“En cuanto cotidiano “ser uno con otro” está el “ser ahí” bajo el señorío de los otros. No es él mismo, los otros le han arrebatado el ser. El arbitrio de los otros dispone de las cotidianas posibilidades de ser del “ser ahí”. Mas estos otros no son determinados. Por lo contrario, puede representarlos cualquier otro. Lo decisivo es sólo el dominio de los otros, que no es “sorprendente”, sino que es desde un principio aceptado, sin verlo así, por el “ser ahí” en cuanto “ser con”. Uno mismo pertenece a los otros y consolida su poder. “Los otros”, a los que uno llama así para encubrir la peculiar y esencial pertenencia a ellos, son los que el cotidiano “ser uno con otro” “son ahí” inmediata y regularmente. El “quien” no es éste ni aquél; no uno mismo, ni algunos, ni la suma de otros. El “quien” es cualquiera, es “uno”. (…) La publicidad lo oscurece todo y da lo así encubierto por lo sabido y accesible a todos.
(…) El “uno” es en y por todas partes (…). Por simular el “uno” todo juzgar y decidir, le quita al “ser ahí” del caso la responsabilidad.
MARTIN HEIDEGGER (2001) El ser y el tiempo, FCE, Madrid, pp 143-144
Si traducimos “ser ahí” por hombre (y mujer) y “uno” por “opinión pública” podremos ver fácilmente la enorme actualidad de este fragmento de Heidegger. El filósofo alemán nos explica que el ser humano tiene sus opiniones y concepciones habituales controladas por la opinión pública, siendo ésta producto del efecto de los medios de comunicación. Así, el ser humano que no lleva una existencia autèntica (es decir, que no piensa realmente por sí mismo ni toma sus propias decisiones) está dominado por “lo que se dice”. Este es el origen de todos los tópicos sociales y políticos que se aceptan sin ningún tipo de crítica por el ciudadano.
Un buen ejemplo de ello son los tópicos de la inmigración. Por ejemplo, decir que los inmigrantes vienen a robar, o que empobrecen el sistema sanitario. Lo inauténtico no es, en sí mismo, afirmar tal cosa, sino afirmarla por el mero hecho de que es “lo que se dice” o porque “todo el mundo lo sabe” sin preocuparse mínimamente de informarse por uno mismo.
Otro ejemplo: los nacionalistas españoles que, ante el problema catalán, se limitan a repetir el discurso de “que se vayan” sin medir lo que están diciendo, sin informarse de las consecuencias ni de si hay realmente motivos para decir eso. Por no hablar de los que insultan a Cataluña y su lengua.
Lo mismo podríamos decir de los que se manifestaron en contra de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut sin haberse leído siquiera ni el Estatut ni la sentencia. O los que se lanzan a la calle contra la LOMCE alegando que margina el catalán también sin haber leído la ley.
Lo inauténtico no es coincidir con el “uno”. Lo inauténtico es aceptar lo que dice el uno sin crítica ni un proceso informativo y reflexivo propio.
El “uno” afecta a todos los sectores sociales y a todas las ideologías. No hay ningún sector social ni político más auténtico que otro. Solo hay individuos auténticos e inauténticos. Esta propiedad del ser humano es idiosincrático de la postmodernidad. Pero hay que luchar contra ello. Hay que ser uno mismo, pensar por sí mismo y decidir por sí mismo. Sea cual sea ese pensamiento y esa decisión, y aunque todos los que nos rodean digan lo contrario.
Fuente: http://pensarhispanico.blogspot.com/2013/01/reflexiones-filosoficas-con-heidegger.html
4 de enero de 2013