El problema educativo es un problema filosófico, y los problemas filosóficos se definen diciendo que son los problemas eternos del espíritu humano.
No nos engañemos con las palabras, y cuando hayamos comprendido el verdadero significado de ellas, no tratemos de engañar a los demás. En pedagogía, como en todos los órdenes del pensamiento humano, todo dogmatismo es repugnante. Afirmar rotundamente es uno de los mayores vicios del razonamiento. Debemos ser circunspectos y leales para con el pensamiento mismo, y no dar fuerza definitiva a aquellas verdades que se nos van apareciendo en el curso de la meditación, pero que también en el curso de ella se van desvaneciendo para resultar por último substituidas.
La nueva educación, por ejemplo, no es un fenómeno sin precedentes como pretenden declarar aquellos que quieren hacer una industria de la nueva educación. Desde Platón hasta nosotros, siempre ha habido una nueva educación, aunque entonces no se llamaba así, pero que ya era el propósito de renovación educativa de acuerdo con los mejores orientadores. Esto es de tal manera cierto, que podemos decir que la educación ha sido siempre una nueva educación.
Con respecto a los autores que todavía ocupan sitios visibles en las doctrinas educativas de nuestros días (Dewey, Montessori, Decroly, Claparedes, Ferriére, Kilpatrick, etcétera), se ha querido hacer una excepción. Este propósito solo se debe al error egocéntrico que padecen las multitudes, que siempre creen en su época y en sus hombres como en entidades distintas y nuevas. Nosotros, si es que nos queremos emancipar del prejuicio de actualidad, si es que no nos guía más interés que el de acercarnos a la verdad, digamos que estos nombres respetables no tienen ningún valor místico ni profético; ellos y todos los demás que no hemos citado, son personalidades de mucha envergadura ciertamente, respetables a distancia, que deben merecer la atención de todos los que, como nosotros, hemos sido simples obreros del aula, y seguiremos siéndolo en adelante del aula más amplia en dimensión geográfica, o sea el área que cubre todo el territorio nacional. Pero no hagamos de ellos un altar, es decir, no consagremos como definitivas doctrinas que no son más que un grado limitado en el proceso infinito del pensar.
Vale decir que a los tratadistas de la nueva educación debemos conocerlos, porque sería un error manifiesto el olvidarlos; pero no debemos hacer de ellos un catecismo en el que se resuelvan todas las preguntas apremiantes del maestro. Ellos han dado su preciosa contribución en la tarea perpetua de educar mejor; pero ni ellos, ni nadie, han dado la palabra definitiva sobre los problemas educativos. Es que el problema educativo es un problema filosófico, y los problemas filosóficos se definen diciendo que son los problemas eternos del espíritu humano. Si son problemas eternos, quiere decir que nunca tendrán una solución definitiva. ¡La educación es eso: un problema perpetuo que jamás llegaremos a resolver!
No conviene, pues, aprenderse de memoria las doctrinas de los pedagogos europeos y estadounidenses del pasado ni tampoco de los pedagogos contemporáneos; sería una carga enfadosa que la inteligencia de nuestros maestros puede soportar, pero que la realidad profunda de nuestras necesidades escolares señalaría como absurda. Conozcamos esas doctrinas, sobre todo para no parecer desorbitados en nuestra época, pero no las sigamos al pie de la letra, porque entonces nos hallaríamos descentrados en el terreno de la realidad.
Fuente: http://www.laestrella.com.pa/mensual/2009/08/15/contenido/134393.asp
PANAMA. 15 de agosto de 2009
Vaya,Vaya,alguien sensato, de nitidez y claridad. Diria mas bien algun terricola, tiene mucha razon, en nuestrta educacion,en el proceso de enseñanza-aprendizaje, se habla por algunos normalistas de recetas que han de llevarnos por el bien y que nos alejaran del limbo o purgatorio educativo si aplico en forma ortodoxa las sugerencias de algun superdotado pedagogo. Creo que la enseñanza es toda una arte de acierto y error.
Esto es lo que pasa cuando el alumno no aprueba y se queda en el camino que el maestro a preparado con tanto amor y vocación.La sencillez habla con claridad y la confusión ,es traba para el caminar.