía académica. Pero de muchas maneras he encontrado que no lo está”.

Para su nueva serie de retratos, Pyke descubrió que el centro de poder ha cambiado. En Inglaterra estaba haciendo menos viajes a Oxford y a Cambridge, y en total se hacían más tomas en el otro lado del atlántico.

“Es interesante el hecho de que son mucho más jóvenes. Lo que pasó antes fue que llegabas a la universidad; luego tardabas un tiempo para llegar a obtener cierta posición; no obtendrías tu primer libro sino hasta que tuvieras 40 ó 45 años de edad; no esperarías que tuviera algún impacto sino hasta diez años después; así que hablas de gente que se aproxima a los 60 años antes de que se convirtiesen en alguien bien conocido. Esta vez, mucha gente es de la generación más joven de filósofos, hay muchos más guías del pensamiento para conocer que la primera vez.”

Pyke siguió exactamente el mismo método que la vez anterior para seleccionar los sujetos y me dejó saber algunos de los nombres más mencionados. Kit Fine, Bob Stalnaker, Richard Rorty (uno de los muchos que se perdió la primera vez) Barry Stroud, Joseph Raz, Harty Field y Tyler Burge son nombres que aparecían una y otra vez. Y de los filósofos más jóvenes Timothy Williamson resaltaba de la multitud.

Aparte de su apertura, otra característica que Pyke pensó que era típica de los sujetos era su pragmatismo. “Muchos de ellos, cuando empezabas a hablar de otros filósofos, decían algo así como que habían gastado una hora leyendo el libro de esa persona hace 20 años. Parece mucha soberbia. La realidad es que comparten la idea de que el tiempo es corto”.

El Mismo Pyke no tiene antecedente académico. Nacido en Leicester en 1957, en aquel tiempo el corazón industrial de Inglaterra, dejó la escuela a los 16 y forjó su propio camino. La culminación de esa carrera hasta la fecha fue su reciente acomodo como fotógrafo de planta del New Yorker, una posición envidiable antes sostenida por un solo hombre – el gran Richard Avedon. Esto vino después de otro gran logro: un MBE (distinción a la excelencia del imperio Británico) por servicios a las artes. Uno de los honores concedidos en el cumpleaños de la Reina, en el 2003.

De alguna manera, sin embargo, su carrera tiene algo en común con los filósofos con los que ha trabajado. “Yo escogí mi camino como fotógrafo por que para mí era el medio de auto expresión y tal vez un medio para entender más acerca de mí mismo y del mundo en el que vivo.”

Sus fotografías, como la filosofía, tienen algo que ver con el revelar la realidad de alguna manera. Pyke cree que sus fotografías conciernen no tanto con la iluminación y la naturaleza del sujeto fotografiado, sino como constancia de algún encuentro en particular.

“Lo que sucede es que hay una conversación entre dos personas y la cámara captura alguna especie de idea de lo que estaba sucediendo entre esas dos personas. No es sólo una semejanza. Lo que busco (cuando selecciono la foto a utilizar) es algún tipo de destilación de cómo yo recuerdo el encuentro”.
¿Podemos aprender algo de los filósofos con solo mirar a los retratos de Pyke?

“Yo creo – especialmente cuando se llega a cierta edad – que la manera en que pesamos y la manera en la que vivimos nuestras vidas se refleja en cómo se ve nuestro rostro. Ya seas una persona abierta o no, ahí esta en el rostro”.

*Artículo cortesía de The Philosophers Magazine.
*Fotos propiedad de Steve Pyke©, aparecidas en Philosophers editorial Zelda Cheatle Press, 1993.

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