Eugenio Trías recopila el conjunto de su obra en Creaciones filosóficas.
Uno de los cuadros más nombrados de Vermeer, Muchacha con un jarro de agua, nos muestra a una joven abriendo la ventana, mientras con su mano izquierda sostiene el aguamanil. Su cuerpo se sitúa entre el mundo cotidiano de la mesa, la silla y el mapa, y el mundo de laluz, que llega a través del vano, el límite. Esa zona fronteriza hacia la que tiende su brazo derecho simboliza un ámbito desconocido que, como las sirenas de Ulises, atraen poderosamente a la razón para después dejarla ahogarse en lo desconocido, en el misterio. La filosofía de Eugenio Trías gira su eje principal en torno al limes, límite o frontera, que es lo que puede conocerse o decirse. Más allá de esto se encuentra lo que trasciende, lo que rebasa nuestra comprensión, el confín, es decir, el otro mundo. No es la primera vez que un filósofo se interroga sobre el límite. Kant hablaba del peligro de caer en la ilusión trascendental, y definía dicho territorio como Ignotum. Para Wittgenstein el límite es el silencio, mientras que para Heidegger, es la muerte, lo imposible, un no lugar donde no hay posibilidad de comprensión ni de proyección. El pensador catalán da un paso más en torno a este concepto, confiriendo al limes un estatuto ontológico. Así convierte al ser, en tanto que ser, como límite y frontera. El sujeto es el fronterizo constituido por una doble dimensión de inmanencia y trascendencia. «El fronterizo es, en puridad, la juntura y separación de eso que queda dentro (hogar) y de eso que desborda y trasciende (lo extraño, inhóspito, inquietante)». Trías establece así dos cercos: uno, el cerco mundano, donde se constituye el lenguaje y el logos, y otro, hermético y misterioso, en el que se encuentra lo sagrado. Transforma, de esta forma, el imperativo pindárico «llega a ser lo que eres» en «yo te ordeno que llegues a ser lo que eres», es decir, «yo te ordeno que seas límite».
Creaciones filosóficas reúne en dos tomos los ensayos más importantes de su obra. El autor ha querido seccionarla en lo que ha denominado barrios: la Estética y teoría de las artes; la Ética y condición humana; la Teoría de la historia y filosofía de la religión, y la Filosofía del límite. El único premio español «Friedrich Nietzsche» reflexiona sobre el drama y la sonata, interpreta a personajes de la altura de Goethe, Calderón o Mann, y se atreve a ir en contra de pilares fundamentales del posmodernismo: por un lado, enjuicia y encausa a la razón ilustrada, y por otro, piensa la religión. Llega a la conclusión de que estamos en la edad del espíritu, entendiéndose por tal «el horizonte ideal (no utópico) de una posible síntesis de razón y simbolismo». Además de este interés sobre la trascendencia, Trías confiere a su ser-límite un carácter práctico, es decir, un uso cívico-político que exige una responsabilidad, un cuidado del territorio fronterizo a quienes lo habitan.
Con un lenguaje poético, y sirviéndose de abundantes referencias musicales y literarias a modo de metáforas, el catedrático de Historia de las Ideas centra su filosofía en el ser, confiriendo al sujeto un carácter limítrofe en el que invita al diálogo, al pensamiento como la forma posible de conocimiento. Si el centauro de Saramago había vivido tiempo suficiente como para saber lo que era una frontera, un limes, también Eugenio Trías nos señala el límite, es más, nos instala en su misma esencia.
Fuente: http://www.lne.es/cultura/2010/02/25/vivir-limite/878244.html
SPAIN. 25 de febrero de 2010
Prueba