Por favor Critiquemos

En innumerables ocasiones hemos escuchado comentarios respecto de otras personas, del gobierno, de la empresa, de los maestros, de deportistas, artistas y demás; en la mayoría de los casos no nos detenemos a pensar, mucho menos analizar los efectos y profundidad de los mismos, porque esta forma de intercomunicación se ha vuelto tan normal que no reparamos en buscar cuál es el sentido, es decir, hacia donde va dirigido tal comentario.

La cobertura mediática con la que ahora contamos nos ha vuelto un tanto cuanto insensibles al momento de lanzar una crítica o un comentario, sea este mordaz o lleno de objetividad; la guerra de los medios ya no sólo se da en las empresas dedicadas al entretenimiento y la información, sino que ahora se lanzan en búsqueda de reporteros furtivos, que lo único que necesitan es enviar la información por un medio electrónico, sin presentar su rostro, solo dando su nombre sin el compromiso de que éste sea verificado en caso de que su comentario resulte en un efecto negativo en aquél contra el que se lanza.

Esa forma de presentar los acontecimientos dista mucho del concepto de comunicación, y hace a un lado el propósito real de la crítica constructiva. Comunicar (Del lat. communicāre) consiste en hacer a otro partícipe de lo que uno tiene, descubrir, manifestar haciendo saber a alguien algo (1); el proceso de la comunicación implica ante todo el compromiso del emisor con lo que transmite y el ciclo se cierra con la respuesta del que recibe el mensaje, esto en términos muy generales.

Pero vayamos pues al punto central de esta arenga que es el de vislumbrar un camino de crecimiento y madurez, a través de la realización de criticas constructivas, puesto que no es el interés hacer hincapié en la crítica dañina e infructuosa, de eso estamos demasiado bombardeados como para seguirle dando cobertura.

Criticar consiste en la acción de juzgar las cosas, fundándose en los principios de la ciencia o en las reglas del arte; otra concepción de la misma la establece como el acto de censurar, notar, y vituperar las acciones o conducta de alguien, la crítica es en sí un examen y juicio acerca de, y en particular, se dice de la persona que se expresa públicamente sobre un espectáculo, un libro, una obra artística, etc.

Leyendo entre líneas, podemos percibir en la misma definición del concepto crítica, la intervención directa de la razón, puesto que se trata de un análisis reflexivo en el cual para que surta efecto se debe emitir por necesidad un juicio, mismo que puede ser dado a conocer a otros, o permanecer en nosotros, sin que por ello pierda su carácter de verdadero.

Pareciera que al criticar atentamos contra la integridad de aquél o aquello que es objeto de crítica, pero si la enfocamos en un ámbito positivo, podemos llegar a hacer que el criticar se vuelva para nosotros un medio para salir de la ignorancia y la apatía, características inconfundibles de la sociedad moderna.

Es verdad que somos criticones por naturaleza, sobre todo cuando en nuestro ambiente de interacción las condiciones no nos son favorables, o no están acorde a lo que creemos merecer. Pero este tipo de crítica resulta un tanto cuanto subjetiva y parcial, puesto que se encuentra fuertemente impregnada de nuestra vehemencia y pasión, y tal obnubilación nos lleva a ser imprecisos, pudiendo llegar a la murmuración o en el peor de los casos a la calumnia.

Aun cuando la opinión que se vierte no asegura que ésta cuente con la certeza de la verdad, la responsabilidad de la misma recae sobre el agente directo que la produce y la emite, puesto que los únicos capaces de elaborar opiniones son los entes que cuentan con facultad de abstraer de la realidad los fenómenos, analizarlos y expresar su posición. Hasta ahora los únicos seres con tales características somos los humanos, entonces podemos dilucidar que la facultad de comunicar a otro la forma de ver la realidad o expresar el punto de vista sobre cierto tópico, no es una actividad carente de responsabilidad, dado que no se trata de un acto de hombre, sino de un acto humano en el cual intervienen en forma directa el intelecto y la voluntad.

Por otra parte, considerar que todo aquel que no está de acuerdo con nuestra forma de ser y de pensar es por necesidad un enemigo, sobrepasa el ámbito de lo objetivamente humano, puesto que cada uno tenemos, como ya hemos establecido, libertad de pensamiento y de expresión, y en ese sentido si bien es cierto, la realidad circundante se muestra de una manera, la forma de captarla es acorde a la facultades de cada uno, pero para que haya certeza en el juicio es necesario no perder la objetividad en el mismo, de tal suerte que esa libertad es algo que conlleva la sujeción a la responsabilidad, porque si no es así estaríamos hablando de un libertinaje, que ni plenifica ni perfecciona a la persona, sino que por el contrario la envilece y la hace proclive a lo inocuo.

