El hecho es que los científicos del Centro Europeo de Investigación Nuclear buscan el bosón de Higgs y, al hacerlo, descubrieron un ente escurridizo que se oculta entre millones de partículas que lo mimetizan, y cuando se cree que se ha visto, se desintegra y se transforma en otro ser
A partir del momento en que el hombre asumió conciencia de la divinidad, de aquella fuerza que regía el universo, su primera preocupación fue encontrar a Dios.
Y en sus primeros hallazgos no encontró uno sino varios dioses. Estaban ahí, en la naturaleza: en el sol, la luna, los astros, los elementos y los fenómenos atmosféricos. Sí. Los antiguos encontraron dioses para todo, particularmente los griegos, pero fueron precisamente estos o, mejor, sus filósofos, quienes plantearon dudas para la existencia de esos seres superiores.
Platón lo resolvió dividiendo el universo en dos: el mundo de las ideas, en el que estarían los dioses, y el mundo físico que es mutable, perecedero, engañoso y falso. Pero luego vino Aristóteles y lo complicó todo. El discípulo de Platón dijo que los cuerpos están constituidos por la asociación íntima de materia y forma, y amasó la teoría del hilemorfismo de la materia.
Ya en la edad media —cuya característica fue el oscurantismo—, los filósofos justificaron la existencia de Dios, no varios sino uno solo, el Creador, con la teoría del movimiento. Decían que todo lo que se mueve es movido por otro ya que nada se mueve por sí mismo. Dios era, por tanto, el primer movimiento, el que desencadenaba los demás.
Probablemente la humanidad hubiera generado más razonamientos como esos pero apareció el materialismo histórico y, de pronto, los autodenominados revolucionarios se unieron a la moda del ateísmo. Para los materialistas, sólo existe aquello que puede verse y tocarse y como a Dios no se lo puede ver ni tocar, llegaron a la sencilla conclusión de que no existe.
Yo solía reír al escuchar sus argumentos. Para mí, la frase “Dios es amor” siempre fue suficiente para explicarme dónde estaba Dios. Lo encontré en el amor de mi madre, en ése que no puede explicarse ni siquiera por los vínculos de la sangre. “¿Amas a tus hijos?”, solía preguntar a mis colegas ateos y revolucionarios y, cuando ellos me decían que sí, les preguntaba cuánto pesaba ese amor, qué color tenía o qué forma y ellos nunca supieron responderme. “Ahí está Dios, en el amor que sientes por tus hijos”, remataba.
Pues bien, ahora resulta que los científicos encontraron indicios de la existencia física de Dios. Concibieron el bosón de Higgs, una partícula elemental hipotética masiva cuya existencia es predicha por el modelo estándar de la física de partículas (ni siquiera entendí esa explicación que copié de Wikipedia).
El hecho es que los científicos del Centro Europeo de Investigación Nuclear buscan el bosón de Higgs y, al hacerlo, descubrieron un ente escurridizo que se oculta entre millones de partículas que lo mimetizan, y cuando se cree que se ha visto, se desintegra y se transforma en otro ser. Aunque este descubrimiento se maneja cautelosamente, muchos ya lo denominan la partícula de Dios o, para ser más claros, como las evidencias físicas de un ser inteligente diseminado nada menos que en la masa, es decir, en la materia.
Si ése ser puede hallarse en una simulación del segundo inmediatamente posterior al big bang y está en las partículas de todo lo material existente, entonces se puede decir que se trata de un ente superior, Dios, y que, como siempre nos lo dijeron, está en todas partes. Es, además, responsable del movimiento porque se trata del primer movimiento del universo.
Mientras los científicos no saben qué hacer con semejante descubrimiento, yo sigo sonriendo. Nunca necesité pruebas materiales de la existencia de Dios para creer en él y creo que a él tampoco le interesó dar pruebas fehacientes de una existencia que quizás sólo nosotros, los seres humanos, concebimos como material.
Dios está más allá de todo experimento científico y los científicos sólo lo encontrarán cuando tengan plena conciencia de ello.
Fuente: http://www.lostiempos.com/diario/opiniones/columnistas/20111215/dios-dicen-que-lo-encontraron_153364_318898.html
15 de diciembre de 2011
Lo que da base a este artículo, en donde se habla de Dios y del bosón de Higgs es la arrogancia de algunos científicos.
El hipotético (aún sigue siendo hipotético, aunque parece que cada vez lo acorralan más) bosón de Higgs no es “la partícula de Dios”, ni tiene nada que ver con Dios.
El que le dió ese mote tan absurdo, es un Premio Nobel de Física llamado Leon M. Lederman. Habría que profundizar en los motivos que llevaron al Dr. Lederman a “bautizar” de esa forma al bosón.
Pero en estos títulos tan grandilocuentes como “partícula de Dios” o “Teoría del Todo”, nomás veo arrogancia.
¿Cuál Teoría del Todo? ¿Una “teoría del todo” que deje afuera a la consciencia? Por favor, no sean ridículos!
Todavía ignoramos muchisisísimas cosas… no sean tan arrogantes, Sres. Científicos del siglo XXI…