¿Qué pasaría si decidiéramos asomarnos la vida del otro desde su mirada?
Hace más de 40 años el filósofo americano John Rawls retó a los lectores de La Teoría de la Justicia (1971) a sacudir su persona, esto es, a abandonar su posición en la sociedad, su salud, su riqueza, sus talentos, sus oportunidades o cualquier otro privilegio que la vida les hubiera concedido, para asumir el “velo de la ignorancia” y, desde ahí, enterarse de la vida del otro.
La idea de “velo de ignorancia” es sencilla. Sin prejuicios, creencias, o egoísmos, se pueden identificar los principios de justicia que bloquean el desarrollo de las personas. Tendemos a juzgar desde nuestra perspectiva, a proponer soluciones desde nuestros talentos, a observar desde nuestro entorno, a negociar con nuestras habilidades. Y es que es difícil sentir la posición del otro, ponernos sus zapatos. Porque otros zapatos aprietan o quedan holgados, o tienen un tacón demasiado alto que termina por desbalancearnos.
Me parece que Rawls hizo una importante contribución a la filosofía política, aunque algunos aseguran que está muy alejado de la práctica. Quizá sí. En sociedades como la nuestra, con una buena cantidad de políticos para quienes lo bueno y lo justo no va más allá que su persona, una justicia en términos de Rawls termina por sentirse como utopía.
El velo de la ignorancia invita a una mirada más limpia a la vida del otro. Una práctica de justicia aplicable a la política del bienestar de la comunidad, pero también a las políticas personales que mejoran las relaciones entre los amigos o la familia. El reto sería observar la situación de los demás desde el velo de la ignorancia, desde una página en blanco. ¿Cómo asomarnos a las dificultades de las personas con capacidades diferentes para moverse en la ciudad? ¿Cómo asumir la complejidad de la madre soltera que debe acompañar a su hijo y conservar un trabajo que les procure techo? ¿Cómo juzgar al migrante que se separa de su familia para conservarla? ¿Cómo sentir la pobreza del pobre? No es fácil ponerse otros zapatos.
Leo las páginas de los periódicos y reconozco otro velo, el “velo de la opulencia”, el término es de Benjamín Hale y se refiere a la justicia escrita en primera persona. Una justicia asociada con la satisfacción de los deseos propios, y que se siente “merecida”, así de sencillo, merecida por la fortuna de estar en una posición de poder, justicia que ignora las circunstancias de otros. En la política mexicana, el velo de opulencia reta al de la ignorancia.
Pero no todos los políticos hacen discursos de justicia en primera persona. El programa Aliados Contigo es una iniciativa del gobierno del estado que utiliza el “velo de la ignorancia” para vivir la realidad de las personas que habitan 64 polígonos de pobreza. Cada aliado hace un diagnóstico sobre las condiciones de escolaridad, alimentación, salud, empleo, servicios básicos de las 200 viviendas que tiene a su cargo; el aliado con vocación de misionero no pertenece al polígono de pobreza, pero decide sentir la pobreza utilizando otros zapatos para caminar sus calles. El reto es conocer la realidad de 11,800 familias. El programa se realiza en conjunto con “Promoción de Paz”.
“A la fecha se han realizado 8,067 diagnósticos en la zona del Topo Chico, 5,993 en García; 6,518 en Guadalupe; 2,138 en la Alianza Real; 4,451 en la Independencia, y 2,893 en el área de Escobedo”, informa Consuelo Bañuelos, fundadora y presidenta de la Asociación. “Un programa como éste, se extiende rápido y de manera positiva, lo que hace es que se construyen los cimientos para una sociedad que viva la justicia, una sociedad que viva la democracia, una sociedad que pueda crecer”.
¿Qué pasaría si la filosofía política de nuestro México cambiara el velo de la opulencia por el velo de la ignorancia?
Fuente: http://www.elhorizonte.mx/opinion/editorial/aliado-contigo/1829181
25 de abril de 2017. MÉXICO