Reflexionando un poco sobre nuestras tendencias naturales, encontraremos que además de todo lo que hemos dicho hasta ahora, tenemos una tendencia casi inconsciente a buscar la verdad, nuestra psique y emociones están estrechamente ligadas a esta búsqueda, tanto como lo está nuestro intelecto, tan sólo baste observar como nos ponemos cuando descubrimos que alguien nos quiere defraudar o se nos ha dicho una mentira; esto nos lleva a pensar que no estamos diseñados para vivir en la falsedad, por más que intentemos hacerlo, concluyendo entonces que nuestro perfecto desarrollo se da en el ámbito de lo objetivo y verdadero.

En múltiples ocasiones nos aventuramos a elaborar un juicio con tal ligereza que no reparamos en las consecuencias del mismo; en la verdadera crítica no caben las superficialidades, puesto que una buena crítica debe estar orientada al perfeccionamiento tanto del que emite como del sujeto de ella. Apresurarse a juzgar las cosas por su simple apariencia nos lleva por lo general a tener que desandar el camino emprendido puesto que, de acuerdo con los principios fundamentales de la justicia, en los cuales suponemos se basa el derecho positivo, hemos de tener claro que todo sujeto de juicio merece en razón de justicia derecho de audiencia, que no es otra cosa que la presentación objetiva de sus argumentos de defensa contra el juicio o sentencia que se le aplica.

En razón de lo anterior, habremos de distinguir también el sentido de una critica constructiva, que no consiste en la adulación cuya esencia se funda en proferir halagos pero con un manifiesto interés más que objetivo, orientado a la conservación de un status o de no contrariar a ciertas jerarquías establecidas por así convenir a nuestros intereses mediatos y no de la prevalecencia de la verdad. Tampoco se trata pues, de hacer acusaciones falsas en contra de persona o institución alguna con el fin de dañar la reputación de la que gozan, porque eso sería calumnia; ni decir de la desacreditación que representa la difamación.

Una critica constructiva nos debe de llevar a un mejor conocimiento de la realidad que, como ya dijimos, nos circunda y, no solo eso, se manifiesta en nosotros mismos; debemos aprovechar este medio para pasar de la duda a la certeza, de la ignorancia al conocimiento, nuestro entendimiento puede verse afectado tanto por lo que captamos con nuestros sentidos como por la forma en la cual interpretamos dicha información, pero precisamente para no incurrir en errores o vivir en el error, practiquemos una critica objetiva y constructiva que permita al que la reciba, tomar los elementos necesarios para su mejor desempeño, puesto que en ella es posible encontrar fundamentos y argumentos que nos acerquen más a la verdad.

Por tanto, solo resta solicitarles de favor que critiquemos.

1) Diccionario de la Real Academia de la lengua española

3 comentarios Por favor Critiquemos

  1. Maribel ...

    Felicidades, como siempre me encanta lo que escribes, siempre tan acertado y objetivo… ya estas aprendiendo amigo….saludos

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  2. Pedro Fontes Ortiz

    Mi estimado amigo Hernan:

    Te felicito por tu publicaciòn, y efectivamente la critica hay que tomarla objetivamente, y aprovecharla para nuestra mejora continua, ..y cuidar simpre el principio de que cuando uno señala con el dedo a alguien,….. siempre habrà tres dedos apuntando a uno mismo, por tal razòn implica una enorme responsabilidad tal situaciòn .

    Felicidades de nuevo , un fuerte abrazo

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  3. Veeresh

    Hola Brenda, si, como lo mencionas a veces la bcuarrocia hace terrible la espera y seis af1os ya son muchos. La recomendacif3n sereda que abrieran otras posibilidades en otras instituciones. Ya sabemos que es terrible mencionarte que reinicien el proceso, pero no tenemos para ustedes otra opcif3n. Nosotros nos hemos encontrado que en los cambios de administracif3n, los nuevos llegan y no encuentran una sola solicitud en archivos, asi que ni siquiera tienen como avisarles a las familias que no hay archivos y hasta que ellas preguntan de nuevo, se enteran de un tre1mite no realizado. Ojala podamos ayudarles a reiniciar el proceso. Saludos

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