Rivera es un antecedente, quizá el primero, de la filosofía de la liberación latinoamericana y de lo que hoy en día se conoce como teoría poscolonial, epistemología del sur y estudios subalterno
Nuestro siglo XIX es una cantera de figuras extraordinarias. Uno de aquellos hombres, que parecen salidos de una novela de Balzac, fue Don Agustín Rivera y Sanromán, el más célebre de los sacerdotes liberales y un destacado filósofo, historiador y pedagogo.
Se puede decir que Rivera fue el primer historiador de la filosofía mexicana, pero más aún, que fue el primer filósofo de la historia de la filosofía mexicana
Nació Don Agustín en 1824 en el pueblo de Lagos, en los Altos de Jalisco, y aunque recorrió el mundo, su vida siempre estuvo ligada a su tierra natal, donde pasó la mayor parte de su vida hasta su muerte en 1916. La huella que dejó en Lagos fue honda y perdurable, como lo atestigua Mariano Azuela en su entrañable memoria El padre Agustín Rivera (México, Ediciones Botas, 1942). Sería muy injusto clasificar a Rivera como un simple personaje de la cultura local. Don Agustín fue uno de los intelectuales mexicanos más distinguidos del siglo XIX y, a pesar de no vivir en la capital del país, su influencia y su legado han tenido un carácter nacional.
Se puede decir que Rivera fue el primer historiador de la filosofía mexicana, pero más aún, que fue el primer filósofo de la historia de la filosofía mexicana. Otro sacerdote de la región, Don Emeterio Valverde y Téllez, obispo de León, quizá es más conocido por haber sido autor de varios compendios —que todavía hoy nos sorprenden por su exhaustividad— de la filosofía mexicana desde los primeros años de la colonia hasta los primeros años del siglo XX. Sin embargo, el propio Valverde reconoce que Rivera fue el primero en abordar la historia de la filosofía mexicana con su característica erudición e inteligencia.
Una imagen de Don Agustín Rivera y Sanromán. Foto: Especial
Rivera es autor de un opúsculo perdurable llamado De qué sirve la filosofía a la mujer, los comerciantes y los artesanos y los indios que es una apología de la enseñanza de la filosofía a todos los ciudadanos.
La obra principal de Rivera sobre la filosofía mexicana es La filosofía en la Nueva España, o sea disertación sobre el atraso de la Nueva España en las ciencias filosóficas (Lagos, Tip. de Vicente Veloz a cargo de A. López Arce, 1885). Esta obra fue muy comentada en su tiempo y mereció toda suerte de elogios y diatribas. Por ejemplo, el padre Agustín Rosas, de Guadalajara, debatió con Rivera acerca de su tesis central: que en la Nueva España la filosofía no sólo estuvo atrasada respecto a otros países, sino que la que se hizo en sus colegios y universidades fue, por lo general, de poca calidad. Aunque Rivera está en lo cierto en que la Nueva España estaba dramáticamente atrasada en la filosofía natural, es decir, en física, biología e incluso en otras áreas como matemáticas e ingeniería, hoy en día, gracias a la labor de rescate realizada por varios especialistas —entre ellos, Mauricio Beuchot— podemos matizar el juicio tan drástico de Rivera sobre la filosofía novohispana.
Más allá de la cuestión de si la filosofía escolástica en la Nueva España padecía o no un atraso, lo que más interesa ahora es el diagnóstico de Rivera de por qué se padecía dicho atraso. En los corolarios de su estudio, Rivera sostiene que no podía ser de otra manera puesto que la Nueva España era víctima de un régimen colonial. Lo que explica Don Agustín es que la filosofía no puede florecer en un sistema de dominación que se empeña en que sus súbditos no piensen por su cuenta —es decir, sean autónomos— y, por lo mismo, no actúen por su cuenta —es decir, sean libres—. Así lo dejaba en claro el Virrey La Croix en infame bando publicado el 25 de junio de 1767 —citado por Rivera como testimonio de su alegato— en el que recordaba a los americanos que “nacieron para callar y obedecer”. Para poder hacer filosofía y ciencia con libertad, nuestros antepasados novohispanos tuvieron que trabajar en los márgenes, la oscuridad y la pobreza: tales fueron los casos de Sigüenza, Clavijero, Alzate y Muciño.
Más allá de la cuestión de si la filosofía escolástica en la Nueva España padecía o no un atraso, lo que más interesa ahora es el diagnóstico de Rivera de por qué se padecía dicho atraso. En los corolarios de su estudio, Rivera sostiene que no podía ser de otra manera puesto que la Nueva España era víctima de un régimen colonial
Rivera es un antecedente, quizá el primero, de la filosofía de la liberación latinoamericana y de lo que hoy en día se conoce como teoría poscolonial, epistemología del sur y estudios subalternos. Su tesis principal sigue siendo válida: para poder pensar hay que ser libre y sólo sé es libre en verdad cuando se piensa.
Es Filósofo, investigador.
Fuente: https://www.razon.com.mx/don-agustin-rivera-la-filosofia-mexicana/
17 de febrero de 2018. MÉXICO