Aristotélica y escolásticamente inferida, la amistad radica en la virtud como fuente de lealtad, admiración, respeto, cariño y alegría, y es principio motor para obrar el bien y ayudar a realizarlo.
«Felix indiget amicis».
Santo Tomás de Aquino
«Summa Theologiae», I-II, q.4 a.8.
Dicen los biógrafos, y estudiosos de la Filosofía Griega (Etienne Gilson, Guthrie, Lesky, Capelle.) que Aristóteles, además de ser un personaje egregio de la humanidad, fue un hombre feliz, con muchos amigos, entre ellos sus dos esposas, Pitias la hermana de su amigo Hermias, y su segunda mujer y madre de Nicómaco, Herpilis. Amistad que, en el capítulo octavo de la «Ética a Nicómaco», Aristóteles participa en la virtud que orienta la philia (amistad) al bien; virtud que causa que el hombre feliz necesite amigos (felix indiget amicis). Tesis recogida por otro pensador asimismo con numerosos amigos, el filósofo y teólogo Santo Tomás de Aquino, quien en su «Suma de Teología» afirma que «si hablamos de la felicidad en la vida presente, como dice el Filósofo (Aristóteles), el hombre feliz necesita amigos para obrar bien, esto es, para hacerles bien, para complacerse viéndoles hacer el bien y para ser ayudado por ellos a obrar el bien».
Aristotélica y escolásticamente inferida, la amistad radica en la virtud como fuente de lealtad, admiración, respeto, cariño y alegría, y es principio motor para obrar el bien y ayudar a realizarlo. Amistad que consiste en una relación de dos personas, pero que también se simboliza en la sociedad con ciudadanos que por sus cualidades la han iluminado con la justicia y la caridad.
Amistad, por tanto, presente cuando un municipio otorga el título de Hijo Adoptivo a una persona, honor que suma el amor de la admiración y del cariño con el respeto del pueblo al adoptado, y de éste hacia el Ayuntamiento que lo adopta. Hace unos meses el Ayuntamiento de Oviedo otorgó a Carlos Osoro el título de Hijo Adoptivo, distinción a la que se suma ahora el de Santander. Y si el filósofo de Königsberg -Kant- postuló en su «Crítica de la Razón Práctica»
que la amistad «es la más íntima unión del amor con el respeto», el autor de estas líneas felicita con amor y respeto a don Carlos Osoro Sierra, amigo como Aristóteles, Santo Tomás de Aquino y Kant describieron la amistad.
Un hombre, Carlos Osoro, que entrega en Santander, Cantabria y España su fe cristiana como sacerdote y obispo sin olvidar su dimensión social orientada al bien común, en especial de los necesitados y gente sencilla. Así, en sus años de Rector del Seminario de Monte Corbán y de Vicario General de la Diócesis de Santander formó sacerdotes capaces de darse a Dios sin dejar de estar en el mundo al tiempo que comprometidos como testigos del Evangelio con los pobres y desamparados. En años difíciles para la identidad de la Iglesia y de la sociedad santanderina, cántabra y española, la figura de Osoro es la de un hombre sabio y bueno que sin abdicar de la fidelidad a la Iglesia en la fe y los sacramentos trató con afecto y tolerancia con todos y a todos, proponiendo en un mundo cada vez más materializado la cultura humanista del Cristianismo como guía ciudadana y personal. Es un líder que prepara sacerdotes y laicos para el trato espiritual e intelectual con lo secular, al tiempo que dialoga con los estamentos civiles, en especial la Universidad, el poder político y los medios de comunicación, fortaleciendo lo que une y no lo que separa, allende acepciones políticas, ideológicas, económicas o sociales. En Cantabria, como en Orense, Asturias y ahora Valencia, realza la presencia institucional de la Iglesia junto a las autoridades civiles, académicas y sociales. Lideró unos -entonces- prestigiosos Seminario de Corbán, Instituto de Teología y Cátedra de Teología en Magisterio en la Universidad de Cantabria, en recíproca alianza académica, científica y cultural con la Universidad de Cantabria, la Fundación Marcelino Botín, el Conservatorio Jesús de Monasterio, la U.I.M.P., el F.I.S., el Parlamento de Cantabria y los medios de comunicación, destacando sus artículos semanales en este periódico “El Diario Montañés”.
En Cantabria como en Santander don Carlos creó una tarea humanista y espiritual colmando los principios constitucionales de libertad religiosa, aconfesionalidad, cooperación e igualdad en las relaciones con el poder civil, ejerciendo el episcopado y el presbiterado como hoy la Iglesia y la sociedad en España necesitan, sin complejos, con rectitud dogmática y moral en la defensa firme de la fe cristiana al tiempo que favoreciendo con cariño y respeto el diálogo, la tolerancia, la solidaridad y la verdad en búsqueda del bien común con la esfera secular. Y, a su vez, comprometido en la relación entre caridad y justicia, dando a cada persona, en especial a los pobres y necesitados, ayuda material (personal o por instituciones como Cáritas o Proyecto Hombre, siendo obispo don Juan Antonio del Val).
Santander palpita en el corazón de Carlos Osoro y es una grata noticia ciudadana y humanista este nuevo título de Hijo Adoptivo otorgado a alguien que trabaja y coopera al bien común, la justicia y la bondad en sus hogares e instituciones, superando ideologías y credos y granjeándose el reconocimiento tanto de los agnósticos como de los cristianos en Orense, Oviedo, en Santander y seguro que ya en Valencia. Con el respeto y la admiración fruto de la amistad: ¡Felicidades, Santander, y felicidades don Carlos Osoro Sierra!
Fuente: http://www.eldiariomontanes.es/prensa/20090918/opinion/articulos/carlos-osoro-sierra-20090918.html
SPAIN. 18 de Septiembre de 2009